Sufrimiento del pueblo de Libia
Fecha de publicación: 20-abr-2011 7:53:50
Sufrimiento del pueblo de Libia
SUFRIMIENTO DEL PUEBLO LIBIO
Como europeo siento una enorme tristeza por el sufrimiento gratuito e innecesario de las personas que viven en Libia. La decisión de bombardear objetivos militares en Libia por parte de la OTAN fue tomada por Francia, secundada por otros países europeos, España entre ellos, sin haber valorado la necesidad, oportunidad ni las consecuencias a medio y largo plazo de dichas acciones. Como la mayoría de los países árabes, Libia es un país joven, con una tasa de natalidad del más de un 30‰, donde más del 40% de la población tiene menos de 15 años; y tan solo un 4% supera los 65 años, a pesar de que su esperanza de vida está entre los 73 años para los hombres y 77 para las mujeres. Es un país inmenso (más de tres veces la extensión de Iberia, esto es España y Portugal juntas), bien es verdad que apenas habitado más allá de la franja costera, donde se localizan las principales ciudades, Trípoli, Banghazi y Misrẵtha, que concentran a gran parte de la población, algo más de 5 millones de personas. En el interior, el inmenso desierto con algunas cadenas montañosas en el casi inexplorado sur. Desperdigados, cerca de la costa o entre las dunas, algunos campos petrolíferos. Árabes al este (Egipto) y oeste (Túnez y Argelia) y el África negra (Sudán, Níger y Chad) al sur, delimitan este inmenso territorio.
La historia de Libia como país unificado es relativamente reciente. Desde 1551 (en nuestro calendario) hasta 1911 las dos provincias de Tripolitania y Cirenaica estuvieron bajo el yugo otomano. Italia (el país europeo más próximo) la conquistó, y gestionó ambas provincias como dos colonias separadas, hasta 1939, año en que ambas se unieron formando Libia, tal y como ahora aparece en los mapas. Bien es verdad que los italianos, como antes los otomanos, apenas se adentraron más allá de la franja costera, dejando el inmenso desierto al margen del devenir histórico. Su territorio fue escenario de míticas batallas entre los años 1940 y 1943, dentro del contexto de la Segunda Guerra Mundial. Los resultados de la guerra hicieron que Libia quedase bajo jurisdicción británica hasta su independencia en el año 1951. Desde entonces ha estado formada por tres provincias: Tripolitania, Cirenaica y Fezzan, esta última abarcando el inmenso territorio desértico, que durante mucho tiempo fue reclamado por Francia.
Tras su independencia, Libia se constituyó en un sistema casi feudal. El Emir de la provincia de Cirenaica, Muhammad Idris al-Sanussi, proclamado Rey Idris-I, solicitó ayuda económica a Gran Bretaña y Estados Unidos, con la contrapartida de permitir que ambos países establecieran bases militares.
Pero todo cambió a partir de 1959 cuando, tras el descubrimiento de petróleo, Libia dejó de ser dependiente de la ayuda exterior. Podía pagar, y de sobra, todos los bienes que importaba. En 1963, solo dos años después de que el petróleo libio comenzara a ser exportado, Libia abolió el sistema federal, permitió la emancipación de la mujer y otorgó derechos a sus ciudadanos. El sueño, no obstante, terminó pronto: en 1969, un grupo de jóvenes coroneles dio un golpe de estado, derrocando la monarquía de Idris-I, y estableciendo un Estado Socialista regido por el Consejo Revolucionario bajo el entonces joven y carismático Muammar al-Qadhafi. Se abolió el tratado anglo-libio y, de resultas, se cerraron las bases militares angloamericanas en el país.
En este contexto, la política de Libia se acercó a Siria y Egipto, con quien compartía un fuerte sentimiento contra el todavía reciente Estado de Israel. Era la época de los sueños pan-arabistas que nunca llegaron a ser.
El nuevo Consejo Revolucionario, ya liderado claramente por Muammar al-Qadhafi, nacionalizó la industria petrolera y sustituyó progresivamente los técnicos foráneos por ciudadanos libios cualificados formados en universidades extranjeras.
La deriva de Muammar al-Qadhafi le condujo a interferir en la política de países vecinos (Egipto, Túnez, Chad, República Centroafricana) a través de la financiación de grupos insurgentes; pero también financiando a grupos terroristas en Europa y Sudamérica. De esta situación derivaron incidentes militares con Estados Unidos en 1981, 1986 y 1988. Curiosamente en el himno de los marines norteamericanos se hace referencia a “…tomaremos el golfo de Sidra”, un golfo que se halla al este de Trípoli, conocido también como golfo de Sirte.
Tras estos incidentes militares y la entrega de los responsables del atentado del avión de la compañía Pan-American sobre territorio escocés, la política se había tornado más moderada; y Muammar al-Qadhafi convertido en el amigo estrambótico que viajaba con su tienda de campaña por las distintas capitales europeas, levantando curiosidad entre los acomodados dirigentes europeos, muchos de ellos revolucionarios de salón en su dorada y próspera juventud de los años sesenta.
Pero Libia era hasta ahora el país con un mayor crecimiento económico dentro del conjunto de los países del Magreb. No se conocen las motivaciones últimas de esta marea de revoluciones populares en los países árabes, que se suceden de modo secuencial con una sorprendente y, para algunos, sospechosa precisión. No podemos decir más porque no sabemos más. Solo observar con interés estos cambios que, no cabe duda, nos afectarán de una manera que hoy por hoy no podemos prever. Europa parece mirar entre desconcertada y confiada unos cambios que no comprende y de los que no puede anticipar sus consecuencias. Pero entretanto, es triste observar como los civiles libios sufren y mueren inocentemente.
Zaragoza, 18 de abril de 2011
Dr. José Manuel López Tricas
Farmacéutico especialista Farmacia Hospitalaria
Zaragoza