GRÜNENTHAL PIDE PERDÓN A LA VÍCTIMAS
DE LA TALIDOMIDA
Ha transcurrido medio siglo desde la tragedia
de la Talidomida. Y solo ahora,
tanto tiempo después, concretamente el viernes, 31 de agosto de 2012, Harald
Stock, jefe ejecutivo de Grünenthal pidió
oficialmente disculpas a las víctimas y sus familias.
La exculpación se produjo en el
acto de inauguración de una estatua de bronce que representa a un niño sin
miembros, durante un discurso que Harald
Stock pronunció en la ciudad Solberg
(en Lander de Renania), donde se asienta la Compañía Farmacéutica Grünenthal, fabricante de la Talidomida.
En su discurso lamentó no haber
encontrado la manera de disculparse personalmente de cada una de las víctimas y
sus familias durante el último medio siglo. “Hemos permanecido callados durante
cincuenta años; y pedimos disculpas por ello”. “Rogamos que consideren nuestro
prolongado silencio, dijo a los afectados presentes en la inauguración, como un
signo del choque emocional que su destino nos ha causado” (texto
traducido al inglés desde la página web de Grünenthal).
Harald
Stock afirmó que Grünenthal había
llevado a cabo todos los estudios posibles que podían realizarse en base al
conocimiento científico de la década de 1950, cuando se comercializó la Talidomida.
Sin embargo, los afectados, la mayoría en la
quinta década de su vida, sus familias y los grupos que los representan afirman
que se ha hecho muy poco por conocer las causas de los efectos teratógenos
causados por la Talidomida; al mismo
tiempo que expresan sus quejas por las bajas compensaciones recibidas.

Freddie
Astbury, de 53 años, que nació sin brazos ni piernas, portavoz de Thalidomide-U.K.
Agency, que representa a casi 500 supervivientes británicos con graves
secuelas causadas por el fármaco que tomaron sus madres durante sus embarazos,
afirmó que las compensaciones recibidas por el Gobierno y los Distribuidores de
la Talidomida, fueron claramente
insuficientes. “Agradecemos las disculpas, pero “somos personas en la quinta
década de nuestra penosa existencia, con terribles discapacidades; y precisamos adaptaciones en todos los
aspectos de nuestra vida diaria; y todo ello cuesta dinero; mucho dinero. Y es
de esto de lo que tenemos que hablar. A ninguno de nosotros se nos preguntó si
queríamos nacer con tales deformidades”.
Mientras
algunos consideran pura casualidad, otros ven interesado oportunismo, hacer
coincidir esta declaración de exculpación con la celebración de los Juegos Paralímpicos
en Londres.
En la actualidad (año 2012) se está tramitando en
Australia una demanda judicial para compensar a las víctimas de la Talidomida por valor de decenas de
millones de dólares.
UNA REVISIÓN HISTÓRICA
Para entender cómo se descubrió la Talidomida hemos de remontarnos a los
barbitúricos, cuya época comenzó tras la síntesis del ácido barbitúrico por von Baeyer en el año 1864. El término “barbitúrico”
se debe, según algunos, a que la síntesis del compuesto se logró el día de
Santa Bárbara; pero otros afirman que fue en honor de una de las colaboradoras
de Baeyer, llamada Bárbara.
Los numerosos derivados del ácido barbitúrico se
usaron ampliamente como fármacos hipnótico-sedantes, pero también fueron muy
utilizados, generalmente con éxito, con fines suicidas, debido a su estrecho
“índice terapéutico”.
En el año 1952, el equipo de investigación
dirigido por Tagmann, entonces
adscrito a los laboratorios Ciba en
Basilea, Confederación Helvética, comunicó la síntesis de un potente hipnótico con
estructura de dioxotetrahidropiridina
denominado glutetimida. Un derivado
de la glutetimida (aminoglutetimida) se comercializó en el
año 1960 como antiepiléptico, ya que este compuesto, a diferencia de la glutetimida, mostró ser un poderoso
anticonvulsivo, a la vez que un débil hipnótico-sedante El fármaco se retiró en
el año 1966, tras comunicarse varios casos de enfermedad de Addison iatrogénica al uso del
medicamento. Ralph Cash, pediatra del
Sinai Hospital de Detroit, Michigan, Estados Unidos, dio a conocer el primer caso en una niña
tratada con aminoglutetimida desde su
comercialización en el año 1960.

Cash
demostró así mismo que la aminoglutetimida
inhibe la actividad enzimática tipo desmolasa.
Esta reacción enzimática transforma el colesterol en pregnenolona, etapa clave
en la biosíntesis de hormonas esteroides.
Este efecto se quiso aprovechar y, de este modo,
se ensayó la aminoglutetimida en el
tratamiento de pacientes con la enfermedad de
Cushing, bajo el presupuesto
intelectual de limitar la excesiva producción de esteroide, pero estos intentos
fracasaron.
A comienzos de la década de 1970, se comenzó a
ensayar la aminoglutetimida en el
tratamiento de mujeres con cáncer de mama
metastásico, asociado a dexametasona,
al objeto de compensar el déficit de cortisol causado por la aminoglutetimida.

En los años de postguerra de la Segunda Guerra Mundial
(1939-1945), el equipo de investigación de Wilhelm
Kunz trabajaba en la síntesis de péptidos sencillos necesarios para la
producción antibiótica, cuya escasez en aquellos años era un grave problema en la
entonces República Federal de Alemania. Uno de los subproductos de su
investigación fue estudiado a su vez por Herbert
Keller, a la sazón farmacólogo de Chemie
Grünenthal, entonces una pequeña empresa alemana creada tras la Segunda
Guerra Mundial. Keller estableció que
este subproducto de las investigaciones del equipo de Wilhelm Kunz era un análogo de la glutetimida. Se sintetizaron una serie de derivados de este
compuesto, como potenciales fármacos hipnóticos. De todos ellos, la Talidomida pareció el mejor
hipnótico-sedante, dado que no abolía la actividad refleja en animales
experimentales (un test de
laboratorio para todos los fármacos que deprimen la actividad cerebral Tras
estudiarlo en ratones, ratas, cobayas y conejos, se lo consideró un fármaco sedante
“de notable seguridad”.
Chemie
Grünenthal propuso la venta de su nuevo fármaco a varios fabricantes en todo el
mundo quienes lo comercializarían con sus propios nombres registrados.
Talidomida se
introdujo en el mercado farmacéutico alemán (en la entonces República Federal
de Alemania) en el año 1956.
Ya en noviembre del año 1961, Widukind Lenz, un pediatra de Hamburgo,
alarmó a la comunidad científica acerca del notable incremento de niños con focomelia
atendidos en diez clínicas del norte del país. Estos niños tenían muñones en
lugar de miembros normales. Pronto el gran aumento de la incidencia de
nacimientos de niños con focomelia fue atribuido a la toma de Talidomida por las madres de estos niños
durante el primer trimestre de sus embarazos. Los primeros reportajes sobre los
efectos teratógenos de la Talidomida
se publicaron en un diario alemán, forzando al fabricante a retirar el
medicamento. Con la Talidomida, como
con la mayoría de los medicamentos comercializados hasta entonces, no se
llevaban a cabo estudios de teratogenicidad.
Cuando se retiró la Talidomida, no menos de 3.000 niños con graves deformidades habían
nacido, no solo en Alemania, también en Gran Bretaña, y algunos otros países.
En España,
el retraso en la autorización del medicamento, hizo que se produjeran muy
pocos casos, sobre todo de madres que conseguían el fármaco allende la
frontera.
En Estados Unidos, todos los casos fueron
consecuencia de los ensayos clínicos, ya que el medicamento jamás llegó a
comercializarse, gracias a que Frances kelsey,
entonces en la ´FDA (Food and Drug
Administration) consideró que los datos acerca de la seguridad del
fármaco eran insuficientes.
Por aquel entonces, en la mayoría de los países, los
gobiernos, a través de sus Ministerios de Sanidad, no intervenían en la
autorización de nuevos medicamentos. La Legislación era muy laxa al respecto.
La tragedia de la Talidomida cambió
todo de modo radical. Incluso en Estados Unidos, se potenció a la FDA que ha conseguido de este modo ser
un referente mundial a la hora de autorizar el uso de nuevas moléculas como
medicamentos.
CONSECUENCIAS DE LA TRAGEDIA DE LA TALIDOMIDA
El ultraje de la Talidomida estimuló el
desarrollo de políticas encaminadas a un mayor control de los medicamentos.
En Estados Unidos se aprobó en el año 1962 una Enmienda
a la Food,
Drug and Cosmetic Act, en base a la cual se impelía a la FDA (Food
and Drug Administration) a aumentar las exigencias antes de autorizar un
nuevo medicamento; y, además, se obligaba a los fabricantes a comunicar
cualquier efecto adverso inesperado de sus productos una vez comercializados.
La US
National Academy of Sciences revisó retrospectivamente los
aproximadamente 7.100 productos que la FDA
había autorizado, retirándose por ineficaces alrededor de dos de cada tres de
ellos.
En otros muchos países se modificó también la Legislación
en relación a los medicamentos, haciendo hincapié en los estudios previos a la
aprobación, en detrimento del seguimiento y comunicación, bastante aleatoria,
de los efectos perniciosos de los mismos con posterioridad a su introducción en
el Mercado Farmacéutico.
En Gran Bretaña, donde los casos de
malformaciones causados por la Talidomida,
también habían sido importantes, la actitud del gobierno fue mucho más ambigua,
al objeto de no perjudicar a su poderosa industria farmacéutica. Se creó el Committe
of Safety Drugs (CDS) en el
año 1964, solicitando la colaboración voluntaria de los fabricantes de
fármacos para que comunicasen cualquier reacción adversa de sus medicamentos,
pero evitándose medidas restrictivas sobre la industria farmacéutica. Además,
la información que los fabricantes de fármacos suministrasen al CDS sería tratada de manera
confidencial. Durante el primer año desde la creación del Committe of Safety Drugs, los fabricantes de fármacos enviaron 600
alegatos para nuevos medicamentos; rechazándose solo unas pocas solicitudes.
Todas estas iniciativas condujeron al
establecimiento en el año 1968 del WHO Collaborating Center for International Drug
Monitoring, un centro dependiente, como su nombre indica, de la
Organización Mundial de la Salud con sede en Uppsala (Suecia), que recibe y estudia las comunicaciones de los
potenciales efectos adversos de medicamentos.
La creación de Centros de Farmacovigilancia
(estatales, locales e incluso intrahospitalarios) tienen su origen en la amarga
historia de la Talidomida.
TALIDOMIDA EN LA ACTUALIDAD
Los efectos anti-inflamatorios e
inmunomoduladores de la Talidomida
mantienen su vigencia como medicamento en algunas indicaciones, la mayoría de
tipo dermatológico. De este modo, la Talidomida
es efectiva en el tratamiento de:
1.-
Eritema nodoso en la enfermedad de Hansen.
2.-
Estomatitis aftosa.
3.-
Enfermedad de Behçet
4.-
Lupus eritematoso (discoide o sistémico).
5.-
Prurito debido a uremia.
6.-
Prúrigo.
7.-
Sarcoidosis.
8.-
Histiocitosis de células de Langerhans en adultos.
9.-
Líquen plano.
Talidomida tiene
también efectos antineoplásicos que son consecuencia de su acción anti-angiogénica
e inductora de la apoptosis por bloqueo de la fase G1 del ciclo
celular. Los procesos tumorales en los que se ha usado Talidomida incluyen: mieloma múltiple, glioblastoma multiforme,
carcinoma renal y melanoma maligno.
El mecanismo que subyace en los efectos
terapéuticos en las distintas patologías dermatológicas citadas es, hasta donde
se conoce, el siguiente: in vitro,
inhibe la quimiotaxis leucocitaria y la fagocitosis por monocitos y leucocitos
polimorfonucleares. También se inhibe la síntesis del Factor de Necrosis
Tumoral (TNF-α, de su acrónimo en inglés), efecto que es consecuencia de una
degradación más rápida del ARN mensajero que codifica la síntesis del TNF-α.
Así mismo, la Talidomida
aumenta la síntesis de las interleucinas 4 y 5 (IL-4 e IL-5), factores trópicos
para los linfocitos T coadyuvantes (células T-helper). Al mismo tiempo inhibe la síntesis de interferón-γ.
Los efectos teratógenos son probablemente
consecuencia de la inhibición de la angiogénesis (ver epígrafe siguiente en
este mismo texto).
Existen pruebas con elevado grado de certidumbre
acerca del aumento de la angiogénesis en el mieloma múltiple; así como de la
relativa eficacia de la Talidomida en
el mieloma refractario.
Talidomida es un
racemato (mezcla equimolar de los dos enantiómeros, R y S). El enantiómero R, es responsable de su efecto
hipnótico-sedante; mientras el enantiómero S parece ser responsable de sus acciones inmunomoduladoras y
teratógenas.
MECANISMO DE LOS EFECTOS
TERATÓGENOS DE LA TALIDOMIDA
La Talidomida
da lugar a resorción fetal, pero se desconoce si este hecho es un efecto
primario del fármaco o secundario a otra anormalidad fetal.
El daño causado por el fármaco en distintos
tejidos parece ser función de la distinta permeabilidad al fármaco (estudios en
necropsias).
Estudios experimentales realizados en ratas
muestran que las anormalidades en los centros de osificación están relacionadas
con el desarrollo anormal de los huesos largos. Así mismo, el examen
radiográfico llevado a cabo en 92 niños con deformidades debidas a la Talidomida, evidenciaron cambios
articulares que remedan a los observados en la neuropatía de Charcot en adultos. Se infiere de estos
hallazgos que la Talidomida causa una
neuropatía sensorial embrionaria. Esta hipótesis también explicaría otras malformaciones
viscerales observadas.
Talidomida
prolonga el tiempo de supervivencia de los homoinjertos en ratones, debido muy
probablemente a un efecto de inmunosupresión consecuencia del retraso, o la
inhibición, en la aparición de inmunoblastos en los nódulos linfáticos
regionales. Recordar que el feto es inmunogenéticamente, un homoinjerto; y el
aborto temprano es un rechazo. La Talidomida
puede actuar, pues, previniendo el aborto espontáneo, permitiendo que fetos con
graves daños puedan seguir desarrollándose. Esta teoría por sí sola, no logra
explicar los efectos teratógenos. Y ello es así por dos razones. De un lado, el
índice de abortos espontáneos entre las mujeres que tomaron Talidomida debería ser más bajo en
relación a una población comparable. Esta circunstancia no fue observada, hecho
que se explica porque la Talidomida
tiene un efecto deletéreo sobre la implantación del blastocito en el útero. Por
otra parte, Talidomida también da
lugar a efectos teratógenos cuando se administra a conejos machos antes de la
cópula.
También se ha propuesto que la Talidomida se acumula en el sistema
nervioso del embrión, actuando como un potente tóxico que bloquea los impulsos
nerviosos necesarios para las etapas organogénicas del desarrollo embrionario.
Otras teorías postulan que la Talidomida interfiere con la acción de
vitaminas del grupo B, pudiendo causar polineuropatías fetales que interfieran
con el desarrollo embrionario.
En cualquier caso, no existe un modelo coherente
que permita explicar los gravísimos efectos teratógenos causados por este medicamento
hace ahora cincuenta años.
Zaragoza, 8 de septiembre de 2012
Dr.
José Manuel López Tricas
Farmacéutico
especialista Farmacia Hospitalaria
Zaragoza