Novedosa estrategia contra el mosquito transmisor de la malaria

NOVEDOSA ESTRATEGIA CONTRA EL MOSQUITO TRANSMISOR DE LA MALARIA

La ciencia ha propuesto una novedosa e intrigante manera de luchar contra la malaria: convertir a las personas en una especie de “bomba retardada” para los mosquitos transmisores: las hembras de varias especies del género Anopheles.

Un fármaco usado en África durante un cuarto de siglo para tratar la oncocercosis, la Ivermectina tiene la facultad de matar a los mosquitos que pican a una persona que previamente ha ingerido el fármaco. Ivermectina se ha usado como tratamiento contra la infestación por Onchocerca, una parasitosis que da lugar a la denominada “ceguera de los ríos” porque sus larvas penetran tras la picadura de la denominada “mosca negra” (en realidad mosquitos del género Simulium, que prospera en las orillas de los ríos y zonas pantanosas. Las larvas prosperan hasta convertirse en gusanos adultos que migran al ojo, dañando el nervio óptico y causando ceguera irreversible. La infestación por Onchocerca también recibe otras denominaciones: “filariasis cegante” y “erisipela de la costa”. Esta infestación fue descrita por primera vez por Leuckart en el año 1893, partiendo de ejemplares obtenidos en un ciudadano de Dahomey, Ghana (África); y, años más tarde por Robles, en un habitante de la costa del Pacífico de Guatemala (1919). El conocimiento de esta parasitosis se consolidó a partir de tres hechos fundamentales: la confirmación de que los ejemplares descritos, primero en Ghana, y más tarde en Guatemala, pertenecían a la misma especie de parásito; el descubrimiento de que los mosquitos del género Simulium eran los hospedadores intermediarios y transmisores; y, finalmente, por la relación causal entre la infestación por esta filaria y la ceguera.

Ivermectina es un análogo de las avermectinas (lactonas macrocíclicas) producidas en Streptomyces avermitilis. Partiendo de las avermectinas, y tras modificación química, se obtienen las ivermectinas.

Aun cuando la argucia de administrar un medicamento a humanos que mata a los mosquitos cuando les pican, es ingeniosa, tal vez no resulte muy práctica, dado que para que resulte efectiva, todas las personas en un área endémica de malaria deberían tomar el medicamento al mismo tiempo.

Y, claro está, conseguir que miles de personas, viviendo en áreas mal comunicadas, lleven a cabo esta toma del medicamento simultáneamente, se considera prácticamente inviable. Aun en el caso de que se lograse llevar a cabo, la eficacia se estima que podría prolongarse durante un mes aproximadamente, por lo que el procedimiento habría de repetirse mensualmente. A ello hay que añadir que la toma de Ivermectina lleva asociados efectos secundarios que, bien es verdad que muy raramente, pueden causar el fallecimiento.

Este estudio se ha publicado en The American Journal of Tropical Medicine and Hygiene; y se ha llevado a cabo conjuntamente por científicos de Senegal y de la universidad del Estado de Colorado, USA.

Para llevar a cabo el estudio, extrajeron los mosquitos transmisores de la malaria de las paredes de los cobertizos de tres comunidades cuyos habitantes habían sido tratados simultáneamente con una dosis de Ivermectina; comparándolos con los mosquitos de otras tres comunidades a cuyos habitantes no se les había administrado el medicamento. En las comunidades cuyos habitantes habían recibido la dosis de Ivermectina, la capacidad transmisora de los mosquitos se había reducido un 80%.

El fármaco acorta la vida del mosquito, según el responsable del trabajo, Brian D. Foy, de la universidad del Estado de Colorado. Solo los mosquitos más “viejos” mantienen su capacidad transmisora.

Los expertos se hallan divididos, tanto en lo que respecta al trabajo, como, lo más importante, su aplicación práctica real: mientras unos son entusiastas (Dr. Lee Hall, adscrito al National Institutes of Health), otros (Carter Center, Altlanta, Georgia) se muestran escépticos.

En la actualidad, se distribuyen millones de dosis de Ivermectina para luchar contra la oncocercosis, más conocida como “ceguera de los ríos”.

Dada la necesidad de realizar la administración de Ivermectina de manera simultánea y con una frecuencia mensual, su aplicación solo se considera viable en áreas con estaciones palúdicas intensas (meses lluviosos) y durante períodos de tiempo relativamente breves.

Además, las personas con una elevada carga infecciosa por filarias (muchos gusanos) que reciban dosis mensuales de Ivermectina pueden sufrir de fiebre elevada e intensos picores cuando los gusanos mueren masivamente, lo que se presume puede disminuir el cumplimiento terapéutico. Pero hay más: la Ivermectina puede desencadenar estados de coma y muerte en personas infestadas con un helminto relativamente raro en el oeste africano, Loa loa, un gusano que se localiza en la sangre circulante, pulmones y ojos, de donde su denominación “gusano de los ojos”, descrito por primera vez por Cobbold en el año 1864. La primera descripción de que se tiene noticia fue cuando Mogin extrajo el gusano del ojo de un ciudadano negro de Santo Domingo (isla Española). Los siguientes casos se notificaron entre los esclavos importados desde África, en las áreas neotropicales de Centroamérica. Solo existe una forma de saber si este gusano (Loa loa) está presente: el examen bajo el microscopio óptico de muestras de sangre. Y ello no es técnicamente factible en la mayoría de las zonas de aplicación del medicamento.

Zaragoza, julio, 2011

Dr. José Manuel López Tricas

Farmacéutico especialista Farmacia Hospitalaria

Zaragoza