MONONUCLEOSIS INFECCIOSA El virus Epstein Barr (técnicamente «herpes-virus humano tipo 4») es un miembro de la familia de los virus herpes, aislado por primera vez en el año 1964. Pertenece a la Familia Herpesviridae, Subfamilia Gammaherpesvirinae, Género Linphocriptovirus, Especie Herpesvirus humano tipo 4. El virus Epstein Barr es un ADN-virus con 172.000 pares de bases de nucleótidos. En 1889 el médico alemán Pfeiffer describió la infección (Drüsenfieber), denominada después en el mundo anglosajón «fiebre glandular». El virus debe su denominación al patólogo británico Michael Anthony Epstein, profesor emérito de la universidad de Bristol (Reino Unido), e Yvonne Barr, viróloga nacida en Irlanda en 1913, fallecida en Melbourne (Australia), en el año 2016. Denis Parsons Burkitt, a la sazón cirujano que trabajaba en Kampala, Uganda, pronunció una conferencia en el año 1961 titulada «los cánceres más comunes en los niños de África tropical: un síndrome no reconocido hasta ahora». Michael Anthony Epstein se hallaba entre los asistentes. El síndrome al que se refería Burkitt era un tipo de linfoma que terminaría por denominarse con su epónimo, «linfoma de Burkitt». Las partículas virales en cultivo celular se estudiaron en el hospital británico de Middlesex. En el año 1964 Anthony Epstein, Ivonne Barr y Bert Achong publicaron un trabajo sobre este «nuevo» virus en la revista médica británica The Lancet. Los estudios de las líneas celulares en cultivo infectadas con el virus se continuaron en Philadelphia, Estados Unidos. Allí se descubrió que el virus del «linfoma de Burkitt» también causaba la «mononucleosis infecciosa» (entonces denominada «fiebre ganglionar»), obteniéndose los primeros anticuerpos contra el virus. En 1968 se descubrió que el virus puede «inmortalizar» las células B. El virus ya designado «virus Epstein Barr» evolucionó hasta convertirse en un parásito de los linfocitos B. Su aislamiento se llevó a cabo en linfocitos de biopsias del linfoma de Burkitt y de «carcinomas nasofaríngeos». El virus Epstein Barr infecta a las células linfoblastoides en cultivo (in vitro). Los linfocitos B infectados inician una división masiva y disruptiva (deriva cancerosa). Esta deriva neoplásica es función de la expresión de varios genes víricos: EBNA-2, EBNA-3 y LMP-1. [Acrónimos: EBNA: Epstein Barr Nuclear Antigen; LMP: Latent Membrane Antigen]. Ante la respuesta inmune del hospedador, el virus usa un ratimago: «desconectar» sus propios genes en espera de mejores condiciones para su reactivación, sobre todo un deterioro del estatus inmunitario del paciente. El virus Epstein Barr puede infectar tanto linfocitos B como células epiteliales, si bien el mecanismo difiere en sus primeras etapas. [Muchas veces se refiere de modo indistinto a linfocitos B y células B. La diferenciación (activación) de los linfocitos B da lugar a un aumento de tamaño junto con la expresión de un anticuerpo específico pasando a denominarse células B]. La infección del linfocito B tiene lugar cuando la glucoproteína viral gp350 se engarza al receptor de membrana (marcador) CD21 (a veces referido como CR2). A continuación otra glucoproteína (gp42) interacciona con moléculas del «complejo mayor de histocompatiblidad clase II» (abreviadamente: MHC-II – del inglés: Major Histocompatibility Complex). [El «complejo mayor de histocompatibilidad» se denominó al principio HLA, de Human Leukocites Antigen. Este grupo de anticuerpos fue descubierto por Jean Dausset]. Se produce la fusión de la cápside vírica con la membrana celular, permitiendo la intromisión del virus en el citoplasma celular. El mecanismo bioquímico que subyace a la infección de la célula epitelial por el virus Epstein Barr es distinto: la proteína viral BMRF-2 interacciona con unas proteínas celulares denominadas integrinas β1. El resultado final es idéntico a lo que sucede con los linfocitos B, la fusión de la cápside vírica con la membrana de la célula, y la ulterior intrusión del virus en la célula. Una vez en el interior celular (linfocito o célula epitelial) la cápside vírica se disuelve y el ácido nucleico tiene dos opciones: multiplicación usando la polimerasa vírica; o adopción de una conformación circular (estado latente) hasta su reactivación, adoptando una conformación lineal, integrándose en el genoma celular, y aprovechando para su replicación la ADN polimerasa celular. El primer escenario se presenta en las células epiteliales desencadenando la mononucleosis infecciosa; y el segundo escenario se manifiesta en los linfocitos. La prevalencia del virus Epstein Barr es mundial. Casi todo el mundo se contagia con este virus en algún momento de sus vidas. Se transmite a través de la saliva. Por ello, la mononucleosis infecciosa (el cuadro clínico más habitual asociado con este virus) se denomina «enfermedad del beso», una de las vías de transmisión. Otras formas involucran la compartición de alimentos o utensilios, incluidos los juguetes infantiles, muy dependiente del grado de humedad de los fómites. Los síntomas de la mononucleosis infecciosa incluyen: fatiga, fiebre, faringitis, linfangitis de los ganglios linfáticos del cuello, esplenomegalia (inflamación del bazo), hepatomegalia (inflamación del hígado) y dermatitis. Cuando el contagio del virus Epstein Barr tiene lugar durante la infancia, la infección suele pasar desapercibida o con una sintomatología muy leve. De hecho, se suele confundir con otros procesos infecciosos propios de la infancia. La mononucleosis infecciosa en adolescentes o adultos tiene una clínica más enojosa, resolviéndose al cabo de entre 2 y 4 semanas. De modo excepcional, un estado de fatiga acompañado de algias se puede prolongar durante semanas o incluso meses. El virus está presente en sangre y semen. Por lo tanto, las transfusiones de sangre, los trasplantes de órganos, y el coito, son vías habituales de contagio. El diagnóstico se lleva a cabo mediante la detección de anticuerpos específicos en el suero. No obstante, la confirmación diagnóstica es difícil porque nueve de cada diez adultos tienen anticuerpos en suero. [Recordemos que el plasma es la sangre sin células (leucocitos) y elementos formes (plaquetas y hematíes); y suero es el sobrenadante tras la centrifugación del plasma, esto es, plasma sin proteínas]. El tratamiento es sintomático: mantener una hidratación adecuada, reposo en cama y analgésicos y antipiréticos mientras se resuelve el cuadro infeccioso. En marzo del año 2011 tuvo lugar en el Centro de Medicina Molecular y Celular la primera conferencia de la cátedra Sir Anthony Epstein. Fue impartida por Harald zur Haussen, Premio Nobel de Fisiología y Medicina 2008, otorgado en reconocimiento a sus trabajos sobre «las vacunas contra los virus humanos cancerosos». [Harald zur Haussen recibió en Premio Nobel de Fisiología y Medicina ex aequo otros dos científicos, Françoise Barré Sinoussi (por sus estudios sobre el virus del papiloma), y Luc Montaigner (por el descubrimiento del que más tarde se designó como VIH)]. Michael Anthony Epstein descubrió el virus que lleva su apellido en el año 1964. Es el primer virus humano al que se vinculó con un proceso neoplásico. Anthony Epstein dirigió el Departamento de Patología (ahora denominado «cátedra Anthony Epstein») de la Facultad de Medicina Molecular y Celular entre los años1968 y 1982. El virus Epstein Barr tiene una importancia considerable. Su prevalencia supera el 95% de la población mundial. La infección, mayoritariamente asintomática, es clínicamente significativa en un número de casos porcentualmente reducido, pero importante en términos absolutos por la elevada prevalencia en la población. El virus Epstein Barr se asocia con varios cánceres humanos: «carcinomas nasofaríngeos», «linfoma de Hodgkin», y algunos «carcinomas gástricos». Como se ha escrito antes, el virus Epstein Barr también es el agente etiológico de la «mononucleosis infecciosa» («fiebre glandular»). Un trabajo publicado en la revista Archives of Neurology da cuenta de la relación entre elevados niveles de anticuerpos contra antígenos del virus Epstein Barr y el desarrollo tardío de esclerosis múltiple. Esta relación causal se obtuvo a partir de información proporcionada por proveedores de seguros sanitarios. Michael Anthony Epstein propuso en la década de 1970 que estas enfermedades se podrían prevenir mediante una vacuna contra el virus. Trabajando junto con Andy Morgan, en la Facultad de Medicina Molecular y Celular desarrollaron varias vacunas experimentales contra el virus Epstein Barr. La multinacional farmacéutica británica GlaxoSmithKline Pharma preparó varias vacunas que se ensayaron en el año 2007. Algunos preparados demostraron proteger a jóvenes contra la «fiebre ganglionar» («mononucleosis infecciosa»). De entre todas las ensayadas, una fue finalmente comercializada en Estados Unidos por MedImmune Corporation (división de AstraZeneca). Cabe esperar que se comercialicen otras vacunas profilácticas contra los cánceres relacionados con el virus Epstein Barr. Zaragoza a 2 de diciembre de 2017 Dr. José Manuel López Tricas Farmacéutico especialista Farmacia Hospitalaria Farmacia Las Fuentes Zaragoza |