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Refugiados

REFUGIADOS

Cuando hace unos meses vi en los medios de comunicación la fotografía de Aylan, ese niño ya cadáver, arrojado por las olas a una playa griega, mi conciencia, como la de tantos otros ciudadanos se llenó de amargura. Era hermosamente cruel. El cuerpo todavía no había sufrido los estragos de la putrefacción, se hallaba con la cara vuelta hacia la arena. Era un cuerpo pequeño, con la misma ropa que llevan nuestros niños. Su aventura vital había sido injustamente breve. Pero la tragedia es inmensa; como lo está siendo nuestra indiferencia. Casi diariamente tenemos noticias de barcas mal pertrechadas que, atestadas de desesperados y explotados parias, se aventuran en el Mediterráneo, el mismo plácido mar surcado por cruceros y turistas. Cientos, miles, un sinnúmero de dolientes, huyen de sus países, del terror causado por algunos de sus conciudadanos, en búsqueda de la Arcadia europea. Como anónimos Ulises emprenden un viaje en penosas condiciones. Ninguna Penélope les espera más allá del horizonte. Imaginen su travesía: frío nocturno, calor abrasador, hambre, hedor insoportable, miedo, esperanza, decisión de huir del horror y una vida sin futuro, ensoñaciones en un futuro inexistente e incierto. Cuando llegan a alguna desconocida tierra, se les recibe cuál apestados: guardias con guantes y mascarillas, policía, fotógrafos dejando constancia del espectáculo. Un idioma extraño, sin libertad, sin dinero, a merced de la compasión. Encierros interminables en campos de refugiados (¡otra vez en suelo europeo!), filas para recibir algo de comida, unos mínimos utensilios de aseo, una tienda de campaña. Esta vez no los baten las olas sino el viento o la insoportable calma. Días interminables. Deseo de salir, agotamiento. ¿Qué hemos hecho?, ¿dónde dejamos nuestra vida, amigos, familia, pequeños ahorros, proyectos? Europa, la próspera Europa, asiento de los mejores valores de la Humanidad, donde tantos principios han tomado forma, la libertad, el arte, la filosofía, la ética; en suma, el Humanismo, no actúa. Todavía más, se pone en duda su derecho a participar de nuestro progreso, de nuestros derechos heredados. Como tantas veces en la Historia (las matanzas de la ex Yugoslavia no están tan lejanas) Europa se encoge, surgen movimientos radicales. El problema nos sobrepasa. No tenemos la solución, pero no perdamos nuestros principios.

Zaragoza, 3 de junio de 2016

Dr. José Manuel López Tricas

Farmacéutico especialista Farmacia Hospitalaria

Farmacia Las Fuentes

Florentino Ballesteros, 11-13

50002 Zaragoza

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Lopeztricas Jose-Manuel,
3 jun 2016, 11:51
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