
Izquierda: dibujo de Jan
Sovak, 1989
La llamada mosca negra (un término que engloba a numerosas especies) es un
díptero perteneciente a la familia de los simúlidos (Simulidae). En nuestras latitudes no transmite ninguna enfermedad,
pero en otros lugares es portadora y transmisora del parásito causante de la
llamada “ceguera de los ríos” u oncocercosis (Onchocerca volvulus).
En el valle del Ebro se ha ido expandiendo desde el Delta del Ebro en
sentido retrógrado hasta La Rioja. El primer caso documentado en Cataluña data
del año 1997, si bien hasta el año 2003 no se iniciaron campañas para tratar de
limitar su expansión, ya que su erradicación durante la estación canicular se considera
muy improbable.
A diferencia de los mosquitos, las denominadas “moscas negras” no pican,
sino que muerden, en virtud de su aparato bucal de tipo mandibular. Mientras un
mosquito pica a la manera de clavar una aguja o estilete, las “moscas negras” actúan
a modo de tijera sobre la piel del mamífero. Su presencia es más abundante en
las proximidades de cursos de agua rápidos. Tal es así en el río Ebro y algunos
de sus tributarios más importantes (vg
Ter, Gállego), zonas con abundante vegetación arbórea y arbustiva propia de
humedales. Durante el amanecer y atardecer forman enjambres; y los riesgos de
mordedura son mucho más significativos. Se muestran más activos en días de
calma (sin viento) y en zonas boscosas. Se suelen concentrar alrededor de la cabeza
de la persona o animal por quimiotactismo hacia el dióxido de carbono del
aliento. Las zonas expuestas del cuello, piernas y brazos son las más propensas
a sufrir las mordeduras de estos simúlidos. Como ya he indicado antes, se
produce irritación e inflamación, a veces extensa e importante, en función de
la sensibilidad de la persona o animal.
Las hembras depositan cientos de huevos sobre la vegetación acuática en lugares
de aguas limpias, de curso rápido y, consecuentemente, bien oxigenadas. Las
larvas metamorfosean a pupas antes de alcanzar su estadio adulto. Éstos pueden
expandirse hasta 50 quilómetros del lugar donde fueron larvas. Solo las hembras
son hematófagas (se alimentan de sangre) tras morder (no picar) a animales de
sangre caliente.
La irritación tras la mordedura puede llegar a ser importante, requiriendo
en algunos casos tratamiento sintomático (preparados tópicos conteniendo
corticoides), además de los cuidados habituales con antisépticos. Se debe tener
especial atención con niños muy pequeños, ancianos, embarazadas y personas con
enfermedades importantes ya que entonces la reacción inflamatoria puede ser más
importante.
En nuestra latitud, la molesta presencia de estos simúlidos se restringe al
período comprendido entre mitad de la primavera y final del verano, siempre a
expensas de la variabilidad climatológica.
Se tiene constancia de la existencia de unas treinta especies del género Simulidae. Las más importantes, en
virtud de su frecuencia son las siguientes: Simulium
johannseni (la más agresiva), S.
meridionale, S. luggeri (la más
prolífica), S. vittatum (la menos
agresiva).
¿Cómo se pueden reconocer las “moscas
negras”?.-
Los adultos son pequeños (menores que un mosquito), de color oscuro y con
un aspecto jorobado. Son insectos glabros (sin pelo) y sus alas son
desproporcionadamente grandes para su tamaño corporal.
Aspectos de su ciclo vital.-
Las hembras depositan cientos de huevos sobre plantas acuáticas, piedras u
otros objetos. La evolución a larvas, su metamorfosis, primero a pupas y
finalmente a moscas adultas está condicionada por la temperatura del agua. Los
adultos viven entre 3 semanas y 6 semanas. Aun cuando se han hallado alejadas
hasta 50 quilómetros de donde fueron larvas, salvo condiciones de viento
favorables, no suelen expandirse más allá de 10 quilómetros.
Tanto machos como hembras se alimentan de néctar, pero solo las hembras son
hematófagas (se alimentan de sangre), necesaria para llevar a término la
procreación.
Estrategias para evitar las mordeduras
de la “mosca negra”.-
·
La primera norma es evitar, en la medida de lo
posible, las áreas donde abunden estos simúlidos: humedales arbustivos o
boscosos y umbríos, sobre todo en las horas del alba y ocaso.
·
Evitar ropa oscura, sobre todo azul marino o con
fuertes contrastes de color. Usar de preferencia ropa blanca, con calzado
cerrado, calcetines, pantalón largo y camisas con manga larga. No está de más
usar sombrero.
·
Utilizar repelentes de insectos. Los distintos
repelentes tienen una eficacia similar. El único hecho constatado es que el N,N-dietil-m-toluamida formulado a bajas
concentraciones (35%↔60%) es tan eficaz como a elevadas concentraciones
(>90%).
Zaragoza, 27
de junio de 2012
Dr. José Manuel López Tricas
Farmacéutico especialista Farmacia Hospitalaria
Centro Información Medicamentos
Colegio Farmacéuticos Zaragoza