DESCUBRIMIENTO
DE LOS DESODORANTES
Año 1916,
unos días después de Navidad: Arthur W. Stillians,
un dermatólogo de Illinois, Estados
Unidos dio a conocer un tratamiento para la hiperhidrosis (sudoración excesiva),
una condición que causa sufrimiento emocional y da lugar a aislamiento y
rechazo social. En aquella época, los casos más graves de hiperhidrosis se
trataban sometiendo al paciente a sesiones de rayos X, dado que todavía no se tenía conciencia de los riesgos
asociados a la radiación.
Arthur W.
Stillians desarrolló un tratamiento que, en aquella época, parecía
revolucionario: la aplicación tres veces al día durante una semana de una crema
formulada con cloruro de aluminio (AlCl3). Pero verdaderamente Arthur W. Stillians no fue tan
innovador. Las sales de aluminio, que taponan los conductos de las glándulas
sudoríparas impidiendo la sudoración, ya se vendían con el nombre de Everdry® hacia el año 1903 [Everdry, se puede traducir como “siempre
seco”]. Una marca popular, denominada “Odo-ro-no” fue desarrollada por un
cirujano del Estado de Cincinnati,
Estados Unidos para la hiperhidrosis de las palmas de las manos en el año 1910.
El producto era vendido en los mercados populares por su hija, quien viajaba a
lo largo y ancho del país. En el año 1919 inició una campaña agresiva dirigida
a las mujeres sobre las que incidía acerca del posible hedor de sus sobacos, lo
que les podría acarrear dificultades para hallar un marido (téngase en cuenta
la época). El sudor en los hombres estaba socialmente más aceptado. La campaña
surtió efecto: las ventas de su producto (“Odo-ro-on”) aumentaron de modo
espectacular.
“Odo-ro-no” no tuvo el mismo rechazo que
otros productos similares. Los preparados ácidos de cloruro de aluminio dañaban
los vestidos e irritaban la piel cuando se usaban con frecuencia. La solución a
este problema llegó en el año 1940, cuando un químico, Jules Montenier, patentó un producto contra la transpiración, Stopette® que corregía la acidez del
cloruro de aluminio. Los cambios sociales surgidos tras la Segunda Guerra
Mundial facilitaron su aceptación.
Los denominados “Roll-ons” fueron
desarrollados a comienzos de la década de 1950; y los desodorantes en aerosol a
finales de la década de 1960.
En esta breve reseña acerca del origen de los
desodorantes no hemos de olvidar que ya en el siglo XIX algunos médicos y
farmacéuticos recomendaban usar antisépticos para la limpieza corporal. Hacia
el año 1888, existía un desinfectante comercial para uso axilar denominado Mum®: no protegía frente a la
sudoración, pero eliminaba la carga bacteriana y los subproductos de
fermentación que son responsables del mal olor corporal.
Zaragoza, a
1 de marzo de 2014
Dr. José
Manuel López Tricas
Farmacéutico
especialista Farmacia Hospitalaria
Farmacia Las
Fuentes
Florentino
Ballesteros, 11-13
50002
Zaragoza