Se ha sobrevalorado la importancia de los ácidos grasos Ω–3. No obstante, se debe tener presente que una dieta rica en ácidos grasos Ω–3 tiene un efecto protector frente a la enfermedad cardiaca, pero puede incrementar el riesgo de desarrollar cáncer de próstata en su forma más agresiva. Sin embargo, la mortalidad por patologías cardíacas es muy superior a la derivada de esta forma perversa de cáncer.