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Nicholas Winton, obituario

NICHOLAS WINTON: OBITUARIO

«Do not suppose that this is the end. This is only the beginning of the reckoning»[1] (Winston Churchill). Frase pronunciada tras el Acuerdo de Múnich de 1938 por el que se permitió a Alemania la anexión de la región de los Sudetes, primera ignominia internacional preludio de la Segunda Guerra Mundial.

Casi nadie conoce a este británico, Nicholas Winton. Sin embargo su nombre debería perdurar por siempre en la memoria colectiva de la Humanidad. La historia del anciano recientemente fallecido con 106 años en Maidenhead, Reino Unido, nos recuerda la de Oskar Schindler, inmortalizado en la emocionate película de Steven Spielberg. Su óbito se ha hecho público por el Rotary Club de Mainhead, del que Nicholas Winton fue primer presidente.

Su hazaña permaneció oculta hasta 1988, incluso para su esposa quien, limpiando el ático de su hogar en Maidenhead, halló unos polvorientos documentos que detallaban una historia de redención del Holocausto. La historia descubrió así cómo Nicholas Winton había salvado a 669 niños (en la fotografía junto a uno de ellos), entregados por sus padres en los prolegómenos de la Segunda Guerra Mundial a fin de salvarles de los campos de concentración y exterminio. La Reina Isabel II le reconoció en 2003 con el título de Sir.

La bonhomía de Nicholas Winton es comparable con la Oskar Schindler, el alemán que, tras tomar conciencia de la perversidad del Holocausto, gastó su dinero, no siempre logrado legalmente, para salvar a 1.200 judíos (la lista de Schindler) empleándolos en inoperantes fábricas de municiones en Polonia y Checoslovaquia; y también a Raoul Gustav Wallenberg, empresario y diplomático sueco que emitió pasaportes falsos para salvar a judíos húngaros durante su masiva expatriación a campos de exterminio  a partir de 1943, arriesgando su vida en ello.

Uno de los niños húngaros que sobrevivió al campo de Auschwitz Birkenau fue Imre Kertész, cuya novela «Sin destino» le hizo merecedor del Premio Nobel de Literatura en el año 2002.

En diciembre del año1938, Nicholas Winton era un afortunado corredor de bolsa en Londres. A petición de un amigo viajó a Praga. Allí tomo contacto con grupos de ayuda que facilitaban la extradición de judíos de la región de los Sudetes[2], recién anexionada por el III Reich.

Nicholas Winton se encontró de golpe con inmensos campos de refugiados en los que miles de judíos sobrevivían en condiciones deplorables en medio de gélido invierno centroeuropeo. Los progromos[3] contra los judíos dejaban casi sin opciones de supervivencia a miles de personas, agravadas por las restricciones a la inmigración que imponían los países occidentales, a excepción del Reino Unido. El país había iniciado un programa denominado con el germanismo anglófono kindertransport, para la acogida de niños y jóvenes por familias británicas. El Refugee Children’s Movement envió representantes a Alemania y Austria (entonces anexionada al III Reich[4]). Alrededor de 10.000 niños fueron llevados al Reino Unido antes de que se iniciase la guerra.

Sin embargo este programa de evacuación no incluía Checoslovaquia. Y es aquí donde Nicholas Winton entró en la historia. Gastó dinero propio y prestado, corrompió agentes de aduanas y oficiales nazis, mientras recibía en su habitación de hotel en Praga a padres desesperados que le entregaban a sus hijos pequeños para que los sacase del país como única posibilidad de salvación. Imagínense el trance de entregar a hijos a una organización de extranjeros para que los expatriasen a un país lejano con la posibilidad cierta de no volver a verlos jamás. Y todo ello bajo la creciente vigilancia de la Gestapo (policía política del régimen nazi).

Conforme el número de niños extraditados iba en aumento, también se incrementaba la vigilancia de la policía política. Las trabas se resolvían mediante sobornos. Resultaba fácil corromper a los dirigentes nazis, pero se corrían graves riesgos.

A comienzos de 1939 Nicholas Winton viajó a Londres al objeto de conseguir financiación para ulteriores transportes. Dos amigos, Trevor Chadwick y Bill Barazetti quedaron en Praga a cargo de la organización.

El pequeño grupo se hacía denominar Comité Británico para Refugiados de Checoslovaquia (British Committee for Refugees from Czechoslovakia, Children’s Section), pomposo nombre que les permitía obtener visados de entrada con mayor celeridad. Buscó fondos en periódicos, iglesias y sinagogas. La tarea era inabarcable y la situación política cada vez más dramática. Mientras tanto sus colaboradores en Praga corrompían a Karl Boemelberg, entonces responsable de la Gestapo en la capital checa. La posibilidad de que salieran los trenes dependía de la entrega de sobres con dinero a quien ellos se referían como “la rata criminal” (Kriminalrat).

Muchos padres malvendían sus posesiones para pagar el viaje (la salvación) de sus hijos. Cuando los padres no disponían de dinero o bien habían sido arrestados, la organización asumía los costes del viaje y la manutención.

14 de marzo de 1939: Alemania desmembró las provincias checas de Bohemia y Moravia, constituyéndolas como un protectorado alemán. Trenes cargados de niños dejaban la estación de Praga camino de Londres, si bien para ello debían atravesar territorio alemán. Los padres abandonaban a sus hijos a un futuro incierto, asumiendo que el suyo podía ser mucho peor. El viaje en tren atravesaba Nuremberg y Colonia hasta Holanda; desde allí por barco hasta Harwich, Essex; y, ya a salvo, otra vez en tren hasta Liverpool Street Station, en Londres. Allí eran recibidos y entregados a sus familias de adopción. Todos portaban como únicas pertenencias una pequeña bolsa y una etiqueta identificativa.

Pero de los ocho trenes previstos solo siete completaron su recorrido, el último en agosto de 1939. El total de niños rescatados de la sinrazón fue de 669. Los últimos 250, el grupo más numeroso, nunca llegaron a su destino. Se hallaban en el tren cuando el 1 de septiembre de 1939, Alemania invadió Polonia. Las fronteras de Alemania fueron cerradas y la tarea de repatriación concluyó dramáticamente. El tren “despareció” y no se supo de los 250 niños. Se tiene casi la certeza que todos murieron en campos de concentración.

Casi todos los niños salvados eran huérfanos al final de la guerra. Sus padres, que los entregaron para salvarlos, murieron en Auschwitz, Bergen-Belsen o Theresienstadt. Tras la guerra, muchos niños permanecieron en Reino Unidos; otros, los menos, regresaron a sus países de origen ya bajo la hégira comunista. No pocos emigraron al recién creado estado de Israel. Muchos de aquellos niños, hoy ancianos de más de 70 años, son todavía conocidos como «los niños de Winton».

Algunos de aquellos niños llegaron a ser celebridades: Karel Reisz, director de películas tan famosas como «la mujer del teniente francés» (1981), «Isadora» (1968), «Sábado noche, domingos de mañana» (1960); Lord Alfred Dubs, llegó a ser parlamentario británico; Joe Schlesinger, famoso periodista afincado en Canadá; Hugo Marom, creador de la fuerza aérea del nuevo estado de Israel; Vera Gissing, autora de «Pearls of Childhood» (2007) y otros libros; y Renata Laxová, pediatra que descubrió un síndrome que terminó por llevar su nombre (Síndrome de Renata Laxová[5]).

Nicholas George Wertheim, nació en Londres el 19 de mayo de 1909, uno de los tres hijos de Rudolf y Barbara Wertheimer Wertheimer. Su familia, de origen judío, se convirtió al cristianismo adoptando el apellido Winton.

Nicholas se educó en Stowe School en Buckingham. Trabajó como banquero, Beherens Bank (Hamburgo), Wassermann’s Bank (Berlín) y Banque Nationale de Crédit (Paris). Su exquisita educación le permitía hablar con fluidez alemán y francés. Regresó a Londres en el año 1931 dedicándose a corredor de bolsa.

Fue miembro de la Royal Air Force durante la guerra, trabajando después en organizaciones de ayuda a refugiados y la Abbeyfield Society, una organización de ayuda a personas ancianas.

En el año 1983 recibió la Orden del Imperio Británico por sus trabajos humanitarios.

Durante 50 años Nicholas Winton nunca habló de su labor humanitaria; ni siquiera a su esposa, de soltera Grete Gjelstrup, una mujer danesa con quien contrajo matrimonio en 1948. El matrimonio tuvo tres hijos, Nicholas, Barbara y Robin; el más pequeño, Robin, falleció a la edad de 7 años, en 1962.

Nicholas Winton enviudó en el año 1999. Pero su esposa, antes de fallecer, tuvo tiempo de dar a conocer la hazaña de su ya anciano marido, entregando la documentación rescatada del ático a historiadores del Holocausto. Los pormenores de la historia se conocieron gracias a un documental de la BBC[6].

Aunque ya muy anciano, Nicholas Winton recibió diversos reconocimientos: Ciudadano Honorario de Praga, cartas laudatorias del Presidente norteamericano George Bush, Primer Ministro británico Tony Blair, y del que fue Primer Presidente de Israel, Ezer Weizman. La República Checa le nominó para el Premio Nobel de la Paz. La documentación que avala su gran labor se conserva hoy día en el Yad Vashem, el memorial de Israel sobre el Holocausto. Numerosas calles y plazas honran su memoria. Tiene, además, dos estatuas, en Londres y Praga.

Su hazaña está descrita con detalle en el libro de Vera Gissing «Nicholas Winton and the Rescued Generation: Save One Life the World» (2001) escrito en colaboración de Muriel Emanuel. Y ello a pesar de que Nicholas Winton nunca dio demasiada importancia a su labor humanitaria.

Existe una película del director eslovaco Matej Minác, titulada “All My Loved Ones” (1999), y los documentales “The Power of Good: Nicholas Winton” (2002) y “Nicky’s Family” (2011); así como el libro “Nicholas Winton’s Lottery of Life” (2007).

El 1 de septiembre de 2009, 70 años después de que el último tren con los últimos 250 niños, desapareciese en su travesía de Alemania, otro tren conmemorativo salió de la estación de Praga. Sentados en los compartimentos viajaban los ancianos, atemorizados niños del aciago 1939. A su llegada a la Liverpool Street Station de Londres, se reunieron con Nicholas Winton, a la sazón un provecto de 100 años. Quiera Dios que el horror no se repita jamás. Vana esperanza, probablemente.

[1] «No supongan que esto es el final, sino el comienzo de un ajuste de cuentas» (traducción del autor del artículo)

[2] La mayoritaria población germana fue la excusa usada por el III Reich para la anexión de la región de Bohemia.

[3] Progromos: castellanización de una palabra del ruso, traducible por linchamiento de un colectivo, se aplica casi exclusivamente a las persecuciones de los judíos.

[4] La anexión de Austria a Alemania, conocida como Anschulss, se produjo el 12 de marzo de 1938.

[5] El Síndrome de Laxová también se denomina «Síndrome F». Se trata de una disgénesis acropeptorovertebral. Su manifestación clínica más significativa en un tipo de malformación esquelética caracterizada por sindactilias del tarso y del carpo. Es consecuencia de una mutación 2q36.

[6] BBC, acrónimo de British Broadcasting Corporation.

Zaragoza, 15 de julio de 2015

Dr. José Manuel López Tricas

Farmacéutico especialista Farmacia Hospitalaria

Farmacia Las Fuentes

Florentino Ballesteros, 11-13

50002 Zaragoza

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Lopeztricas Jose-Manuel,
15 jul 2015, 1:14
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