La psicología del miedo: el ejemplo del virus Ébola

LA PSICOLOGÍA DEL MIEDO: EL EJEMPLO DEL VIRUS ÉBOLA

El mapa refleja el número de casos de infección por virus ébola fuera de Liberia, Sierra Leona y Nigeria, a fecha 20 de octubre de 2014. Sorprende la reacción de miedo ante una infección que, fuera de las áreas endémicas, solo ha afectado a un exiguo número de personas, bien repatriados desde los países africanos o sanitarios que los han asistido directamente. Si consideramos el número de casos y las circunstancias en que se han producido los contagios, la alarma social es, como mínimo, desproporcionada, trasunto de una situación de crisis que agrava y agudiza los temores más irracionales ante cualquier suceso que creamos puede poner en peligro nuestra frágil seguridad.

A raíz de la infección de Sra. Romero Ramos, trabajadora sanitaria del hospital Carlos III, en Madrid, se ingresaron 15 personas que estuvieron en contacto con ella antes de su ingreso hospitalario.  Esta situación derivó en una crisis política y en una estúpida reacción ciudadana, encabezando durante días los titulares de todos los medios de comunicación. La Sra. Romero evoluciona muy favorablemente, mientras todo el país está al tanto de los resultados de la PCR (Polimerase Chain Reaction, o Reacción en Cadena de la Polimerasa), sofisticada técnica que permite estimar la carga genética del virus en el paciente. El gobierno decide crear un comité de expertos sin una finalidad específica, simplemente para aparentar ante la pusilánime sociedad que se está haciendo algo.

A la sensación de espanto contribuye no poco la indumentaria de los sanitarios que asisten a la paciente y los demás ingresados, algunos de los cuales muestran por la ventana un papel con su temperatura corporal, situación grotesca.

En Italia, donde no hay confirmado ningún caso de infección por el virus del Ébola, los organizadores de un congreso alimentario (Slow Food International) en Turín, han pedido a los delegados de Sierra Leona, Guinea (Guinea Conakry) y Liberia que no asistan. Paola Nano, portavoz del congreso, manifiesta que no es por temor al contagio, sino en evitación de los problemas que su presencia podría generar entre los asistentes.

El pánico acerca de la enfermedad brota de una paradoja de la vida moderna, el no saber enfrentar, con nuestra ciencia y tecnología, una amenaza que no podemos prever, comprender ni controlar. Creemos vivir en sociedades cada vez más seguras al precio de perder nuestra capacidad para afrontar los imprevistos. En nuestro mundo racional y científico no hay sitio para lo desconocido, aún más si nuestro demoníaco enemigo es invisible.

El miedo generado en Europa ante el virus ébola es objetivamente desmesurado en virtud del riesgo objetivo.

Se han producido casos de niños que no han podido ser escolarizados en Reino Unido porque los padres proceden de países donde la infección es endémica.

Parece como si ahora, en los albores del siglo XXI, se estén repitiendo los temores asociados a la ignorancia de las peores pestes medievales.

Un ejemplo, casi cómico, se produjo cuando las autoridades sanitarias de Macedonia sellaron un hotel en la capital, Skopje, manteniendo aislados a los huéspedes durante días, porque un hombre de negocios británico se sintió enfermo. Llevado a un hospital, entre extremadas medidas de seguridad, murió pronto, pero no por infección por el virus ébola, sino por problemas médicos derivados de su alcoholismo crónico.

En París, las autoridades sanitarias sellaron las oficinas de la Seguridad Social cerca de Cergy-Pontoise, después que dos africanos hubiesen enfermado en un edificio contiguo. Ambos dieron resultados negativos para el virus ébola.

Angela McLean, bióloga matemática de la Universidad de Oxford, que desarrolla modelos computacionales para evaluar el riesgo de expansión de enfermedades, afirmó que la infección por el virus del Ébola, siendo un grave problema de salud en unos pocos países de África, no se prevé que llegue a ser trascendente en Europa ni Estados Unidos. Al miedo que provoca contribuyen las circunstancias de la muerte en las precarias condiciones del África rural, entre vómitos y hemorragias externas e internas.

Hoy por hoy, se conoce bien el mecanismo de transmisión de la infección, mediante contacto con los fluidos de los pacientes. Aun cuando ello bastaría para delimitar y manejar los riesgos, no es fácil tener la certeza de haber evitado el contagio.

Si algo nos está enseñando la crisis del virus ébola es que el miedo es probablemente el más dañino de todos los virus imaginables.

Los medios de comunicación rusos se hacen eco de la alarma que el virus provoca en las sociedades europeas y norteamericana. Pero, al mismo tiempo, los africanos que viven en Rusia y los países surgidos de la extinta Unión Soviética, también encaran la sombra de la sospecha, al igual que en nuestro entorno más inmediato.

Hasta ahora, Alemania ha sido el país que ha encarado la crisis del Ébola con mayor pragmatismo, a pesar de algunas noticias en la prensa sensacionalista.

El pasado jueves, 16 (octubre 2014), la Unión Europea mostró, una vez más, su total ineficacia en la resolución de crisis. A la reunión para tratar la crisis del Ébola solo acudieron 11 de los 28 ministros, delegando los no asistentes en políticos de segundo o tercer nivel. La única decisión fue crear un “grupo de trabajo” el mes próximo para intercambiar información. En resumen: nada.

En la controvertida decisión de llevar a cabo escáneres de temperatura corporal a los viajeros procedentes de países del oeste africano, tampoco hubo acuerdo, dejando la decisión al arbitrio de cada gobierno. Bélgica, el único país europeo con vuelos directos desde Bruselas a tres países africanos más afectados (Guinea Conakry, Sierra Leona y Liberia), decidió no establecer dichos controles en su aeropuerto. Maggie de Block, Ministra de Sanidad belga, declaró que el problema principal era más psicológico que físico; se trata de una “crisis de pánico”.

Miles de africanos (más de 4.500 según la última estimación de la Organización Mundial de la Salud) han muerto como consecuencia de la infección por el virus del Ébola. Pero, desde Occidente, preferimos manifestar nuestra sentida e inoperante compasión por otro de los muchos monstruos que afligen al continente, y actuar con histeria desmedida cuando sentimos próximo el peligro.

Zaragoza, 21 de octubre de 2014

José Manuel López Tricas

Farmacéutico especialista Farmacia Hospitalaria

Farmacia Las Fuentes

Florentino Ballesteros, 11-13

50002 Zaragoza

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Lopeztricas Jose-Manuel,
21 oct 2014, 0:06
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