CURACIÓN (¿DEFINITIVA?) DE UN NEONATO CON INFECCIÓN POR V.I.H. El domingo, 3 de marzo (2013) un equipo de médicos norteamericanos comunicó la curación de un neonato que había nacido infectado por V.I.H. Este verdadero hito médico podría cambiar el destino de un sinnúmero de niños que nacen infectados por el virus del SIDA. El abordaje farmacológico de este niño, de un área rural de la cuenca del río Mississippi, consistió en un agresivo tratamiento antirretroviral apenas 30 horas después de su nacimiento. Si este tratamiento se muestra eficaz a largo plazo, es prácticamente seguro que se instaurará en todo el mundo. Según estimaciones de la Organización de Naciones Unidas, aproximadamente 330.000 niños se infectaron con V.I.H. (prácticamente todos por transmisión materno fetal) durante el año 2011 (no existen registros del año 2012, cuando se redacta este artículo, 6 de marzo de 2013). En la actualidad, más de tres millones de niños están infectados con V.I.H. en todo el mundo. Si se confirma la curación de este niño norteamericano, sería el segundo caso documentado en todo el mundo. Representaría un punto de inflexión en la creencia de la incurabilidad, vigente hasta ahora. Sin embargo, este hallazgo no se considera extrapolable a los adultos. La primera persona de quien se tiene constancia de curación del SIDA fue Timothy Brown, conocido como “el paciente de Berlín”, un adulto de mediana edad, enfermo de leucemia que recibió un trasplante de médula ósea de un donante genéticamente resistente a la infección por V.I.H. En palabras de la Dra. Deborah Persaud, profesora asociada en Johns Hopkins Children’s Center, y responsable del experimento: “es la prueba principal de que podemos curar la infección por V.I.H., si somos capaces de reproducir el hallazgo”. Deborah Persaud, adelantó los resultados (todavía no se han publicado en una revista médica solvente) durante la Conference on Retroviruses and Opportunistic Infections, desarrollada en Atlanta, Georgia, Estados Unidos. Algunos científicos manifiestan cierto grado de escepticismo al afirmar que necesitan confirmación de que el neonato estuviese verdaderamente infectado, pues en caso contrario se trataría de un tratamiento preventivo, algo que ya se lleva a cabo en partos de madres seropositivas. Deborah Persaud, apoyada por otros científicos, afirmaron que hay constancia de que realmente el niño (su nombre y sexo no se han desvelado) estaba infectado. Se realizaron cuatro test para ARN viral y un test para ADN vírico. Tras el inicio del tratamiento (30 horas después de su alumbramiento) los niveles de partículas víricas en su sangre comenzaron a disminuir siguiendo el patrón característico de los pacientes infectados sometidos a tratamiento antirretroviral. La Dra. Persaud afirmó que existe una mínima duda de que el niño ha tenido lo que ha definido como una “cura funcional”. El 21 de febrero (2013) ha transcurrido 1 año sin la administración de antirretrovirales y con ausencia de signos de infección vírica V.I.H. La madre llegó a un hospital rural en el otoño de 2010 con un embarazo a término, dando a luz de manera prematura. No había recibido atención médica durante su embarazo, y desconocía su condición de portadora del virus V.I.H. Después de conocerse que la madre era seropositiva del virus del SIDA, y tras dar a luz, el neonato fue enviado al Mississippi Medical Center. Hannah B. Gay, profesora asociado de pediatría en el Mississippi Medical Center llevó a cabo varias determinaciones de la presencia de ARN y ADN víricos. Los análisis evidenciaron una carga viral de 20.000 copias del virus/ml de sangre. La elevada carga viral en el recién nacido era concordante con la transmisión durante la gestación, y no con la infección durante el parto. De sólito, un recién nacido infectado por la madre se trata con uno o, a lo sumo, dos medicamentos antirretrovirales como medida profiláctica. La Dra. Gay, decidió usar de inmediato un enfoque terapéutico novedoso: un régimen de tres medicamentos dirigidos al tratamiento, no tanto a la profilaxis, sin esperar que nuevos análisis confirmasen la infección del neonato. Los niveles del virus comenzaron a declinar rápidamente; siendo indetectables cuando el pequeño cumplió 1 mes de vida. Se repitieron los análisis cuando el pequeño alcanzó 5 meses de vida. Se esperaba que la carga viral del niño hubiese repuntado. Pero, sorprendentemente, los test fueron negativos para el V.I.H. La vigilancia médica del niño continuó hasta que cumplió 18 meses. A partir de entonces la madre dejó de acudir al hospital y se interrumpió la administración de fármacos. Hannah Gay contactó con la Dra. Katherine Luzuriaga, inmunóloga en la Universidad de Massachusetts, que formaba parte junto a Deborah Persaud, y otros, de un Proyecto para documentar posibles curaciones pediátricas de la infección por V.I.H. Los investigadores, financiados por amfAR, Foundation for AIDS Research, sometieron al niño a una batería de sofisticados análisis. Hallaron restos de material genético del virus, pero no virus viables (esto es, con capacidad de replicarse). Han existido casos esporádicos de niños en los que el virus ha desaparecido de modo espontáneo, sin tratamiento, incluyendo un caso comunicado en la revista The New England Journal of Medicine, en el año 1995. Todos estos casos fueron tratados con escepticismo, debido a que las determinaciones hace unos años no eran lo sofisticadas que lo son hoy día. En cualquier caso, se quiso ver en estas curaciones “espontáneas” una excepcionalidad de los sistemas inmunes de los niños. Una hipótesis es que los medicamentos antirretrovirales eliminasen el virus antes de que pudiera establecerse como un reservorio oculto. Una razón de por qué no es factible la curación de la infección por V.I.H., radica en que el virus se esconde en un estado de “hibernación” o “durmiente”, no siendo afectado por los fármacos antirretrovirales, que solo son eficaces durante la fase de replicación. Cuando el tratamiento farmacológico se interrumpe, el virus “durmiente” revive manteniendo la infección. El esquema conceptual es que si se trata la infección antes de que el virus haya tenido la oportunidad de “esconderse” creando un reservorio, y aun antes de que destruya el sistema inmunitario, existe la posibilidad de interrumpir el tratamiento sin sufrir recaídas. Es posible curar la infección. Tristemente, cuando los adultos conocen que han sido infectados ha transcurrido demasiado tiempo; y el virus ha sido capaz de crear suficientes reservorios y dañar el sistema inmunitario, hasta un punto que hace inviable esta práctica curativa. Este hallazgo puede conducir a un nuevo protocolo de tratamiento, en el que los análisis y tratamiento radical de los recién nacidos infectados se lleve a cabo de manera casi inmediata al nacimiento, al objeto de impedir que el virus pueda crear un reservorio y perpetuar la infección. En Estados Unidos la transmisión del virus V.I.H. de madre a hijo durante la gestación es muy rara, estimándose en menos de 200 casos al año, debido a que la determinación de carga viral V.I.H. se lleva a cabo rutinariamente durante el embarazo, tratando a la madre antes del alumbramiento. En estos casos, los recién nacidos son tratados tras el parto durante seis semanas con Zidovudina (AZT, de AZidoTimidina), a la vez que se llevan a cabo análisis periódicos para determinar la carga viral. En casos donde la madre no ha recibido una adecuada atención médica durante su embarazo, descubriéndose que es portadora cuando acude para dar a luz, el niño se suele tratar con dos fármacos antirretrovirales, de modo preventivo. En los países con bajos estándares de desarrollo, aquellos en que la prevalencia de la infección es mayor, es poco probable que las futuras madres reciban tratamiento durante sus embarazos. En numerosos países de África, los análisis de los niños nacidos de madres seropositivas no se suelen llevar a cabo hasta transcurridas seis semanas de vida, según la Dra. Yvonne Bryson, responsable de Global Pediatric Infectious Disease, en la University of California, en Los Angeles. Se están planificando con urgencia estudios para valorar si la realización de tratamientos inmediatos y agresivos tras el nacimiento pueden funcionar en otros recién nacidos seropositivos. El trasplante de médula ósea que curó al “paciente de Berlín” es un procedimiento quirúrgico caro, complejo, arduo y arriesgado, mientras el protocolo seguido con el niño del valle del Mississippi es relativamente fácil y de bajo coste. Para los países pobres, el tratamiento breve, pero eficaz, de los recién nacidos puede ser abordable, ahorrando un tratamiento antirretroviral que pocos pueden costearse para el resto de sus vidas. Zaragoza, 10 de marzo de 2013
Dr. José Manuel López Tricas Farmacéutico especialista Farmacia Hospitalaria Farmacia Las Fuentes C/Florentino Ballesteros, 11-13 50002 Zaragoza |