OBITUARIO DE ANTHONY JANOFF WIENER Albert Einstein afirmaba que nunca pensaba acerca del futuro porque se nos presenta demasiado rápidamente. En cambio, Anthony J. Wiener pensaba en él de manera profunda e influyente. Anthony J. Wiener escribió ex aequo Herman Kanh un libro de 431 páginas plagado de predicciones para el año 2000. Muchos de sus pronósticos se cumplieron: computadoras domésticas, órganos artificiales; y los teléfonos móviles (teléfonos de bolsillo, como se aludía a ellos en el libro). Sin embargo, otras predicciones parecen futuristas aun hoy día, tal como que los helicópteros terminarían por remplazarían a los taxis; y otras son verdadera ciencia ficción, tales como la existencia de lunas artificiales para iluminar áreas oscuras de la tierra (las áreas más septentrionales de cada hemisferio terrestre durante los inviernos austral y boreal). Otras, más importantes para la mayoría de nosotros, tampoco se han cumplido. Tal es así con la predicción de 13 semanas de vacaciones al año. Anthony Wiener falleció el 19 de junio (2012) en su casa en Closter, New Jersy, a la edad de 81 años, a consecuencia de un paro cardíaco, según informó su esposa, de soltera Deborah Zaidner. El famoso libro, escrito ex aequo Wiener y Kahn se titulaba: “The Year 2000: A Framework for Speculation on the Next Thirty-three Years” (“El año 2000: un marco conceptual para la especulación durante los próximos treinta años”). Su publicación constituyó una piedra angular en la moda sobre las predicciones futuristas que estuvo tan en boga durante la década de 1960. El libro combina multitud de elementos, desde la intuición de Aristóteles a sofisticados análisis estadísticos, para crear lo que los autores denominaron “un marco conceptual para la especulación”. En relación con las cien predicciones futuristas, casi la mitad se han cumplido. Entre las que no se han formalizado, se hallan, por ejemplo, la extensión de la esperanza de vida hasta los 150 años, o la posibilidad de mantener hibernados animales y humanos durante meses. La American Academy of Arts and Sciences hizo posible que se llevara a cabo el trabajo, financiado por Hudson Institute, al que estaban adscritos los autores. Ken Weinstein, actual presidente del Hudson Institute, ha afirmado en una entrevista que lo más destacable del libro es la compleja y sofisticada metodología empleada en un momento en que la falta de ordenadores hacía la modelización especialmente compleja. El libro no representaba la simplona extrapolación de las tendencias de los “años 60” (década de 1960). Antes al contrario, trataba de calcular las complejas e inesperadas maneras de que el futuro pudiera llegar a ser diferente. Anthony Janoff Wiener nació el 27 de julio de 1930 en Newark, creciendo en Maplewood, New Jersey. Se graduó en Derecho en la Harvard Law School. Su primera esposa, de soltera Helga Susanna Gerschenkron, falleció en 1977. En la actualidad le sobreviven su hijo, Jonathan, y su hija, Lisa Juckett, ambos fruto del primer matrimonio. También le sobreviven su segunda esposa, un hijo de un matrimonio anterior de ésta, Adam; así como su hermana, Carol Seaver; y tres nietos (todos ellos de los hijos de su primer matrimonio). Anthony Janoff Wiener fue miembro fundador en el año 1961, del Hudson Institute, un centro de investigación sobre armas nucleares estratégicas. Herman Kahn, coautor del libro, a quien conoció en el Hudson Institute, dictaba conferencias en las que preparaba a la población norteamericana ante la previsible guerra nuclear con la entonces Unión Soviética. Para escribir el famoso libro, A. Wiener consultó sobre las previsiones de futuro con clientes tan diversos como Stanford Research Institute, NASA y Shell Oil. Trabajó durante dos años en la Casa Blanca durante la Administración de Richard Nixon, siendo editor durante largo tiempo del periódico Technology in Society. Fue profesor durante muchos años en lo que hoy es la Polytechnic Institute of New York University. El gran futurólogo falleció sin ver cumplidas algunas de sus más fascinantes predicciones, como el hallazgo de vida en otros planetas, o la creación de asentamientos submarinos permanentes. Pero otras conjeturas más mundanas, aunque impensables en la década de 1960, tales como el fax sí se han visto realizadas. “NO PODEMOS PREDECIR EL FUTURO, PERO PODEMOS INVENTARLO” WE CAN NOT PREDICT THE FUTURE, BUT WE CAN INVENT IT (Eslogan que encantó al autor del artículo, leído en el Pabellón Fujitsu, Exposición Universal Sevilla, 1992). Zaragoza, a 4 de julio de 2012 Dr. José Manuel López Tricas Farmacéutico especialista Farmacia Hospitalaria Zaragoza |
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