BENEFICIOS DE LA VACUNACIÓN PERSISTENCIA DE PREJUICIOS INFUNDADOS En un estudio retrospectivo realizado por el Centers for Disease Control and Preventión, más conocido por su acrónimo CDC, se registraron los casos de hospitalizaciones y muerte desde el año 1900 en Estados Unidos. Se disponían de datos antes y después del desarrollo de trascendentes vacunas. Considerando 9 enfermedades comunes, las hospitalizaciones y fallecimientos había caído un 90%; y si estimaban solo tres de ellas (viruela, difteria y poliomielitis) la mortalidad había descendido un 100%. En la década de 1930 los casos de difteria en Estados Unidos eran de alrededor de 30.000 con una mortalidad de aproximadamente 10% como consecuencia de la formación de membranas grises en las vías respiratorias que conducían a un colapso respiratorio de extrema gravedad, con frecuencia irreversible. En los países occidentales, la difteria prácticamente ha desaparecido. Sin embargo, a comienzos de la década de 1990, durante el caótico desmembramiento de la entonces Unión Soviética, se interrumpieron muchas campañas de vacunación, notificándose más de 100.000 casos, con alrededor de 5.000 fallecimientos. La viruela es la primera, y hasta ahora la única enfermedad que ha sido erradicada. Se conservan virus congelados en unos pocos laboratorios de alta seguridad, tanto de Estados Unidos como de Rusia. Sin embargo, a partir de la década de 1990 la vacunación es motivo de alguna controversia, incluso en países avanzados, donde los beneficios de la vacunación tienen una historia más prolongada. Generaciones enteras han crecido ajenas a enfermedades otrora habituales y sin experimentar el penoso peaje de vidas infantiles interrumpidas. Se ha perdido la conciencia de los riesgos de la no-vacunación. Estas campañas anti-vacunación surgieron a partir de un artículo publicado en la revista médica británica The Lancet del año 1998 firmado por el Dr. Wakefield. El postulado del Dr. Wakefield relacionaba vacunación y autismo en niños. En el artículo se afirmaba que la vacuna “triple vírica” (contra el sarampión, parotiditis y rubéola) podía no ser segura. Doce años después de la publicación, en el año 2000, The Lancet realizó palinodia de la publicación, declarando que el Dr. Wakefield había actuado con ausencia de probidad y evidente conflicto de intereses. El Dr. Wakefield recomendaba la administración de las vacunas mono-componentes. Además el Dr. Wakefield estaba involucrado en un claro conflicto de intereses dado que se hallaba vinculado a una empresa que pretendía fabricar una vacuna contra el sarampión cuyo éxito comercial dependía del desprestigio de la vacuna “triple vírica”. Todavía más: para su estudio, el Dr. Wakefield sometió a niños a técnicas traumáticas e innecesarias, tales como punciones lumbares y colonoscopias, sin haber recibido autorización de Comité Ético alguno. A Wakefield se le retiró la autorización a perpetuidad para ejercer la medicina en Gran Bretaña. Sin embargo el daño causado por este trabajo no terminó tras reconocer el yerro del trabajo publicado. Una asociación de padres, SafeMind, sostiene que la asociación entre vacunación y autismo puede ser consecuencia de la presencia de un derivado mercurial en la formulación de las vacunas, el tiomersal. Los grupos de presión que apoyan estas campañas anti-vacunación recomiendan a los padres que reclamen el derecho a no vacunar a sus hijos en razón de que los riesgos asociados a la vacunación son mayores que los propios de contraer la infección. Para ello se amparan incluso en Derechos Civiles. Hay que tener en cuenta que si el riesgo de contraer una infección es hoy día tan bajo se debe en gran medida a las masivas campañas de vacunación. Algunos padres exigen que sus hijos puedan asistir al colegio sin haber sido vacunados arguyendo para ello motivos “filosóficos y/o religiosos”. Pero, de modo general, las únicas razones para que no se administren las vacunas obligatorias a los niños son razones médicas (alergia a algún componente de la vacuna, compromiso inmunológico, y algunas otras). En Estados Unidos, antes de año 1994, cuando entró en vigor el Vaccines for Children Program, era más común hallar niños sin vacunar entre las familias pobres. Por el contrario, en la actualidad, prácticamente todos los niños de familias con recursos limitados están vacunados; y las faltas en las dosis de determinadas vacunas son más frecuentes entre las familias de clase media o incluso alta, en la mayoría de los casos por objeción de los padres. Se continúan desarrollando nuevas vacunas. Un ejemplo es la vacuna contra varios serotipos del virus del papiloma humano. Esta vacuna se administra a las niñas antes de iniciar su vida sexual con objeto de disminuir el riesgo de cáncer de cérvix en su edad adulta. La protección de esta vacuna solo se hará evidente dentro de varias décadas, cuando se pueda comparar la morbilidad y mortalidad debida al cáncer de cérvix con las estadísticas antes de la introducción de dicha vacuna. Por otra parte, cualquier nueva vacuna que se desarrolle hoy día será mucho más costosa, pues las exigencias previas a su autorización, incluyendo los ensayos clínicos, no son comparables con los requeridos cuando se prepararon las primeras vacunas. Además, las demandas judiciales ante potenciales efectos adversos de las nuevas vacunas, determina que los fabricantes eleven el precio de sus preparados como mecanismo de protección ante potenciales indemnizaciones. Zaragoza, 2 de diciembre de 2013 Dr. José Manuel Lóp Farmacéutico especialista Farmacia Hospitalaria Farmacia Las Fuentes Florentino Ballesteros, 11-13 50002 Zaragoza |