Abusos en la política del hijo único en China

ABUSOS EN LA POLÍTICA DEL HIJO ÚNICO EN CHINA

Algunos grupos de Derechos Humanos denuncian que la República Popular China continúa usando medidas coercitivas con las familias en su política del hijo único, treinta años después de que estas regulaciones llegaran a su apogeo. Y las medidas aplicadas hoy día varían desde la pérdida de financiación para obtener la propiedad de una vivienda hasta la esterilización de las mujeres que ya han sido madres una vez.

El informe de Chinese Human Rights Defenders ha sido hecho público el martes, 21 de diciembre (2010). En el documento se ejemplifican situaciones en las que el cabeza de familia pierde su trabajo tras el nacimiento de un segundo hijo; premios a ciudadanos que denuncien a vecinos con más de un hijo; y embarazadas que abortan en estadios muy avanzados, o a las que se esteriliza sin su consentimiento. Muchas mujeres denuncian que tras el nacimiento de un primer hijo son visitadas por funcionarios que las obligan, del modo coercitivo que pueden suponer, a someterse a ligadura de trompas.

El informe es pertinente, pues se da a conocer cuando se ha generado un amplio debate entre las élites intelectuales acerca de si la política de planificación familiar en China ha dado los resultados esperados. Este año (2010) es el trigésimo aniversario de la denominada “política del hijo único”, con la que se trataba de prevenir 400 millones de nacimientos. Los defensores de este modo de proceder arguyen que una disminución en las dimensiones de la población china redundaría en un crecimiento económico sostenido, a la par que una mejora de los estándares educativos y sanitarios.

Los detractores de esta política de hijo único argumentan que una reducción drástica de la fertilidad traerá un rápido envejecimiento de la población, acelerado además por el exceso de hombres solteros, dada la predilección de las familias porque su único hijo sea varón.

El Director de la Comisión de Planificación de la Población Nacional afirmó que el actual status quo, se mantendrá por lo menos hasta 2015.

Según Wang Songlian, investigador de Chinese Human Rigths Defenders, el papel del Estado a la hora de modular y modelar la población debería centrarse en incentivos a las parejas para reducir su descendencia, a través de la educación y no mediante medidas coercitivas y violentas.

El informe también deja claro que estas políticas de natalidad restrictivas tienen sus excepciones. Las familias ricas pagan a las autoridades para sortear las prohibiciones; y algunas mujeres de la nueva clase media viajan al extranjero para dar a luz a su segundo hijo. Así mismo, millones de parejas no registran a su segundo hijo, si bien esta actitud les impide acceder a los beneficios sociales, entre ellos el acceso a la educación, gratuita hoy día.

No obstante, esta política tiene sus matices: a los hijos únicos se les permite tener un segundo hijo, sobre todo si se trata de hijas únicas. Las minorías étnicas en algunos lugares como Tibet y Xinjiang, pueden tener hasta un máximo de cuatro hijos.

Los peores abusos se producen, según se afirma en el reportaje, en pequeñas ciudades y áreas rurales, donde un procedimiento de puntos premia o castiga, basándose en un sistema de cuotas, denominado “emolumentos de mantenimiento social”. Naturalmente, estas cuotas se compran y venden, en un vergonzante mercadeo, del que las autoridades sacan su correspondiente “mordida”. La corrupción provinciana es galopante: según He Yafu, un demógrafo independiente que ha estudiado las regulaciones de planificación familiar durante dos décadas, el principal obstáculo para cualquier cambio en esta política radica en los gobiernos locales de este inmenso país. El sistema de cuotas se ha convertido en una inmensa fuente de ingresos, que, no pocas veces, supone el presupuesto del que pueden disponer las autoridades, comisión aparte.

El informe cita ejemplos de abusos que normalmente son censurados por los medios de comunicación oficiales sobre los excesos de la política de planificación familiar. El pasado mes de abril, más de 1.300 personas en la ciudad de Puning, provincia de Guangdong, se encerraron en edificios gubernamentales para obligar a las mujeres que ya habían tenido un segundo hijo a someterse a esterilización. Curiosamente los encerrados eran padres cuyas hijas se vieron obligadas a abandonar la ciudad para eludir las restricciones de planificación. La campaña resultó tan coercitiva, que pocos meses después, en otoño, ya se habían realizado más de 3.000 esterilizaciones.

Dr. José Manuel López Tricas

Farmacéutico especialista Farmacia Hospitalaria

Zaragoza