ENFERMEDADES INFECCIOSAS RETROSPECTIVA
Las enfermedades infecciosas constituyen un grupo de patologías con una trascendencia sin par. Durante milenios han modificado el curso de la Historia de un modo que hoy nos resulta difícil asumir. La unicidad de este grupo de enfermedades radica en dos características principales: su carácter impredecible, y su expansión casi explosiva a partir de unos pocos casos aislados. Ejemplos son las pestes bubónicas (pestes negras) que diezmaban la población medieval europea (el mundo conocido); y así fue también la pandemia de gripe (la mal llamada “gripe española”) que se desencadenó en el último año de la Primera Guerra Mundial, en 1918; y más recientemente, la pandemia del SIDA. Las enfermedades infecciosas tienen una naturaleza precisa (no ambigua) y cursan de manera aguda, sin derivar en patologías crónicas, aun cuando en ocasiones puede dejar graves secuelas (malformaciones en recién nacidos cuyos fetos han contraído rubéola por infección de sus madres durante los dos primeros trimestres del embarazo, secuelas permanentes por infección poliomielítica, problemas cardíacos derivados de infecciones estreptocócicas repetidas padecidas durante la infancia, etc.). Las enfermedades infecciosas pueden desencadenarse en personas por lo demás sanas, y su evolución es en la mayoría de los casos bidireccional: la curación o el óbito. En la primera situación, la curación, otorga al paciente inmunidad de por vida frente al agente causal. Una característica fundamental de las enfermedades infecciosas es que son transmisibles. Y que los mecanismos de transmisión se limitan a un número reducido de vías de infección: inhalación por vía aérea, transmisión por medio del agua, alimentos o fómites, insectos que actúan como vectores de transmisión. Existen dos tipos de intervención frente a las enfermedades infecciosas: (1º) epidemiológica, interviniendo sobre la ruta de transmisión (higiene, control de los vectores en las enfermedades parasitarias, control de los portadores); y (2º) medidas específicas encaminadas a actuar sobre el germen infeccioso, que se resumen en dos tipos de medidas: vacunación y tratamiento antimicrobiano. La profilaxis es sin lugar a dudas la mejor actuación de todas las posibles. Procediendo de esta manera se han conseguido eliminar de manera total y parcial dos graves infecciones: la viruela ha desaparecido en todo el mundo, quedando cepas para su estudio en unos pocos laboratorios con elevados estándares de seguridad; y la poliomielitis ha sido erradicada en todos los países desarrollados, quedando en áreas remotas de nuestro planeta. La lucha contra las infecciones (contra los gérmenes) es una guerra de estrategias: de un lado, los gérmenes dan cuenta de extraordinarias habilidades adaptativas (mutaciones genéticas, integración de plásmidos) para mantener su capacidad infecciosa; y el sistema inmunitario del hospedador intenta soslayar las estrategias de los microorganismos. Las enfermedades infecciosas están estrechamente vinculadas a la naturaleza y complejidad de la conducta humana. Las infecciones son parcialmente el resultado de nuestro estilo de vida y de la forma como interactuamos con nuestro entorno (dónde vivimos, cómo nos alimentamos, con quién nos relacionamos). Además, nuestra inmunidad (innata y adquirida) ha evolucionado a lo largo de millones de años fruto de su relación con nuestro microbioma pero también de la interacción con los microbios con quienes “viajamos” en el mismo viaje evolutivo. La microbiología e inmunología se desarrollaron conjuntamente, adquiriendo entidad independiente con suficiente corpus científico. Las enfermedades infecciosas no surgen de modo espontáneo como se creyó durante largo tiempo (teoría de los miasmas), sino que derivan bien por recombinación genética de microorganismos ya existentes, o por el salto evolutivo de agentes infecciosos desde sus reservorios animales (virus del SIDA). RETROSPECTIVA El primer Presidente norteamericano, George Washington, falleció de una infección aguda, probablemente una epiglotitis bacteriana. G. Washington había nacido en el año 1732, en Virginia, en una familia de terratenientes, poco antes de la epidemia de difteria que asoló lo que entonces se conocía de Estados Unidos, esto es, la costa oriental y algunas tierras interiores; apenas nada de lo que ya entonces se denominaba “el lejano oeste”. Como tantos otros de su generación, su rostro fue “marcado” por la viruela (véanse retratos de la época), sobrevivió a la malaria (entonces relativamente habitual en los humedales de su tierra natal, Virginia, así como de muchas áreas del sur y este de Norteamérica. Su hermano había fallecido de tuberculosis en una isla tropical. Durante su vida tuvo lugar (no se sabe si llegó a contraerla) la pandemia de gripe en el bienio 1788-1790, que llegó a ser conocida como The Washington Influenzae. La capital de los incipientes Estados Unidos era Philadelphia, de donde huyó la mayor parte del gobierno durante una epidemia de fiebre amarilla. Las infecciones acompañaron, pues, la experiencia personal y vital del Primer Presidente de Estados Unidos. En aquella época no existían medidas higiénicas que limitasen la expansión de las infecciones; y los estudios epidemiológicos eran prácticamente inexistentes. El único “tratamiento” de las infecciones era la capacidad inmunitaria de cada persona, cuya respuesta determinaba su supervivencia o su deceso. A partir de 1812, final de la denominada Guerra de Secesión, las técnicas microscópicas permitieron demostrar que los hongos y protozoos causaban enfermedades de la piel y membranas mucosas. Alfred Donne estudió al microscopio en el año 1836 el protozoo Trichomonas vaginalis; y David Gruby dio a conocer sus estudios con Candida albicans en el año 1840. El primer gran éxito de la microbiología experimental, tras el trascendental avance de Louis Pasteur, fue el cultivo de microorganismos y la asociación causal con enfermedades concretas. La primera enfermedad infecciosa plenamente caracterizada de esta guisa fue el ántrax, siguiendo los trabajos de Davaine y Koch. De estos trabajos derivan los “Postulados de Koch”. Desde entonces se han producido espectaculares progresos en varios campos: preparación de vacunas, aislamiento y producción de antibióticos; y, más recientemente, el surgimiento de fármacos antivirales. Todas estas estratagemas se han traducido en aumento del bienestar y la esperanza de vida, constituyendo un enorme progreso en la Salud y la forma como nos enfrentamos a la enfermedad. CARACTERIZACIÓN DE LOS PATÓGENOS A finales de siglo XIX la vinculación de patógenos concretos con enfermedades específicas condujo al desarrollo de técnicas diagnósticas. En un principio, y aun hoy día, el cultivo in vitro de los microorganismos, el desarrollo de la química que permite la tinción de dichos cultivos, y el examen microscópico, constituían las técnicas diagnósticas clásicas. Una de las primeras enfermedades infecciosas que se identificó usando dichas técnicas fue la enfermedad de Whipple. Otro ejemplo lo constituye el Síndrome Pulmonar por Hantavirus, una infección cuyo agente etiológico es un esquivo flebovirus, cuya identificación solo se consiguió en el año 1993, gracias a la “reacción en cadena de la polimerasa”, más conocida por su acrónimo en inglés (PCR, Polymerase Chain Reaction). La técnica de la PCR también permitió descubrir que el Sarcoma de Kaposi estaba causado por el herpesvirus humano tipo 8. Hoy día, el desarrollo de la genética hace posible no solo identificar de manera indubitada el microorganismo responsable de una determinada infección, sino sus distintos serotipos y los plásmidos responsables de la adquisición de resistencias a los antibióticos y quimioterapéuticos. Los anticuerpos monoclonales han encontrado también aplicación, tanto con fines diagnósticos como de tratamiento. Naturalmente, sin el progreso de la informática todas las novedosas tecnologías no se hubieran podido desarrollar y aplicar. DESARROLLO DE VACUNAS Las vacunas frente al ántrax y la rabia están disponibles desde el año 1870. Según datos de la Organización Mundial de la Salud 120 vacunas distintas permiten salvar cada año alrededor de 2,5 millones de vidas; y con una cobertura óptima se podría conseguir que otros dos millones de personas no falleciesen por enfermedades prevenibles. CRONOLOGÍA EN EL DESARROLLO DE LAS VACUNAS
o Toxoide de Corynebacterium diphtheriae
o Toxoide de Clostridium tetani
o Bacilo Calmette Guérin (bacilo tuberculoso)
o Vacuna contra el virus de la fiebre amarilla
o Vacuna contra la gripe (virus influenza)
o Vacuna contra el tifus (Ricketsia prowazekii)
o Vacuna inyectable contra la poliomielitis (vacuna de Jonas Salk)
o Vacuna oral contra la poliomielitis (vacuna de Albert Sabin) o Vacuna contra virus atenuados del sarampión (virus atenuados)
o Vacuna contra la parotiditis (virus atenuados)
o Vacuna contra la rubéola (virus atenuados)
o Vacuna contra el ántrax (proteínas segregadas)
o Vacuna contra Neisseria meningitides (polisacáridos)
o Vacuna contra Pneumococcus (polisacáridos)
o Vacuna contra adenovirus (virus atenuados) o Vacuna contra la rabia (virus cultivados en células)
o Vacuna contra hepatitis B (Antígeno Australia) o Vacuna contra encefalitis vírica
o Vacuna contra Haemophilus influenzae tipo b (polisacáridos)
o Vacuna contra hepatitis b (antígeno de superficie de origen recombinante)
o Vacuna contra Haemophilus influenzae (polisacáridos unidos a proteínas, esto es, vacunas conjugadas)
o Vacuna contra Salmonella typhi, cepa Ty21a)
o Vacuna contra Vibrio cholerae (cepa WC-rBC)
o Vacuna contra la encefalitis japonesa (virus inactivados)
o Vacuna contra Vibrio cholerae (toxina B recombinante)
o Vacuna contra Vibrio cholerae (bacterias atenuadas) o Vacuna contra Salmonella typhi (polisacáridos Vi)
o Vacuna contra el virus de la varicela (agente etiológico: virus varicela-zoster)
o Vacuna acelular contra Bordetella pertussis o Vacuna contra hepatitis A (virus inactivados)
o Vacuna contra el virus de la enfermedad de Lyme (proteína OspA)
o Vacuna contra rotavirus o Vacuna contra Meningococcus grupo C (vacuna conjugada)
o Vacuna anti-pneumocócica heptavalente (vacuna conjugada)
o Vacuna anti-influenza
o Vacuna contra Meningococcus cuadrivalente (vacuna conjugada)
o Vacuna contra herpes zoster (virus atenuados) o Vacuna contra rotavirus (virus atenuados) o Vacuna cuadrivalente contra el papilomavirus humano (recombinante)
o Vacuna contra la encefalitis japonesa (cultivada en células Vero) o Vacuna bivalente contra el papilomavirus (recombinante)
o Vacuna anti-neumocócica 13-valente (vacuna conjugada)
o Vacuna contra los serotipos 4 y 7 de los adenovirus
o Vacuna anti-neumocócica 21-valente o Vacuna que asocia un preparado anti-meningococos serogrupos CY, y anti Haemophilus influenzae
RELACIÓN DE VACUNAS DISPONIBLES EN EL MERCADO FARMACÉUTICO ESPAÑOL En España hay registrados preparados farmacéuticos (ver tabla siguiente) frente a los siguientes microorganismos infecciosos: · Vibrio cholerae · Virus de la encefalitis japonesa · Virus influenza (gripe) · Haemophilus influenzae · Virus de la fiebre amarilla · Virus de la hepatitis A · Virus de la hepatitis B · Neisseria meningitides · Streptococcus pneumoniae · Virus del papiloma humano (serotipos 16 y 18) · Virus de la poliomielitis · Virus de la rabia · Rotavirus · Virus del sarampión · Virus de la rubéola · Virus de la parotiditis · Clostridium tetani · Corynebacterium diphtheriae · Bordetella pertussis · Salmonella typhi · Mycobacterium tuberculosis · Virus de la varicela
Zaragoza a 5 de septiembre de 2013 Dr. José Manuel López Tricas Farmacéutico especialista Farmacia Hospitalaria Farmacia Las Fuentes Florentino Ballesteros, 11-13 50002 Zaragoza |