NADA HUMANO ME ES AJENO Esta frase («Homo sum, humani nihil a me alienum puto» - «Hombre soy, nada humano me es ajeno») de Terencio, autor de comedias, nacido esclavo, que logró la libertad gracias a sus méritos y la bonhomía de su patrón, resume como ninguna otra nuestros sentimientos ante la situación de una parte importante de la población griega, trasunto de la de otros conciudadanos más próximos, sus penurias tal vez por ello, más dolientes. Para hallar las raíces de la actual situación griega, una tragedia que podría haber sido escrita por Sófocles, el gran dramaturgo heleno, debemos indagar en la historia reciente; y, dentro de ella, en los períodos de gobierno de los distintos miembros de la familia Papandreu, su abuelo, George, su hijo, el mítico Andreas, y su nieto George. El abuelo falleció bajo arresto domiciliario tras el “golpe de estado de los coroneles” que derrocó la monarquía del rey Constantino, quien hubo de exiliarse en Roma. Andreas, Primer Ministro durante tres periodos legislativos entre 1981 y 1989, fue un gobernante ambivalente, responsable del inicio del ciclo de endeudamiento que nadie después fue capaz de frenar, pero a la vez otorgo a la clase media un sentimiento de orgullo y autoconfianza. Tal vez Andreas corrompió la psicología del pueblo griego haciéndoles creer que su propia historia y cultura eran suficientes para justificar su existencia, dejando de lado el modelo calvinista de trabajo y austeridad. Pero Andreas, con una brillante formación como economista en la universidad norteamericana de Princenton, ya afirmaba premonitoriamente a mediados de la década de 1980, que «… o hacemos desaparecer la deuda o ésta hará desaparecer el país». Hace de esto tres décadas. El hijo de Andreas, George, un hombre marcado psicológicamente por un padre ausente, no fue capaz de imponer el necesario régimen de austeridad que contraviniese las prebendas sociales logradas por su padre, Andreas. Grecia entró a formar parte de la entonces Comunidad Económica Europea en 1981, un año antes que España. A partir de entonces, el gobierno de Andreas creó una administración hipertrofiada con elevados salarios. Una parte sustancial del creciente endeudamiento se dirigió al mantenimiento de una exagerada burocracia. Un terrible error que los hechos han dejado en evidencia. Además abrió su gobierno a las clases populares. El propietario de un modesto restaurante de New York se convirtió en Ministro de Turismo, un fabricante de pipas de agua llegó a ser un importante directivo del Servicio Postal; muchos estudiantes se convirtieron de la noche a la mañana en importantes cargos gubernamentales. Grecia vivió durante la década de 1980 el espejismo de la prosperidad sostenido en un creciente e incontrolado endeudamiento. Grecia tuvo dos elecciones parlamentarias en 1989 de las que salieron gobiernos de coalición. Tras una serie de insidias políticas, en el año 2004 George Papandreu retornó como Primer Ministro liderando el partido socialista (PASOK). Se estableció un gobierno de unidad nacional (Nueva Democracia, PASOK) encabezado por Lucas Papademos, vicepresidente del Banco Central Europeo. Nada cambió. El actual gobierno presidido por Alexis Tsipras no es responsable de la crisis griega, un complejo nudo que, a todas luces parece irresoluble de la manera propuesta por codiciosos acreedores que otorgaron créditos en condiciones que la crisis financiera, no olvidemos creada por ellos mismos, hacen impagable. Sentimos compasión y comprensión por los ciudadanos griegos, hoy por hoy europeos como nosotros, que ven como sus sueños de ser una sociedad próspera se diluyen (junto con sus ahorros) en un oscuro marasmo de codicia y avaricia. La vieja práctica germana de “responsabilidad colectiva” (hacer pagar a todos los errores de algunos) no es un patrón de conducta que debamos aceptar sumisamente. Nada humano nos debe ser ajeno. Zaragoza, a 3 de julio de 2015 Dr. José Manuel López Tricas Farmacéutico especialista Farmacia Hospitalaria Farmacia Las Fuentes Florentino Ballesteros, 11-13 50002 Zaragoza |
Historia >