EPIDEMIA DEL VIRUS ÉBOLA EN PAÍSES DEL OESTE DE ÁFRICA El brote infeccioso del virus Ébola que surgió en Guinea Conakry (la Guinea francófona) el pasado mes de febrero se ha extendido a Sierra Leona y Liberia, causando varios cientos de fallecimientos. El problema se agudiza porque las enfermeras que asisten a los pacientes en los hospitales abandonan su trabajo, bien reclamando un sueldo extra por atender a estos enfermos, bien huyendo ante el temor del contagio, sobre todo tras el fallecimiento de algunos trabajadores sanitarios. El caso más reciente es la muerte en Sierra Leona del Dr. Sheik Umar Khan, de 39 años. Tras su contagio se le trasladó a un hospital de Médicos Sin Fronteras. El Dr. Khan ha sido considerado un héroe nacional por su dedicación y entrega en la lucha contra la infección, que ha causado la muerte a 632 personas solo en Guinea (Guinea Conakry) (dato del 28 de julio de 2014). Costa de Marfil que comparte frontera, entre otros, con Guinea Conakry y Liberia, dos de los países con casos confirmados, ha cerrado su frontera impidiendo el regreso de miles de refugiados que huyeron a Liberia durante los brotes de violencia política de los años 2010 y 2011. En el último informe de la Organización Mundial de la Salud de 15 de julio (2014), se informaba de 964 infectados y 603 muertes confirmadas. La cifra (ver antes) ya ha sido superada. La mayoría de los fallecimientos han tenido lugar el Guinea Conakry, donde se desencadenó el brote el pasado mes de febrero. En el informe se hace hincapié en el elevado nivel de transmisión del virus. La Organización Mundial de la Salud colabora con los Ministerios de los tres países para tratar de controlar la infección, acotando su expansión fuera de las fronteras nacionales de los tres países afectados, sobre todo a Nigeria, el país más poblado de África, con graves conflictos políticos en las áreas islámicas del norte, donde las autoridades locales y las organizaciones humanitarias internacionales no podrían realizar su trabajo. La infección por el virus Ébola es una fiebre hemorrágica con una mortalidad estimada del 90%. No existe tratamiento. Los primeros casos de esta infección fueron descritos en el año 1976, en las regiones ribereñas del río Ébola (de donde toma su nombre), en lo que hoy es la República Democrática del Congo (entonces Zaire), un enorme país con una extensión cercana a toda Europa occidental. El reservorio natural del virus son los murciélagos frugívoros, si bien otros animales (gorilas, chimpancés, antílopes y puercoespines) también pueden contribuir a la expansión del virus. La escasez de medios y el miedo al contagio han motivado que muchos sanitarios de los países afectados se nieguen a tratar a los infectados. Los restantes solo atienden a aquellos que la experiencia clínica les dice que tienen alguna posibilidad de salvarse, dejando a los más graves a su inexorable destino. Entre los tres países (Guinea, Liberia y Sierra Leona) el número actual de casos es de 1.201 a los que hay que sumar 672 fallecimientos. La infección en la actualidad se considera fuera de control. El único caso confirmado en Nigeria falleció el viernes, 25 de julio, tras aterrizar en el aeropuerto de Lagos (capital administrativa, no política del país) procedente de Monrovia (Liberia). Se buscó a todas las personas que hubiesen estado en contacto con él; pero no se monitorizó a los que viajaron en el mismo vuelo. Se está planteando realizar un examen médico a todas las personas de los países actualmente afectados que pretendan realizar viajes internacionales. Sin embargo, en el mejor de los casos, este control solo se podrá llevar a cabo en los aeropuertos, siendo inviable para los viajeros que se trasladen por carretera o ferrocarril. El contagio se produce por contacto directo con los fluidos de los enfermos (sangre, vómito, saliva, orina o heces). Los síntomas iniciales son relativamente inespecíficos (fiebre, diarrea y vómito). Muy pronto se producen hemorragias internas que son la causa de la elevadísima mortandad de la infección. Se considera poco probable que la infección se extienda a Europa. No obstante hay que ser prudente y mantener la vigilancia epidemiológica. Como se ve en la fotografía (de calidad mediocre) que acompaña el artículo, los trabajadores sanitarios que atienden a pacientes infectados o trasladan los cadáveres han de vestir trajes especiales, que dificultan mucho el desempeño de su penosa tarea, sobre todo en áreas tropicales donde el calor es sofocante. El pasado fin de semana (último del mes de julio) dos sanitarios norteamericanos en Liberia han contraído la infección a pesar de llevar el traje de protección microbiológico. El contagio se produjo a la vez que la del Dr. Sheik Umar Khan, principal experto en Sierra Leona que, como se ha comentado al comienzo del artículo, se ha convertido en una de las víctimas mortales del virus. Las condiciones del hospital Kenema, en Sierra Leona, donde se concentran los enfermos, distan mucho de las que serían precisas para contener la infección. [El hospital Kenema está situado a 300 quilómetros de la capital, Freetown. Se estableció porque la provincia homónima donde se halla el hospital tiene la mayor incidencia mundial de fiebre Lassa]. El aislamiento de los pacientes es muy deficiente; y los procesos de descontaminación de las salas donde se acumulan los enfermos son claramente inadecuados. Tal vez este nuevo brote infeccioso del virus Ébola se circunscriba a los países próximos al golfo de Guinea y se logre frenar su expansión (¿?). Pero hay que ser cauteloso. Cada nuevo brote infeccioso por este virus es más extenso que el anterior. Además, su mortandad no se atenúa; y no disponemos de tratamiento alguno ante esta gravísima fiebre hemorrágica. Zaragoza, 30 de julio de 2014 Dr. José Manuel López Tricas Farmacéutico especialista Farmacia Hospitalaria Farmacia Las Fuentes Florentino Ballesteros, 11-13 50002 Zaragoza |