RECOMENDACIÓN BIBLIOGRÁFICA: THE REMEDY, DE THOMAS GOETZ En el relato breve “Un escándalo en Bohemia” (A Scandal in Bohemia), del escritor escocés Arthur Connan Doyle (1859-1930), su famoso personaje Sherlock Holmes hace una observación al Dr. Watson: “es un error teorizar a partir de datos incompletos. Imperceptiblemente tendemos a modificar los hechos para acomodarlos a la teoría, en lugar de la teoría a los hechos” (“Insensibly one begins to twist facts to suit theories, instead of theories to suit facts”). Esta sabia observación es válida para todos los aspectos de la vida; y también lo es para el ámbito científico. En el libro The Remedy, Thomas Goetz describe los enredos que acompañaron el nacimiento de la microbiología moderna en la Europa finisecular (siglo XIX). Durante esa época se produjo un aumento de las infecciones, achacable al auge de grandes centros urbanos industriales con enormes e insalubres suburbios, ausencia de cobertura sanitaria universal y una creciente movilidad poblacional. Los microbiólogos amplificaban al microscopio los gérmenes, poco más que puntos y rayas, a los que genéricamente denominaron cocos y bacilos. En Francia, Louis Pasteur desarrolló su teoría germinal partiendo de sus investigaciones sobre la fermentación. Del estudio de la putrefacción de la carne llegó a la enfermedad humana. [La teoría germinal anuló la creencia en los miasmas, o partículas infecciosas de generación espontánea]. Coetáneo de L. Pasteur, fue Robert Koch, un médico rural alemán que se dedicó al estudio de los brotes epidémicos de ántrax en el ganado ovino. L. Pasteur y R. Koch no fueron los únicos investigadores que contribuyeron al desarrollo de la bacteriología, pero sí las figuras más conspicuas. Robert Koch descubrió el bacilo del ántrax en el año1876; y Louis Pasteur desarrolló una vacuna contra el ántrax cinco años más tarde, en 1881. Y ambos viajaron a Egipto durante una epidemia de cólera en el año 1883. Más tarde Koch reclamó como éxito propio el descubrimiento del bacilo del cólera (Vibrio cholerae). La rivalidad entre ambos científicos era un trasunto de la rivalidad franco-germana, una de cuyas manifestaciones fue la Guerra Franco-prusiana (1870-1871); otras guerras seguirían después. En esta historia entra el tercer personaje, Sir Arthur Connan Doyle, que hacia 1890 ejercía como un modesto médico rural en una ciudad costera británica. Sus dos primeras novelas habían sido publicadas en el otoño de ese año (1890) con muy escaso éxito. Cuando tuvo noticias de una importante reunión científica que iba a tener lugar en Berlín, convenció al editor de un periódico a fin de que lo enviase como corresponsal. La importancia del simposio de Berlín radicaba en el anunció que iba a realizar Robert Koch de una cura de la tuberculosis. [Recomendamos la lectura de un maravilloso libro “Grandeur et déclin d’une maladie. La tuberculose au course des ages”. Autor: Charles Coury (1972) editado por los ya desaparecidos Laboratorios Lepetit]. Koch había identificado el bacilo responsable de la tuberculosis ocho años antes, denominándose desde entonces “bacilo de Koch”. En la reunión científica berlinesa, Robert Koch anunciaría que un extracto compuesto por bacilos muertos podía curar la temida enfermedad. El supuesto hallazgo de Koch no cumplió las expectativas. La administración del extracto de bacilos muertos (tuberculina) empeoraba, de sólito, más que mejoraba la situación clínica de los pacientes. Y Connan Doyle fue un fiasco como corresponsal. No tuvo acceso a R. Koch, limitándose a visitar una sala hospitalaria llena de pacientes, que no parecían haber respondido al tratamiento con tuberculina. Regresó a Inglaterra donde escribió una larga crónica que concluía diciendo que el hallazgo de Koch era más una esperanza que una prueba (“a hope, rather than a proof”). Aun cuando Connan Dolye como Robert Koch eran médicos, y por lo tanto con formación científica, representaban dos visiones discrepantes del mundo. Mientras Koch era un ambicioso científico cuya arrogancia le condujo al fracaso del tratamiento de la tuberculosis con tuberculina (extractos de bacilos muertos), Connan Doyle se movía entre el pensamiento mágico y el racional. Era un observador perspicaz cuyo conocimiento del método científico encontró su expresión en su personaje, Sherlock Holmes, un maestro de la observación y la deducción. Robert Koch percibió que la tuberculina era una poderosa sustancia, décadas antes de comprender por qué. Ahora sabemos que es la propia reacción inmune del organismo frente a la tuberculina la que desencadena la enfermedad tuberculosa. Su administración generalmente empeorará el proceso tuberculoso, si bien puede ayudar a unos pocos enfermos. De hecho se ha usado hasta entrado el siglo XX para aquellas formas de tuberculosis refractarias a otros tratamientos. Sin embargo, la prueba de la tuberculina continúa siendo el test cutáneo electivo para evaluar la exposición al bacilo de la tuberculosis, siendo así que ha permitido salvar millones de vidas. [La prueba con la tuberculina se denomina test Mantoux o por el acrónimo TST, de Tuberculin Skin Test. El test consiste en la inyección intradérmica en el antebrazo de 0,1ml de PPD (Protein Purified Derivative). Al cabo de entre 48 y 72 horas se observa la reacción consistente en induración e hinchazón, confirmativa de la exposición al bacilo de Koch]. Zaragoza, 12 de agosto de 2014 Dr. José Manuel López Tricas Farmacéutico especialista Farmacia Hospitalaria Farmacia Las Fuentes Florentino Ballesteros, 11-13 50002 Zaragoza |