SERVICIO FARMACÉUTICO EN TIEMPOS DE PANDEMIA Han transcurrido ya muchos meses, durante los que un grave problema de salud pública está derivando en un enquistamiento ético en el que sobran pleonasmos y faltan rigurosos debates, asunción de responsabilidades (por acción e inacción) y autoridad sin superflua gestualidad. Solo en España decenas de miles de compatriotas se han quedado en este camino a ninguna parte; y lo mínimo que podríamos esperar, en nuestra condición de ciudadanos, es comprensión por el esfuerzo y sacrificio. Alguien puede pensar que escribo desde el más rancio gremialismo boticario. No, no es así. Los farmacéuticos y los técnicos, sin quienes no sería posible nuestro quehacer, nos consideramos (es mi opinión) trabajadores sanitarios que colaboran, desde el ámbito público-privado, a la distribución informada de medicamentos entre la población a la que atendemos. Durante los meses del estado de alarma, las farmacias han seguido estando abiertas en la proximidad de sus domicilios, sirviendo a veces de excusa para salir de casa, pero también como lugar de acogimiento, otorgando la seguridad de que su salud no estaba abandonada. En este punto es imprescindible el reconocimiento a tantos trabajadores, desde barrenderos, a cajeras, personal sanitario, policías y otros, imprescindibles todos para el mantenimiento de una mínima estructura socioeconómica en medio de la parálisis general Algunos han pagado un duro precio por su compromiso, pero nadie ha manifestado arrepentimiento por su acción. Gracias. Aunque sea brevemente deseo dejar constancia de algunos de los problemas que los farmacéuticos hemos tratado de solventar, pero lamentablemente pocas veces solucionar. El primero, muy enojoso, fue la carencia de productos básicos, como mascarillas, geles hidroalcohólicos, incluso termómetros y el clásico alcohol desinfectante. No se trató solo de imprevisión (que quien suscribe prefiere denominar pésima gestión anticipatoria), sino que se añadió a la falta creciente de medicamentos que ya veníamos sufriendo tiempo ha. Durante años, los responsables de la gestión de los recursos sanitarios, solo interesados por el supuesto (nunca demostrado) ahorro de costes, no se han preocupado por la disponibilidad de medicinas; y este problema, lejos de disminuir se agrava, en parte por los ridículos precios de los fármacos en España en relación a los demás países de la Unión Europea, cada día más cuestionada; y, por la concentración de la producción en un número cada día más limitado de fabricantes, situación que conduce al desabastecimiento crónico. ¿Se imaginan ustedes cuál hubiese sido el escenario de existir un medicamento verdaderamente resolutivo del covid-19? Los desabastecimientos hubiesen creado fracturas sociales difícilmente soportables. Esta situación se puede presentar si se logra una vacuna verdaderamente segura y eficaz, pero inaccesible para todo el mundo. No sabemos cómo evolucionará la pandemia durante los próximos meses. En cualquier caso, los farmacéuticos y los técnicos seguiremos estando donde siempre hemos permanecido, en su botica, extremando todas las medidas de seguridad, menos una: la comprensión y el afecto, teñido de información precisa, que ha sido, es, y seguirá siendo nuestro principal compromiso ético con la comunidad. Gracias, de nuevo. Zaragoza, a 23 de septiembre de 2020 Dr. José Manuel López Tricas Farmacia Las Fuentes
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