Enfermedad de Lyme


ENFERMEDAD DE LYME

Microfotografía de varias espiroquetas de Borrelia burgdorferi.

A finales de la década de 1970 Allen C. Steere y Stephen E. Malawista, a la sazón en la Universidad de Yale, describieron una misteriosa enfermedad con una característica común: inflamación de las articulaciones, sobre todo la rotuliana.

Wilhelm Burgdorfer descubrió que el agente causal era una espiroqueta transmitida por la picadura de garrapatas. La bacteria se denominó Borrelia burgdorferi en su honor.



La espiroqueta vive en el intestino medio de garrapatas Ixodes scapularis (rebautizada en la actualidad como Ixodes dammini) [véase fotografía y dibujo]  Esta garrapata es común en los prados y bosques que rodean la población de Lyme, Connecticut, Estados Unidos. Muy pronto se asociaron algunos cuadros clínicos cutáneos y neurológicos de origen desconocido hasta entonces, presentes tanto en Estados Unidos como en Europa, a la infección por Borrelia burgdorferi y las garrapatas transmisoras. Otras especies del género Ixodes (vg Ixodes pacificus) son también vectores de la Borrelia burgdorferi. Solo un 10% aproximadamente de todas las personas infectadas que no reciben tratamiento desarrollan efectos graves permanentes. Y, por suerte, la espiroqueta Borrelia burgdorferi es muy susceptible al tratamiento antibiótico si se instaura pronto tras la infección.

El proceso inicia con la fijación a la piel de una garrapata, en estadio ninfa o adulta. Ésta comienza a alimentarse de sangre. Las espiroquetas (Borrelia burgdorferi) que se alojan en el intestino medio del ácaro, inician un rápido proceso de multiplicación, entrando en la circulación de la garrapata, acumulándose en sus glándulas salivares, desde donde penetran en el torrente sanguíneo del humano. Para que la infección humana tenga lugar de un modo efectivo, la garrapata debe permanecer adherida a la piel al menos 36 a 48 horas.

Alrededor del 60% de los infectados desarrollará un ECM (Eritema Crónico Migrans), esto es, un exantema redondeado que evoluciona a partir de un enrojecimiento inicial en el lugar de la picadura de la garrapata (ninfa o adulta). Esta zona, que ni duele ni pica, se extiende hasta alcanzar varios centímetros de diámetro, a la vez que la zona central se aclara (suele denominarse «ojo de buey»). Incluso sin tratamiento, el exantema cutáneo desaparece al cabo de días o semanas.

La diseminación sanguínea de las espiroquetas da lugar, al cabo de algunos días, a diversos síntomas, tales como fiebre, fatiga, mialgias, artralgias y anorexia que es fácil confundir con un proceso gripal.

En un 20% de los pacientes se observan también síntomas neurológicos tales como parálisis de Bell (parálisis facial unilateral o bilateral que se puede prolongar durante varias semanas). Así mismo puede aparecer meningitis (rigidez de cuello, fotosensibilidad y cefalea), y radiculoneuropatía con dolor y disestesias en las áreas corporales que se hallan al mismo nivel que las raíces nerviosas afectadas.

El efecto cardíaco de la infección es un bloqueo atrioventricular, manifestado clínicamente por una menor capacidad para el ejercicio físico. Este pródromo cardiaco suele durar como máximo unos 10 días, y solo raramente precisa intervención cardíaca (implantación de marcapasos).

Una característica de la enfermedad de Lyme en algunos pacientes es la afectación músculo-esquelética. Se manifiesta primero un leve dolor migratorio que irradia hacia músculos, tendones y articulaciones. Al cabo de unos meses, la mitad de los pacientes que no fueron tratados con antibióticos desarrollan un cuadro de artritis, en especial en la articulación rotuliana. La principal diferencia entre la artritis reumatoide (de origen desconocido, probablemente autoinmune) y la artritis por enfermedad de Lyme es la simetría de las articulaciones afectadas (inflamadas y dolorosas) en la artritis reumatoide y la asimetría que se observa en la artritis de la enfermedad de Lyme.

Hay algunas diferencias entre las manifestaciones clínicas de la enfermedad de Lyme en Europa y Estados Unidos, debido probablemente a diferencias genéticas entre las cepas de Borrelia burgdorferi. En Europa, alrededor del 10% de los pacientes sin tratamiento sufren durante años o decenios acrodermatitis crónica atrófica (enrojecimiento y modificación de la textura de la piel). Esta alteración dérmica es muy infrecuente en los casos que se presentan en Estados Unidos.

Muchos de los signos y síntomas de la enfermedad de Lyme son consecuencia de la respuesta inmunitaria contra las espiroquetas.

Es fundamental instaurar un tratamiento antibiótico tan pronto se tenga certidumbre de infección; pero un diagnóstico certero es difícil. De un lado, los anticuerpos contra los antígenos de Borrelia burgdorferi no adquieren una titulación suficiente hasta varias semanas después de la infección, y el exantema característico puede pasar desapercibido, sobre todo se aparece en la espalda o en pliegues cutáneos, lo que es muy habitual.

Ciclo vital de la Borrelia burgdorferi, su evolución según las estaciones y su interacción con los hospedadores (garrapatas del género Ixodes, ciervos de cola blanca, humanos y otros animales


La infección se produce de sólito entre primavera y comienzo de otoño, ajustándose al ciclo vital de las garrapatas del género Ixodes. La garrapata pasa por tres estadios desde su eclosión del huevo: larva, ninfa y adulto. Las larvas se suelen fijar a un vertebrado de pequeño tamaño, generalmente un ratón de la especie Peromyscus leucopus (el típico «ratón patiblanco»). Aquí las larvas de garrapata ingieren su primera comida, tras lo cual mudan al estadio de ninfa. Si el ratón estaba infectado, la larva y posteriormente la ninfa se infectan también.

 



En el estadio de ninfa, la garrapata ingiere su segunda comida. La ninfa es responsable de la mayoría de las infecciones en humanos. Hacia final del verano del año siguiente la ninfa metamorfosea al estadio adulto. Se produce el apareamiento, en el cual el macho muere (una vez cumplida su misión) y la hembra muere tras depositar los huevos. Las garrapatas adultas suelen vivir en la piel de los ciervos de la especie Odocoileus virginianus, conocidos como «ciervos de cola blanca» (véase dibujo que acompaña al texto).

Zaragoza, a 5 de diciembre de 2014

Dr. José Manuel López Tricas

Farmacéutico especialista Farmacia Hospitalaria

Farmacia Las Fuentes

Florentino Ballesteros, 11-13

50002 Zaragoza

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