Medicamentos e Internet
MEDICAMENTOS E INTERNET
(Publicado como Editorial en la revista: Atención Farmacéutica-European Journal of Clinical Pharmacy 2009; 11(6): 347)
Las farmacias que venden medicamentos por Internet se están transformando en centros de venta y distribución internacional de fármacos de prescripción. Según una fuente autorizada existen más de mil farmacias on-line.
En relación con la posibilidad de adquirir medicamentos por comercio electrónico, existen dos posturas encontradas: de un lado, los laboratorios farmacéuticos, en connivencia con organismos reguladores de medicamentos de distintos países, advierten del riesgo de adquirir fármacos por Internet; y de otro lado, algunas asociaciones de consumidores, con apoyos políticos más o menos explícitos, quieren ver en esas advertencias una forma de proteccionismo a la industria farmacéutica.
En cualquier caso, el riesgo más importante tiene que ver con las falsificaciones. Una de las redes internacionales de tráfico ilegal de medicamentos desmantelada recientemente, usaba las zonas de libre comercio de los Emiratos Árabes Unidos. El 22 de mayo de 2006, se interceptaron en Heathrow (principal aeropuerto de Londres) un cargamento conteniendo 384 quilogramos de productos farmacéuticos, gran parte de ellos falsificaciones. El cargamento procedía de Sharjag (uno de los Emiratos Árabes, y, al igual que otros, no solo Dubai, son zonas de libre comercio); y su destino era Freeport (la segunda ciudad más importante de las Bahamas, después de su capital, Nassau). Esta no es la ruta usada habitualmente por los laboratorios farmacéuticos para el envío de grandes partidas de medicamentos. En el cargamento confiscado había fármacos de varias multinacionales farmacéuticas. La investigación permitió desentrañar una red internacional de tráfico de medicamentos, muchos de ellos falsificaciones. Todo comenzaba en una farmacia canadiense (RxNorth) que vendía medicamentos por Internet, fundamentalmente a usuarios norteamericanos. La compra de medicamentos on-line es una práctica relativamente común en Estados Unidos, donde los medicamentos tienen un coste elevado, debido a que el gobierno federal carece de potestad para intervenir en el precio final de los fármacos, y, consiguientemente, muchos usuarios, con la permisividad no declarada de muchas compañías aseguradoras, los adquieren a través de Internet, a un precio menor. La farmacia canadiense adquiría los fármacos a fabricantes chinos, quienes muchas veces soslayaban las inspecciones a base de fabricar medicamentos correctos durante la mañana, y medicamentos falsificados por la tarde o noche. Las partidas falsificadas viajaban, vía Hong Kong hasta áreas de libre comercio de los Emiratos Árabes Unidos (Emirato de Sharjah, en el caso de la partida incautada en Londres). Y desde el aeropuerto londinense (Heathrow) se enviaban a las Bahamas. Allí se preparaban las dosis solicitadas por los clientes. Y los envíos individualizados se reenviaban a Gran Bretaña, desde donde eran remitidos a Estados Unidos. Esto último se hacía para dar credibilidad a los medicamentos al proceder de un país europeo, de mayor confianza que la que cabría esperar si éstos procedieran directamente de las Bahamas. Y es así cómo, un medicamento comprado on-line a una farmacia canadiense, se fabricaba en China, viajaba a través de Hong Kong, el Emirato de Sharjah y Gran Bretaña, para llegar finalmente a una farmacia en las Bahamas. Allí era preparado, a veces también re-etiquetado, para, vía Gran Bretaña, llegar a los compradores norteamericanos.
La implicación de los Emiratos Árabes Unidos en el comercio ilegal de medicamentos es de gran significación. Una tercera parte de todos los medicamentos falsificados que se confiscaron en Europa durante el año 2007, tenían como origen (posiblemente en tránsito) distintas zonas de libre comercio de los Emiratos Árabes Unidos.
En julio de 2007, las autoridades aduaneras de Dubai incautaron un cargamento de medicamentos falsificados cuyo origen era isla Mauricio (una de las islas Mascareñas). En esta partida se hallaron alrededor de medio millón de comprimidos de un medicamento etiquetado como Plavix®. Muchos de los comprimidos incautados contenían cemento, en lugar del principio activo.
Pero el problema, con ser grave, adquiere tintes dramáticos en países en vías de desarrollo: se estima que alrededor de 200.000 del millón de muertes anuales causadas por malaria en todo el mundo, sobre todo niños, son achacables al uso de fármacos falsos; que un 40% de todos los medicamentos usados en Nigeria, y hasta un 50% de los utilizados en Pakistán, son asimismo falsificaciones.
Las falsificaciones de medicamentos contra la malaria son especialmente alevosas. Una de las más habituales en los supuestos fármacos antimaláricos consisten en usar paracetamol (una sustancia muy barata) como sustituto del principio activo antimalárico. El falso medicamento mejora algunos de los síntomas, como la fiebre, pero no lucha contra la enfermedad; aun peor: al mejorar los síntomas que causan más postración, la gente cree estar tomando, o administrando a sus hijos, medicamentos que les protegerán contra el parásito de la malaria, añadiendo verdadera malevolencia el engaño.
En algunos casos se han usado sustancias como el sildenafilo, especialmente dañino teniendo en cuenta que estos medicamentos se administran a niños, incluso de muy corta edad.
El negocio de los medicamentos falsificados es cada vez más atractivo para las asociaciones criminales: los beneficios son cuantiosos; y los castigos mucho más leves que para los que comercian con sustancias estupefacientes. Esta situación es especialmente notoria en Asia, donde el tráfico de de drogas se castiga con la pena de muerte o con prolongadas estancias en prisión; países en los que, sin embargo, la lucha contra las falsificaciones farmacéuticas no se considera una prioridad.
Además, las falsificaciones son cada vez más sofisticadas, soslayando muchas veces las inspecciones rutinarias. Una técnica muy útil para determinar el origen de las falsificaciones es analizar los granos de polen embebidos en los comprimidos o cápsulas de los supuestos medicamentos. Dado que muchas plantas son relativamente específicas de determinadas zonas del mundo, el análisis de los granos de polen que contaminan los falsos fármacos, ayuda a establecer la procedencia y hace posible inferir dónde se fabricaron o almacenaron, antes de su distribución y venta.
En la actualidad, un proyecto dirigido por Paul N. Newton, director del Oxford Universty Center de Medicina Tropical, con sede en Vientiane, capital de Laos, está dirigido a descubrir si los medicamentos antimaláricos falsificados encontrados en África han sido importados desde Asia o fabricados en el propio continente africano. En África existe la convicción, no demostrada, que la mayoría de los productos farmacéuticos falsificados provienen de India o China. Pero la creencia no es suficiente. Las convicciones han de demostrarse. Sin embargo, muchos de estos trabajos de investigación quedan, en demasiadas ocasiones, diluidos por oscuros intereses políticos y falta de cooperación entre países.
La dimensión del problema de la falsificación de medicamentos es muy grave; y, lo que es aun peor, está creciendo. El año pasado, la operación Storm (tormenta en inglés), coordinada por Interpol, realizó 200 redadas en Asia, en las que se confiscaron alrededor de 16 millones de dosis de medicamentos falsos, con elevado valor potencial en el mercado clandestino. En esta operación tomaron parte autoridades de Camboya, China, Laos, Myanmar (antigua Birmania), Singapur, Tailandia y Vietnam. De resultas de estas redadas, se arrestaron a 27 personas.
A pesar de la persecución de estos fraudes, las falsificaciones sanitarias se expanden abarcando a productos más sofisticados, como las bolsas de sangre, jeringas precargadas y lentes de contacto; llegando incluso a las redecillas impregnadas de insecticida con que se rodean las camas en los países con malaria endémica.
Los fabricantes, distribuidores y vendedores de medicamentos falsos, usan Internet para operar en un mercado global. Cabe esperar que solo respuestas globales tengan alguna posibilidad de éxito.
Dr. José Manuel López Tricas
Farmacéutico especialista Farmacia Hospitalaria
Zaragoza