2010: Bodas de Oro de la píldora anticonceptiva
2010: BODAS DE ORO DE LA PÍLDORA ANTICONCEPTIVA
Se cumplen cincuenta años de la aprobación por la FDA (Food & Drug Administration) norteamericana de la “píldora anticonceptiva”; y, transcurrido medio siglo, continúa siendo el método anticonceptivo más usado en todo el mundo.
La regulación farmacológica de la concepción ha revolucionado las relaciones sexuales y sociales hasta un punto del que hoy día difícilmente somos conscientes. De entrada permitió a las mujeres programar sus embarazos, incorporarse a la vida laboral; y, también, socavar la institución del matrimonio. Entiéndase: hablamos de hace medio siglo.
Pero, así mismo, modificó aspectos fundamentales de la terapéutica farmacológica. Así, por ejemplo, la realización de extensos estudios clínicos (en número de personas involucradas y en duración temporal), el estudio continuo de la seguridad de los medicamentos comercializados, y la aparición de los prospectos tal y como ahora los conocemos, tienen que ver la preocupación sobre la seguridad de la denominada “píldora anticonceptiva”. La aparición de los prospectos estandarizados no fue bien vista al principio por muchos médicos; pero su ausencia es impensable hoy día, procurándose ahora que la información que contiene sea exhaustiva, a la vez que fácil de leer y comprender por los pacientes, con independencia de su grado de formación académica.
Todas estas prácticas (estudios clínicos previos, seguimiento de la seguridad de los medicamentos, información escrita contendida en los envases), si bien comenzó con la comercialización de la “píldora anticonceptiva”, se afianzó tras la tragedia de la Talidomida, pocos años más tarde. Éste fue un medicamento que se prescribió como hipnótico y sedante, con el añadido de ser promocionado como especialmente seguro durante el embarazo (en razón de la inocuidad observada durante los estudios previos en ratas preñadas). Lamentablemente, la inocuidad en las ratas, no era extrapolable a las mujeres; y miles de niños nacieron con gravísimas deformaciones en los miembros. La mayoría de los casos ocurrieron en Europa, ya que en los Estados Unidos no llegó a comercializarse; y los pocos casos españoles fueron debidos al retraso con que el fármaco fue autorizado en España.
La primera “píldora anticonceptiva”, Enovid®, que combinaba hormonas (estrógenos y progestágenos), era ya prescrita para tratar problemas menstruales. Pero la nueva indicación (anticoncepción) obligó al fabricante, Searle, a demostrar que era efectiva previniendo el embarazo. Si el medicamento era realmente efectivo, ahorraría a las mujeres los riesgos de embarazo y alumbramiento, lo cual eclipsaba cualquier potencial riesgo teratógeno.
A tal fin, la “píldora anticonceptiva” fue evaluada en el estudio clínico más extenso realizado hasta esa fecha: se incluyeron en 897 mujeres, la mayoría en Puerto Rico y Haití. Durante este ensayo no se valoraron determinados riesgos, tales como una mayor propensión a desarrollar cáncer o enfermedades cardiovasculares, entre otras. Las incertidumbres acerca de los efectos a largo plazo, condujo a que se limitaran las prescripciones a dos años, según la FDA. Sin embargo, su abrumador éxito hizo que la limitación temporal de uso (2 años) no se tuviese en cuenta. La aparición de otras marcas registradas permitía a las mujeres sortear la prohibición; pero también podían cambiar de médico para obtener otra prescripción de la marca que usaban; además del hecho de que muchos médicos hacían caso omiso de tal limitación.
Y entonces comenzaron a surgir los primeros problemas: en noviembre de 1961, un médico británico comunicó en la revista The Lancet (el enlace o “link” referencia a la publicación en la revista médica JAMA), que una mujer joven sufrió problemas de coagulación, a consecuencia de los cuales terminó falleciendo. La causa de los problemas de coagulación, se relacionaron con el uso de la “píldora anticonceptiva”. En los meses siguientes se comunicaron otros dos casos, también con resultado de muerte. Y en 1962, la FDA norteamericana había acumulado 26 casos de problemas que involucraban a la “píldora anticonceptiva” con alteraciones de la coagulación.
En 1964, más de cuatro millones de mujeres habían usado la “píldora anticonceptiva” fabricada por Searle. Numerosas variantes inundaron el mercado. Y, en consecuencia, no fue posible determinar el grado de causalidad entre la “píldora anticonceptiva” y los problemas de coagulación. Y, ante esta situación, se establecieron dos procedimientos de actuación que, con el tiempo, se han convertido en técnicas de rutina en el campo de la farmacología: de un lado, la creación de un panel de expertos que revise las evidencias de los medicamentos una vez comercializados; y, de otra parte, la realización de grandes estudios epidemiológicos que permitan ir actualizando la información disponible sobre los distintos fármacos, sobre todo en relación con la aparición de efectos adversos inesperados (estudios fase IV).
El primer panel de expertos fue creado por la FDA (Food and Drug Administration) en 1965 (Obstetrics and Ginecological Advisory Committee), precisamente para evaluar la seguridad de la “píldora anticonceptiva”.
Uno de los avances que trajo la introducción de la “píldora anticonceptiva” es asumir la vigilancia post-comercialización de los medicamentos como una responsabilidad ineludible.
Como ya he comentado en un párrafo previo, la información proporcionada a las mujeres directamente por la FDA irritó a muchos médicos que vieron en este modo de proceder una interferencia en su relación entre médico y paciente. No olvidemos que los actuales prospectos debían entonces ser entregados a los pacientes por los propios médicos. Muchos ignoraron la información, mientras otros rechazaban entregarlo a sus pacientes. La FDA resolvió que esta información fuese entregada en las farmacias junto con las dosis del medicamento prescrito.
Y este cambio supuso una ruptura en el proceder seguido hasta entonces: la información fluía directamente desde la Agencia de Medicamento (FDA) hasta el paciente, a través de la farmacia, en lugar de ser entregada directamente a los médicos.
Muy recientemente, el parche transdérmico para el control de natalidad Ortho Evra® se ha convertido en un ejemplo revelador de los problemas que encaran los organismos responsables de la regulación de los fármacos en un mercado multibillonario. Este parche ha sido desarrollado por Johnson & Johnson, con el fin de exponer a las mujeres a una menor dosis de estrógeno en relación con la “píldora anticonceptiva”. Sin embargo, y en contra de lo esperado, el parche exponía a las mujeres a dosis superiores de estrógenos. Esta información fue “enterrada” detrás de una fórmula matemática en la página 435 de un exhaustivo informe que el fabricante entregó a la FDA norteamericana. El laboratorio (Johnson & Johnson) aduce que su actuación fue responsable. Pero la FDA ha modificado el prospecto, explicitando esta información. Y, de resultas, las ventas del parche han disminuido espectacularmente.
Ni siquiera existe acuerdo sobre la fecha de las “bodas de oro” de la “píldora anticonceptiva”: algunos consideran la fecha el 23 de junio, cuando la FDA autorizó a Searle su comercialización; otros consideran la fecha el 9 de mayo (Día de la Madre en Estados Unidos), cuando la FDA comunicó su intención de aprobarla.
En lo que sí hay consenso es en que la comercialización de la denominada “píldora anticonceptiva” representó un cambio sustancial y permanente en todos los aspectos de la regulación de los medicamentos.
Dr. José Manuel López Tricas
Farmacéutico Especialista Farmacia Hospitalaria
Zaragoza