PICOR, HERMANASTRO DEL DOLOR En el año 2017 se celebró en Polonia el 9º Congreso Mundial del Prurito. El picor (técnicamente prurito) se considera hermanastro del dolor, debido a que hasta hace unas décadas se creía que ambas percepciones (prurito y dolor) compartían las mismas vías nerviosas en su viaje desde los receptores cutáneos de la piel hasta la médula espinal y, desde allí, al cerebro. Además, una observación parecía corroborar esta suposición: la presencia de dolor daba lugar a la desaparición del prurito. En este modelo conceptual, se creía que un estímulo débil desencadenaría el prurito, mientras otro potente daría lugar a la sensación dolorosa. Era la primera explicación del prurito desde que el tudesco Samuel Hafenreffer, a comienzos del siglo XVII se interesara por este asunto. No fue muy lejos en sus elucubraciones, pues se limitó a definir el prurito como «una sensación desagradable en la piel que desencadena la necesidad de rascado». Fue necesario esperar hasta finales del siglo XX para hallazgos más interesantes. Martin Schmelz descubrió en 1997 que la percepción de prurito se transmite por unas fibras nerviosas que, si bien están relacionadas con las que transmiten el dolor, son distintas. Las interacciones entre ambos tipos de fibras nerviosas podría justificar la observación de que el dolor (un estímulo poderoso) anula el prurito (un estímulo débil). En este afán, tan humano, de clasificar todo, hoy se distingue entre el prurito receptivo que se origina en la piel por razones varias, desde la picadura de un insecto, urticaria, eczema o neurodermitis, y el prurito neuropático, causado por una lesión de las fibras nerviosas a consecuencia de enfermedades (esclerosis múltiple, varicela infantil o herpes zóster (proceso que es consecuencia de la reagudización en el adulto del virus de la varicela padecida durante la infancia). Existen picores (pruritos) menos habituales, como lo que se originan de enfermedades del sistema nervioso central, enfermedad hepática, diálisis; y otros cuya causa simplemente se ignora. Incluso algunas infecciones por virus desencadenan cuadros de intenso picor. Tal es el caso de la inhabitual infección por el virus Oropouche. La denominada fiebre Oropouche, patronímico de un río de la isla de Trinidad, se aisló en el año 1955. Hasta fecha reciente infectaba a diversas especies de monos, sobre todo los denominados perezosos, muy abundantes en las selvas sudamericanas. Este virus ha causado brotes esporádicos en algunas ciudades tropicales de Brasil, Perú, Panamá y algunas islas bañadas por el mar Caribe. En muchos sentidos la fiebre Oropouche remeda al dengue, si bien tiene la particularidad de causar un intenso y prolongado prurito, a diferencia del dengue que causa intensos dolores articulares, musculares y retroocular. Tal vez los intensos dolores asociados a la infección por dengue anulen la percepción del picor (prurito). El rascado es una respuesta básica al picor, tratando de eliminar mecánicamente la causa que lo desencadena. El hecho de rascarse suele ser placentero. Pero no siempre es así. En un porcentaje significativo de la población el prurito de intensidad mediana a intensa se puede volver crónico llegando a ser difícil de soportar, siendo agravado por el rascado. ¿Qué factores se hallan tras este prurito persistente? Las más evidentes son las reacciones alérgicas, los eczemas pruriginosos y la infestación por los ácaros de la sarna, además de algunas enfermedades infrecuentes e incluso el tratamiento con determinados medicamentos. No es un asunto menor si consideramos que alrededor de 300 millones de personas padecen sarna en todo el mundo. Aunque menos frecuente, tampoco es desdeñable el número de personas que padecen eczema pruriginoso. Además, alrededor del 50% de quienes ha se someterse a diálisis padecen prurito crónico. El prurito, a semejanza del bostezo, también tiene una causa psicógena; ver a alguien rascarse o ver una imagen que se pueda relacionar con el picor (por ejemplo, imágenes de pulgas o piojos) induce un comportamiento de rascado. La explicación al carácter contagioso del prurito (y del bostezo) se fundamenta en las denominadas neuronas espejo. Se trata de neuronas (células nerviosas) que se activan cuando vemos a otras personas (incluso animales domésticos) realizar una determinada tarea o actividad. Como es conocido, una molécula, histamina, es responsable del picor. De ahí que los medicamentos antihistamínicos (los usados en los procesos alérgicos) alivien el picor. Se han llevado a cabo estudios de imaginería cerebral para localizar las regiones cerebrales que se activan ante las percepciones de picor y dolor. Algunas de estas regiones son comunes, pero otras parecen ser relativamente específicas, sobre todo los lóbulos frontal y temporal izquierdo, regiones donde se procesan las emociones. Otras áreas cerebrales parecen ser refractarias a los estímulos pruriginosos, tales como las relacionadas con los estímulos sensoriales o los movimientos. Claves: Gen GRPR: gen que codifica la síntesis (transcripción seguida de traducción) de la proteína Gastrin Release Peptid Receptor GRPR: proteína de membrana con configuración de siete giros helicoidales que actúa como receptor del péptido liberador de gastrina, tanto en el páncreas, intestino, estómago, como en diversas regiones del cerebro. GRP: Gastrin Release Peptid. La genética ha entrado también en el estudio del prurito. Dos investigadores, Zhou Feng Chen y Yan-Gang Sun, ambos en la universidad del estado norteamericano de Washington, en Sant Louis, descubrieron un gen al que designaron con el acrónimo GRPR (Xp22.2, esto es: brazo largo (p) del cromosoma X en posición 22.2). Los ratones a los que se había manipulado genéticamente (ratones knockout) para desposeerlos del gen GRPR (Gastrin Release Peptid Receptor) no se rascaban cuando entraban en contacto con sustancias que desencadenaban picor en ratones normales. Este gen codifica una proteína (GRPR) que actúa como receptor del factor liberador de gastrina (GRP, de su acrónimo en inglés Gastrin Release Peptid). Cuando los investigadores inyectaban sustancias que bloqueaban este receptor, desaparecía la necesidad del rascado. Este mecanismo da una pista de posibles líneas de investigación farmacológica para tratar el picor crónico e invalidante mediante el bloqueo de este receptor. Existe un interés creciente en desentrañar la relación entre prurito y neuropéptidos, tales como GRP antes mencionado. Los estudios se centran en hallar las interrelaciones entre neuropéptidos, los receptores de los neuropéptidos y las endopeptidasas (enzimas que disocian los neuropéptidos). Cualquier distorsión en esa intrincada relación puede dar lugar a inflamación, prurito o dolor crónico. Otro escenario es la neurodermitis. En esta patología las endopeptidasas no catalizan la hidrólisis de los neuropéptidos de modo eficiente; y estos neuropéptidos activan de modo excesivo el sistema inmune dando lugar a una inflamación crónica y progresiva. ¿Cómo se trata el prurito crónico? Los medicamentos clásicos son los antihistamínicos (para el prurito receptivo); otros, como Gabapentina y Pregabalina (antiepilépticos), Paroxetina (antidepresivo), Naltrexona (antagonista del receptor opiáceo) y diversos inmunosupresores, son especialmente eficaces frente al prurito neuropático). El uso de la Naltrexona (bloqueante del receptor opiáceo μ) se basa en la observación de que los adictos a opiáceos suelen sufrir prurito intenso. Si bien es preciso recurrir a medicamentos para el alivio del prurito intenso y crónico, otras medidas pueden ejercer efectos lenitivos, tales como duchas o baños fríos, usando sustancias como polidocanol. En cualquier caso, tenga cuidado. Recuerde el final de Jean-Paul Marat, médico e intelectual masón de la Revolución Francesa. Sufría una enfermedad de la piel que le ocasionaba intensos picores que aliviaba mediante prolongados baños en una tina de madera. Durante uno de esos baños fue asesinado por una radical de la rama política de los girondinos. Zaragoza, a 20 de agosto de 2019 Dr. José Manuel López Tricas Farmacéutico especialista Farmacia Hospitalaria Farmacia Las Fuentes Florentino Ballesteros, 11-13 50002 Zaragoza |