Haití

HAITÍ

El terremoto que el pasado día 12 de enero de 2010, con su réplica del día 20, y que ha hundido Haití, no es sino otro golpe a una nación que no ha visto a lo largo de su historia nada, más allá de la miseria.

Inestabilidad endémica, sangrientos dictadores, más de treinta golpes de estado y una interminable serie de huracanes y otros desastres naturales, agravados por la masiva destrucción de sus bosques, se han cobrado su peaje en incontables almas a lo largo de sus 206 años de historia. Y es así como ha llegado a ser el país más pobre de América, totalmente dependiente de la ayuda internacional.

El terremoto del día 12, y la réplica del día 20, es posiblemente el más devastador, que no el más intenso, desde 1770. Las imágenes mueven a la compasión, nuestro único recurso intelectual ante lo injusta que se nos antoja la existencia humana.

El terremoto ha tenido lugar a lo largo de la falla (fractura de la corteza terrestre) que también fue responsable de siete grandes seísmos ocurridos entre 1618 y 1860.

Haití nació como estado en 1804, tras la rebelión de esclavos dirigidos por Jean-Jacques Dessalines, quien se enfrentó con éxito al asedio de las tropas francesas. Los rebeldes consiguieron paralizar la economía del país. Haití logró su independencia; si bien su total desvinculación con la República Dominicana no llegó hasta 1859. La libertad no trajo la paz, pues pronto surgió la hostilidad entre mulatos y negros que, con diversos grados de violencia, se ha mantenido hasta la actualidad.

Las importantes inversiones norteamericanas en la isla, y el miedo a que ésta fuera invadida por Alemania, para obtener el caucho tan necesario durante la I Guerra Mundial, llevaron a la invasión norteamericana, desde 1915 hasta 1934, si bien el control fiscal se mantuvo en manos de Estados Unidos hasta 1947. Tres años después de que los norteamericanos abandonaran Haití, la actividad represora del dictador dominicano Rafael Trujillo terminó con la vida de aproximadamente 18.000 haitianos en las áreas fronterizas entre los dos países. En 1946, Dusmarsais Estimè había sido elegido presidente, el primer ciudadano negro que logró tal puesto. Pronto se alineo con los terratenientes y los militares, lo que llevó a un golpe de estado por algunos miembros disconformes de su ejército en 1950. Uno de los ministros del gobierno de Estimè, el Dr. François Duvalier (“Papa Doc”) ocupó el poder desde 1957 hasta 1971; seguido por su hijo, Jean-Claude (“Baby Doc”) desde 1971 hasta 1986. Los Duvalier redujeron el ejército, organizando una milicia represora, tristemente conocida como los “tontons macoutes”. Tras las revueltas sociales de 1984, Jean-Claude Duvalier dejó el poder en febrero de 1986, refugiándose en una de sus lujosas propiedades en Francia. El general Henri Namphi, respaldado por Estados Unidos se convirtió en el Primer Ministro, haciendo posible la libertad de expresión, redactándose una nueva Constitución en 1987 y convocando elecciones al año siguiente.

Tampoco esta vez tuvo suerte Haití: una serie de golpes de estado, auspiciaron al general Prosper Avril en la jefatura de gobierno. Y de nuevo la violencia. Hasta que en diciembre de 1990, tras unas elecciones, llegó al poder el salesiano Jean-Bertrand Aristide, proveniente de una de las zonas más humildes de la capital. Su discurso estaba impregnado de la jesuítica teología de la liberación. La experiencia pudo haber triunfado. Pero fracasó. Pronto surgieron acusaciones de que su partido político había manipulado las elecciones, robado millones de dólares provenientes de la ayuda internacional, y amedrentado a sus opositores. Y de nuevo la revuelta sangrienta cuyas dimensiones le sobrepasó, viéndose obligado a dimitir en 1991, e impeliendo a miles de haitianos a huir en precarios cayucos hacia Florida, Estados Unidos.

Durante la presidencia de Bill Clinton, 20.000 marines norteamericanos llegaron a Haití en 1994 con el propósito de restaurar en el poder a Jean-Bertrand Aristide. De nuevo golpes de estado, desórdenes y violencia.

El actual Primer Ministro Rene Preval está en su segundo mandato, tras un primero entre 1996 y 2001.

Hace ahora dos años, Rene Preval imploró ante la comunidad internacional el compromiso en la búsqueda de soluciones, afirmando que solo la caridad no terminaría con los ciclos de pobreza y desastre.

Cuando Haití deje de ocupar machaconamente las portadas de los medios de comunicación, y la ola de humanitarismo termine por extenuación, los haitianos serán dejados solos otra vez, a la espera de nuevas y probablemente inevitables catástrofes.

Dr. José Manuel López Tricas

Farmacéutico especialista Farmacia Hospitalaria

Zaragoza