Uno
de los aspectos más llamativos derivados de los recortes presupuestarios en la Unión Europea es la disminución
de beneficios de la otrora poderosa industria farmacéutica. Según algunos
analistas, esta tendencia se mantendrá al menos hasta el año 2014.
La
reducción de la factura farmacéutica lleva a los gobiernos a legislar para obligar a que la industria farmacéutica demuestre
una eficacia claramente superior de los nuevos y más costosos medicamentos en
relación a los ya existentes, bajo amenaza de excluirlos de la lista de
medicamentos financiables o reducir el porcentaje de exención en su
financiación.
Pero
el problema no se autolimita a Europa. Muchos países emergentes establecen los
precios de los medicamentos tomando como referencia al que aquéllos se
comercializan en países europeos.
Las
empresas farmacéuticas europeas han ido capeando la crisis hasta ahora gracias
al aumento de su mercado en países emergentes durante el último lustro. Por el
contrario, las multinacionales norteamericanas son relativamente independientes
de terceros países, debido a su importante mercado farmacéutico interno.
Antes
de la reciente ola de austeridad, los laboratorios farmacéuticos tenían
prácticamente libertad para establecer los precios de sus fármacos en países
que, como Alemania, Gran Bretaña y Francia, tenían una poderosa industria. Aun
cuando sus sistemas sanitarios pagasen más por los fármacos, lograban grandes
beneficios al exportar sus medicamentos a otros países donde los laboratorios
negociaban su precio a partir del precio en el país de origen.
Pero
las circunstancias han cambiado.
Dado
que los gobiernos no están dispuestos a pagar tanto por los medicamentos, los
fabricantes están reestructurando sus estrategias e introduciendo consideraciones
económicas, como nunca antes, en el proceso de investigación y desarrollo de
nuevas medicinas. Dicho de otra manera: están reduciendo el número de nuevos
fármacos en los que están dispuestos a invertir su dinero.
Los
países de Europa occidental gastan entre un 8% y un 12% de su Producto Interior
Bruto (PIB) en Sanidad, cifra que no ha variado sustancialmente a pesar de la
crisis (fuente: Organization for Economic
Cooperation and Development).
Durante
el último Ejercicio las ventas a farmacias y hospitales disminuyeron un 2% en
Francia, un 3% en Italia y casi un 9% en España, según Business Monitor International.
Es
difícil estimar cómo afectarán los recortes al Ejercicio actual, pero el
balance se prevé negativo, sobre todo por el próximo vencimiento de caducidad
de un significativo número de fármacos rentables.
Novartis, la principal empresa
farmacéutica europea, con sede en Basilea, Confederación Helvética, redujo sus
ventas un 7% durante el año 2011; AstraZeneca, cuya razón social se
halla en Gran Bretaña, obtuvo un rédito de 1,34 billones de dólares en el año
2011, un 2% menos que en el año 2010. En su conjunto, el Mercado Farmacéutico
Europeo occidental se contrajo un 11% el año pasado (2011).
Una
de las más amargas manifestaciones de la actual crisis son las reducciones de
plantilla. AstraZeneca prevé reducir 7.000 puestos de trabajo, solo en
Europa, añadidos a los 21.000 que ya eliminó en el año 2007. Novartis
reducirá su plantilla en Estados Unidos en casi 2.000 personas. Pfizer,
la principal empresa farmacéutica mundial, con sede en Estados Unidos eliminó
6.000 puestos de trabajo el pasado mes de mayo. Hasta ahora, durante las épocas
de crisis la industria farmacéutica mermaba su plantilla en el departamento
comercial y mantenía el personal adscrito a investigación y desarrollo (I+D).
Pero en la actualidad, los recortes afectan también al personal investigador.
El año pasado (2011) ha visto recortada la inversión en I+D por primera vez en
la historia.
Hasta
ahora muchos fármacos eran autorizados por los gobiernos bajo criterios de
“no-inferioridad”, esto es, bastaba con demostrar que su eficacia era similar a
la de otros ya comercializados, política con la se trataba de respaldar las industrias nacionales. Pero esto ha
cambiado. Ahora muchos países exigen a los laboratorios que los nuevos
medicamentos demuestren una clara superioridad. Prevalece el ahorro aun a costa
de poner en riesgo el importante tejido industrial vinculado al mundo del
medicamento.
Con
independencia de otras consideraciones, estas políticas hipotecan el desarrollo
de futuros fármacos, el progreso de la ciencia y la mejora de los parámetros de
salud global.
Dr.
José Manuel López Tricas
Farmacéutico
especialista Farmacia Hospitalaria
Zaragoza