Nacimiento de Alcohólicos Anónimos
NACIMIENTO DE “ALCOHÓLICOS ANÓNIMOS”
En octubre del año 1909, el Dr. Alexander Lambert anunció haber descubierto una cura para el alcoholismo y la adicción a las drogas. El tratamiento, que según se afirmaba duraba menos de cinco días, consistía en una extraña mezcla de belladona (Atropa belladona), extracto fluido de xanthoxylum e hisocyamus.
Alexander Lambert era muy conocido por ser el médico personal del presidente Theodore Roosvelt, además de profesor en el Cornell Medical College, y experto en alcoholismo. Durante bastantes años trató a miles de alcohólicos en una unidad (conocida como Drunk Ward, la “sala de los borrachos”) en el Bellevue Hospital. Fue en esta sala hospitalaria donde llevó a cabo los ensayos con su cóctel.
En el año 1901, Charles B. Towns, carente de formación médica, abrió un hospital para tratar el abuso de sustancias, en el 293 Central Park West, entre las calles 89ª y 90ª, New York; para lo que requirió al Dr. A. Lambert. Lamentablemente poco podía hacer la ciencia médica de la época por estas personas en términos de un tratamiento efectivo.
El Town Hospital trató a los alcohólicos y adictos más ricos, quienes pagaban exorbitantes facturas para su tratamiento. La llamada “Ley Seca” (1919-1933), prohibición de traficar y almacenar bebidas espirituosas, condujo paradójicamente a un incremento de su consumo.
Probablemente el paciente más famoso del Town Hospital fue William Griffith Wilson, más conocido como Bill W., co-fundador de Alcohólicos Anónimos. Los años de prohibición trajeron no solo un incremento de la delincuencia asociada a su producción y tráfico, sino la elaboración de sucedáneos de bajísima calidad que causaron graves problemas, delirium tremens, convulsiones, ceguera y otros daños cerebrales. Fueron estos hechos los que, en última instancia, determinaron la abolición de la denominada Ley Seca, también denominada Ley Volstead.
Durante los años 1933 y 1934, William Griffith Wilson ingreso cuatro veces en el Town Hospital, pagando por cada estancia de cuatro o cinco días alrededor de 350$ (equivalente a unos 5.160$ actuales). Sus ingresos hospitalarios eran pagados por su cuñado.
Los tres primeros ingresos hospitalarios de William Griffith Wilson fracasaron. En una de sus impenitentes borracheras con su amigo Ebby Thacher, “vieron la luz”, como San Pablo camino de Damasco. Y decidieron acudir a un grupo de ayuda, Oxford Group, una asociación cristiana de ayuda en los difíciles años de la Gran Depresión.
Algunos días más tarde, Wilson regresó al Town Hospital, donde William D. Silkworth lo sedó a base de hidrato de cloral y paraldheído. Estos productos, cuyo manejo es peligroso, se usaban con frecuencia para inducir el sueño en los alcohólicos en estado de embriaguez.
Al Sr. Wilson se le mantenía sedado, despertándole periódicamente para administrarle laxantes y el cóctel antes comentado. El segundo o tercer día la actitud del Sr. Wilson cambió, tornándose casi mística, para asombro de médicos y enfermeras. Durante los restantes 36 años de vida, William Griffith Wilson se mantuvo abstemio, desarrollando un programa de ayuda basado en el principio de que un ex alcohólico ayudase a otros a dejar la adicción al alcohol. Esta sencilla y honesta forma de actuar, denominada Alcohólicos Anónimos, se ha extendido por todo el mundo, con gran éxito.
Desde la antigüedad se conocía que el beleño (Atropa belladona) podía causar alucinaciones. Por otra parte, las alucinaciones desencadenadas por el delirium tremens alcohólico tienden a producir la transmutación de los objetos en animales terroríficos: un pedazo de cuerda se convierte en la mente de un alcohólico en una serpiente; un dibujo en un papel se transmuta en una araña venenosa. Y aun peor, dichas alucinaciones llegan a ser táctiles, de tal manera que la persona afectada tiende a sentir la picadura de la araña, o la mordedura de la serpiente; además de otras alucinaciones que se manifiestan como voces acusatorias o susurros amenazantes.
Las alucinaciones derivadas del uso de belladona derivan con más frecuencia de discusiones recientes, aunque adornadas de un halo fantástico. Muchas veces, estas visiones parecen llenar los deseos de experiencias de conversión, casi místicas. Y probablemente una de estas experiencias le ocurrió a William Griffith Wilson.
Varias décadas después del anuncio de su cóctel contra el alcoholismo en 1909, Alexander Lambert comenzó a desinteresarse por la belladona, debido a que, si bien el cóctel con belladona parecía resultar útil a corto plazo, resultaba demasiado tóxico durante su empleo continuado, sobre todo por su propensión a desencadenar alucinaciones; pero también porque muchos pacientes recaían, precisando nuevas tandas de tratamiento.
Bill Wilson tomó la antorcha de la lucha contra el alcoholismo. Contó para ello con la colaboración de un médico de Ohio, también víctima de la adicción alcohólica, Bob (Robert) Smith. Juntos crearon “Alcohólicos Anónimos” en 1935.
La conversión de Bill Wilson, ¿tuvo algo que ver en la ingesta de belladona tras la discusión (probablemente bronca) con su colega de borracheras Ebby Thacher?. No hay, ni habrá, jamás una respuesta. Pero, nos gusta pensar que, partiendo de una alucinación por belladona tras un delirium tremens alcohólico, surgió un movimiento, “Alcohólicos Anónimos”, que ha ayudado, y continúa haciéndolo, a millones de personas que, por razones diversas, han caído en la adicción alcohólica.
Dr. José Manuel López Tricas
Farmacéutico Especialista Farmacia Hospitalaria
Zaragoza