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Obituario de Robert Edwards

Dr. Patrick Septoe junto al Dr. Robert Edwards (fotografía datada en el año 1979)

Millones de niños en todo el mundo han nacido gracias a la técnica de la fertilización in vitro. El científico que desarrolló la tecnología médica necesaria para lograrlo, Robert Edwards, falleció el miércoles, 3 de abril (2013) en Cambridge, Gran Bretaña, a la edad de 87 años, tras una prolongada enfermedad, según un portavoz de la Universidad de Cambridge. Su trabajo sobre la fertilidad fue reconocido con la concesión en el año 2010 del Premio Nobel de Fisiología y Medicina.

Robert Edwards fue un personaje entusiasta que, junto a su colega Patrick Septoe,  tomó parte en apasionados debates en los medios de comunicación, a la vez que llevaba a cabo su trabajo de investigación en condiciones de relativo aislamiento.

Durante nueve años, Robert Edwards y Patrick Septoe, se desplazaban diariamente desde Cambridge hasta un pequeño hospital en Oldham, tardando de tres a cuatro horas diarias en cada desplazamiento. Allí, en un oscuro laboratorio, tras años de experimentos y frustraciones, lograron fertilizar un óvulo, haciéndolo crecer durante un corto período de tiempo en una placa Petri, e implantándolo en el útero de una mujer donde prosiguió su desarrollo hasta el alumbramiento de una niña sana.

El primer nacimiento fruto de la fecundación in vitro, la niña Louise Brown, nació el 25 de julio del año 1978. Durante nueve años sus padres, John y Leslie Brown habían tratado de tener descendencia sin conseguirlo.

La principal motivación, pasión incluso, no fue la fama o la fortuna, sino ayudar a mujeres infértiles, según declaró Barry Bavister, un biólogo de la reproducción que durante algunos años colaboró con el equipo de los doctores Edwards y Septoe.

Traducción de las palabras del esquema:

 

Ovary: Ovario

Follicle: Folículo

Egg: Huevo

Vagina: Vagina

Ultrasound probe: Sonda de ultrasonido

Needle passes through vaginal wall and into follicle to retrieve egg: La aguja atraviesa la pared de la vagina hasta el interior del folículo para extraer el óvulo.

 



Durante los años de oscuro trabajo antes del nacimiento del primer niño fruto de la fecundación in vitro (“niño probeta” como se decía entonces), Robert Edwards se mantuvo indiferente ante las críticas de quienes pronosticaban el nacimiento de niños con graves defectos; impertérrito incluso ante los escrúpulos de sus propios estudiantes en la Universidad de Cambridge, donde era profesor.

En el año 1971, Robert Edwards perdió el apoyo del gobierno británico a sus investigaciones, en parte porque un Comité revisó sus trabajos sugiriendo que podía ser más prudente perfeccionar la tecnología de la fecundación in vitro en primates antes de dar el salto a los seres humanos. Esta reacción se fundamentó, al menos en parte, en la propia personalidad del Dr. Robert Edwards. Los miembros del Comité evaluador manifestaron su disconformidad con la “tendencia del Dr. Edwards a buscar publicidad en prensa y televisión”. Y, además, el Comité estimó que el hospital donde Robert Edwards y Patrick Septoe realizaban sus investigaciones carecía de la tecnología suficiente.

A pesar de este revés, lograron financiación privada con la que continuaron su proyecto de investigación.

En un trabajo publicado hace una década en Nature Medicine, Robert Edwards afirmaba que su proyecto de fecundación in vitro se le ocurrió cuando estaba realizando el doctorado (Ph. D.) en la Universidad de Edimburgo durante la década de 1950. En sus investigaciones llevaba a cabo ensayos con preparaciones hormonales para estimular la ovulación en las hembras animales. Solicitó a varios ginecólogos extractos de tejido ovárico obtenido a partir de intervenciones quirúrgicas a mujeres. El objetivo del Dr. Edwards era inducir la ovulación en estos preparados ováricos. Si el tejido ovárico extirpado liberaba óvulos, se intentaría llevar a cabo la fecundación ex vivo, implantando los óvulos fecundados en mujeres para continuar el desarrollo embrionario.

Sus investigaciones generaban significativa incredulidad entre muchos ginecólogos. Pocos eran quienes sentían entusiasmo por el proyecto.

Tras diversos periodos de incubación, finalmente logró que el huevo (óvulo fecundado) madurase tras un período óptimo de 25 horas, formándose un blastocele.

Pero el éxito tardaría en llegar. Cada etapa suponía una ardua tarea y, en no pocas ocasiones, ingratos periodos de continuos fracasos. El primer obstáculo fue conseguir  la fertilización del óvulo con esperma humano en el laboratorio. Esta etapa fue resuelta por el Dr. Bavister, trabajando junto con el Dr. Edwards. El problema se resolvió cuando se ajustó de modo estricto la acidez del medio de cultivo donde tenía lugar la fertilización in vitro.

La etapa siguiente a la fertilización era lograr que el óvulo comenzase a dividirse en una placa Petri, hasta un estadio (blastocele) que hiciese posible su implantación en el útero materno.

Los primeros noventa y nueve intentos de implantar el óvulo fecundado fracasaron; y el centésimo se implantó erróneamente en la trompa de Falopio en lugar del útero.

Joseph Schulman, clínico norteamericano que fundaría más tarde Genetics and IVF Institute, en Fairfax, Virgina, que trabajó junto a Robert Edwards y Patrick Septoe, dio cuenta de aquellos oscuros años de trabajo y reiterados fracasos.

La noche en que la Sra. Brown dio a luz la primera niña por fecundación in vitro (denominada con poco gusto como “niña probeta”), el pequeño hospital de Oldham se convirtió en centro de atención mediática internacional.  La niña nació sana tras un parto por Cesárea, técnica que se utilizó no tanto por necesidad de la madre como porque el parto se desarrollara en un ambiente ajeno a la enorme presión periodística.

Aquel parto fue un hito mundial porque tal como reconocían todos los médicos involucrados, si la niña hubiese nacido con alguna deformidad, habría supuesto el fin de la técnica de fecundación in vitro.

Tras el nacimiento de Louise Brown, los doctores Edwards y Septoe fundaron el IVF (In Vitro Fertilization) Bourn Hall, en Cambridge, Gran Bretaña. Patrick Septoe falleció en el año 1988. Robert Edwards fue galardonado con el Premio Nobel de Fisiología y Medicina, bien es verdad que demasiado tarde, pues cuando le fue concedido padecía demencia muy avanzada.  Su inseparable colega, Patrick Septoe, no pudo compartir el Premio Nobel pues había fallecido, y los estatutos del Premio no permiten su concesión póstuma.

La Iglesia Católica Romana denunció la concesión del Premio arguyendo que la vida humana solo debía surgir de manera natural, no “artificialmente”. El Vaticano acusó al Dr. Edwards de “responsabilidad moral por el posible desarrollo perverso de la reproducción asistida, y por todos los abusos que habían hecho posible la tecnología de la fecundación in vitro”.

Robert Geoffrey Edwards había nacido en una familia modesta en Bately, Yorkshire, un 27 de septiembre de 1925. Tras participar de modo activo en la Segunda Guerra Mundial, estudió biología en la Universidad de Wales, en Bangor. Recibió el título de doctor (Ph. D.) en la Universidad de Edimburgo en el año 1955.

Le sobreviven su esposa, Ruth Edwards, junto con cinco hijas y doce nietos.

Un mensaje en la página web del Instituto Karolinska de Estocolmo, donde se conceden los Premios Nobel, escrito por un hombre que había nacido gracias a la técnica de fecundación in vitro, es probablemente el mejor homenaje a Robert Edwards. En él se escribe: “Thank you for my life” (“Gracias por mi vida”).

Zaragoza, 19 de abril de 2013

Dr. José Manuel López Tricas

Farmacéutico especialista Farmacia Hospitalaria

Farmacia Las Fuentes

C/Florentino Ballesteros, 11-13

50002 Zaragoza

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José Manuel López Tricas,
19 abr 2013, 13:10
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