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Obituario de Douglas L. Coleman

OBITUARIO DE DOUGLAS L. COLEMAN

Douglas L. Coleman, científico nacido canadiense, falleció  el pasado 16 de abril, en Lamoine, Estado de Maine, Estados Unidos, a la edad de 82 años.

Su celebridad tuvo mucho que ver con la reversión de un dogma científico, según el cual la obesidad tiene que ver con la expresión conductual de erróneos hábitos alimenticios. El Dr. Coleman descubrió que, en muchos casos, la genética determina la obesidad.

La causa de su óbito fue un agresivo cáncer de células basales, según el portavoz del Jackson Laboratory, en Bar Harbor, Maine, donde transcurrió prácticamente toda la vida científica de Douglas L. Coleman.

A comienzos de la década de 1960 las investigaciones del Dr. Coleman mostraron que una sustancia presente en la sangre podía frenar la sensación de hambre. Tuvieron que transcurrir treinta años hasta que el equipo dirigido por Jeffrey M. Friedman, de la Rockefeller University, en Manhattan, New York, identificara la sustancia supresora del apetito. Se trataba de la leptina, una sustancia liberada por los adipocitos (células del tejido graso). [Leptina deriva del término griego leptos (en adaptación al alfabeto latino) que significa delgado].

Estos hallazgos hicieron merecedores a los doctores Coleman y Friedman del prestigioso Premio de la Fundación Lasker (Lasker Award) en el año 2010. [El Lasker Award suele denominarse el “Nobel Americano”, pues en muchas ocasiones precede la concesión del Premio Nobel].

Sus descubrimientos desmontaron la visión convencional de que las células grasas (adipocitos) eran un depósito inerte de energía metabólica. Este “dogma” bioquímico cambió; y el tejido adiposo pasó a considerarse como un verdadero órgano endocrino, necesario para el desarrollo normal. Los adipocitos sintetizan una variedad de sustancias químicas proactivas y hormonas, que regulan el peso corporal.

Douglas L. Coleman había nacido el 6 de octubre del año 1931, en Stratford, Ontario, Canadá. Su padre trabajaba en reparación de aparatos de radio y frigoríficos (los avances tecnológicos de la época). Douglas L. Coleman se graduó en Química en McMaster University, en Hamilton, Ontario, doctorándose en Bioquímica en la Universidad de Wisconsin-Madison, Estados Unidos.

En el año 1958 entró a formar parte del Jackson Laboratory en Lamoine, Maine, Estados Unidos, con el objetivo de permanecer uno o dos años formándose en genética e inmunología animal aplicada al estudio de patologías humanas. Pero finalmente permaneció allí toda su vida laboral hasta su jubilación en el año 1991. Desde entonces vivió retirado en una casa rural, hasta su deceso el pasado 16 de abril (2014).

 A mediados de la década de 1960 dos investigadoras del laboratorio para el que trabajaba (Jackson Laboratory), Margaret Dickie y Priscilla Lane, descubrieron una mutación en ratones, a la que designaron con las letras “db (de diabetes). Douglas L. Coleman comenzó a estudiarlas comparándolas con otras cepas de ratones mutantes obesos, denominadas “ob (de obese). Ambas estirpes de ratones mutantes (“db” y “ob”) desarrollaban una notable obesidad. Pero, a diferencia de la estirpe “ob”, los ratones mutantes “db”, se hacían diabéticos y morían a los pocos días.

El Dr. Coleman supuso que los ratones con un peso corporal normal tendrían una sustancia en su sangre que prevenía el desarrollo de la obesidad. La transfusión de sangre de ratones genéticamente obesos (portadores de la mutación “ob”) a ratones con peso corporal normal, ¿los convertiría en ratones obesos?.

Para poner a prueba sus teorías, mezcló las sangres de las cepas de ratones mutantes. A continuación injertó piel de un ratón portador del gen mutante “db” en un ratón normal, alimentando a ambos con una dieta idéntica. La observación más llamativa era que las concentraciones de glucosa en los ratones normales (una vez realizado el injerto de piel de ratones mutantes “db”) eran bajísimas. Tantas veces repetía el experimento, obtenía los mismos resultados.

Las observaciones experimentales le llevaron a inferir que los ratones portadores del gen mutante “db” fabricaban alguna sustancia con la capacidad de “matar de hambre” a los ratones normales. También halló que las estirpes de ratones portadores de la mutación “ob” no producían dicha sustancia, pero respondían de idéntica manera cuando se les injertaba piel de ratones mutantes “db”.

Douglas L. Coleman llevó a cabo un sinnúmero de experimentos cuyas conclusiones afianzaron su hipótesis según la cual algún factor (sustancia) en la sangre previene la sobrealimentación mediante la activación de mecanismos de retroalimentación neuronal de la saciedad. Esta hipótesis se enfrentaba con la convicción entonces existente de que la obesidad no se sustentaba en alteraciones fisiológicas sino que su causa eran hábitos alimenticios inadecuados, esto es, un problema de autocontrol.

La hipótesis de Douglas L. Coleman necesitaba la prueba definitiva, esto es, la identificación y aislamiento del “factor de la saciedad”. En un principio, la mayoría de los intentos de identificarlo fracasaron.

La prueba concluyente de la hipótesis del Dr. Coleman se consiguió durante la década de 1990 gracias a los trabajos del equipo dirigido por el Dr. Friedman en la Rockefeller University, en Manhattan, New York. El que hasta entonces se denominaba de manera enigmática “factor de la saciedad” se identificó y bautizó como leptina. Cuando se acumula tejido adiposo, sus células (adipocitos) fabrican y segregan leptina, una proteína de 146 aminoácidos. Esta proteína interactúa con un receptor específico localizado en neuronas del hipotálamo. Como resultado de esta interacción se activan los mecanismos neuronales de la saciedad. [El hipotálamo es una pequeña área de tejido nervioso a modo de apéndice del tálamo, muy próximo a la amígdala cerebral y a la hipófisis. Forma parte del diencéfalo].

Estructura tridimensional de la Leptina (izquierda)

 

El descubrimiento de la leptina estimuló la investigación por su potencial utilidad para controlar el creciente problema de la obesidad a escala mundial, con su pléyade de enfermedades asociadas (patologías derivadas de la hipertensión, diabetes). Sin embargo, las esperanzas de usar leptina (o análogos) para controlar el exceso de peso no ha dado los resultados previstos. En primer lugar, la mutación del gen que codifica la síntesis de leptina es rarísima en humanos. Y, además, la complejidad conductual humana puede modelar, incluso anular, los efectos de estímulos biológicos relativamente simples.

La falta de leptina puede conducir a la obesidad. Sin embargo, una gran proporción de personas obesas tienen concentraciones elevadas de leptina en sangre, pero, por razones que se ignoran, son resistentes a sus efectos.

Douglas L. Coleman acumuló un total de 1,5 millones de dólares en diversos galardones científicos, donándolo todo a Organizaciones de Caridad.

Le sobreviven (29 de abril de 2014) dos de sus hijos, David y Thomas, y un nieto. Su esposa, de soltera Beverly J. Benallick y otro de sus hijos, John, fallecieron antes que él.

Errata: en la versión pdf que acompaña al final del artículo, donde aparece Colleman debe figurar Coleman (sección: OBITUARIOS).

Zaragoza, 30 de abril de 2014

Dr. José Manuel López Tricas

Farmacéutico especialista Farmacia Hospitalaria

Farmacia Las Fuentes

Florentino Ballesteros, 11-13

50002 Zaragoza

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Lopeztricas Jose-Manuel,
30 abr 2014, 0:57
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