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¿Mujeres y niños primero?

¿MUJERES Y NIÑOS PRIMERO?

En las primeras horas del 15 de abril de 1912, el Titanic comenzó a hundirse irremisiblemente. El capitán ordenó que las mujeres y niños tuvieran preferencia en los botes salvavidas. El capitán se hundió con el propio barco.

Esta orden ha sido tomada como un ejemplo de caballerosidad en circunstancias extremas, una ley no escrita de cómo se debe actuar ante un desastre. Sin embargo, una reciente revisión histórica sugiere que el comportamiento más habitual en este tipo de catástrofes se puede resumir mejor en un “sálvese quién pueda”. De hecho, las mujeres y niños mueren más frecuentemente que los pasajeros masculinos y los miembros de la tripulación.

Dos investigadores de la universidad de Uppsala (Suecia) han revisado los registros de 18 accidentes marinos ocurridos desde el año 1852 al año 2011, que en conjunto han afectado a más de 15.000 pasajeros y miembros de las tripulaciones. Se seleccionaron los accidentes marinos de los que existía información completa de supervivientes y decesos, clasificados por edad y sexo. Además se eligieron hundimientos de barcos con más de 100 pasajeros; de los que al menos un 5% murieron en el naufragio, o, al menos, un 5% lograron sobrevivir.

Este estudio sugiere que el naufragio del Titanic, donde sobrevivieron el 20% de los hombres y el 70% de las mujeres, fue de hecho una excepción, y no tanto la regla en la conducta en este tipo de sucesos.

De los más de 15.000 pasajeros estudiados, una cuarta parte corresponden a dos hundimientos míticos: el Titanic (hundido tras el roce lateral con un iceberg), y el Lusitania (torpeado por un submarino alemán el 7 de mayo de 1915). El estudio se realizó incluyendo, y excluyendo, estos dos hundimientos a fin de soslayar cualquier sesgo estadístico. En el hundimiento del Lusitania, las diferencias en los índices de supervivencia por sexos entre las casi 2.000 personas, entre pasajeros y miembros de la tripulación, fueron mínimos: 37%  de mujeres vs 40% de hombres.

De los otros 16 hundimientos examinados, la supervivencia de las mujeres fue superior a la de los hombres en un único caso: el encallamiento del Birkenhead, en la costa de Cape Town (Sudáfrica) en el año 1852.

En cinco de los desastres los índices de supervivencia de hombres y mujeres fue similar. En otros 10, los hombres lograron salvarse más que las mujeres. Y, en conjunto, la supervivencia de los hombres prácticamente duplica a la de las mujeres (34,6% vs 17,9%).

Los miembros de las tripulaciones de estos navíos fueron muy arteros, pero ¡para salvarse a sí mismos!: su tasa de supervivencia fue casi un 20% superior a la de los pasajeros. En todos los casos, los niños se llevaron la peor parte: de los 621 niños (considerando todos los navíos), solo 95 de ellos (15,3%) consiguieron sobrevivir.

Este curioso estudio, publicado la última semana de julio (2012) en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, cuestiona la validez, incluso la existencia,  de la ley no escrita del mar, según la cual el capitán ordena invariablemente “mujeres y niños primero”.

En 2 de los 18 graves accidentes marinos acaecidos entre el año 2008 y el año 2011, consecuencia de adversas condiciones meteorológicas, nadie tuvo noticias de que el capitán diera la clásica orden. En 11 de los 18 hundimientos no se dio orden alguna en este sentido. En los casos restantes (5) en que el capitán dictó dicho precepto, la supervivencia de las mujeres fue mayor, hasta un 10% superior.

La investigación también llega a una curiosa conclusión: incluso en las situaciones donde los hombres permiten que las mujeres se salven primero, no es tanto un acto de caballerosidad como la respuesta a la exigencia de una persona con autoridad.

A pesar de los hallazgos, un autor del estudio, Oscar Erixson, estudiante doctoral en Uppsala, Suecia, no condena la conducta de los hombres en estas situaciones límite.

Se podría concluir que los hombres actúan deshonestamente en estas circunstancias de extremo peligro para la supervivencia. Pero las el comportamiento de las mujeres no parece ser mucho mejor.

Probablemente los comportamientos instintivos tendentes a la conservación de la vida anulan las conductas racionales y altruistas. ¿Y qué mayor altruismo que asumir la probable muerte en beneficio de personas con las que no existen vínculos familiares o afectivos?.

Zaragoza, 9 de agosto de 2012

Dr. José Manuel López Tricas

Farmacéutico especialista Farmacia Hospitalaria

Zaragoza

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José Manuel López Tricas,
9 ago 2012, 1:50
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