SIDA en Rusia (2011)

DIFICULTAD DE CONTROLAR EL TRÁFICO DE DROGAS IMPIDE FRENAR LA EXPANSIÓN DEL SIDA EN RUSIA

La fotografía está tomada en Moscú. Descuidados y con la mirada perdida, recorren las farmacias de Moscú donde se venden de modo ilegal fármacos de prescripción buscando cualquier producto con el que inyectarse “un chute”. Triste imagen.

Los problemas derivados del uso de heroína en Rusia no son nuevos y no causan asombro entre los habitantes de la capital y otras grandes ciudades. El asunto adquiere una nueva dimensión porque los éxitos internacionales para frenar la expansión del SIDA fracasan en Rusia por el gran consumo de fármacos intravenosos, circunstancia reconocida por las autoridades.

El SIDA en Rusia está adquiriendo dimensiones de epidemia: durante el año 2009, se diagnosticaron casi 60.000 nuevos casos de infección por VIH, un incremento del 8% en relación al año anterior, 2008. Esta información procede de UNAIDS, el programa de las Naciones Unidas para el VIH/SIDA.

El 60% de todos los nuevos diagnósticos son debidos al uso ilícito de fármacos intravenosos; y un elevado porcentaje del restante 40% procede de las relaciones sexuales con adictos infectados.

Sudáfrica, con una cifra estimada de 390.000 nuevos casos en 2009, ocupa el triste primer puesto en el número de nuevos infectados. No obstante, el índice de crecimiento se ha ido reduciendo desde que alcanzó valores sobrecogedores en los últimos años de la década de 1990.

Si hace algunos años, el gobierno asignó partidas presupuestarias para la lucha contra la enfermedad, los programas actuales desatienden casi por completo a los grupos con un riesgo mayor de contagio.

Fuentes oficiales estiman que alrededor de 1 millón de personas abusan de fármacos intravenosos en Rusia, compartiendo jeringuillas contaminadas. El desmoronamiento desorganizado de una sociedad estatalizada ha generado una enorme marginalidad, refractaria a cualquier programa de prevención y educación, tanto en uso ilícito de drogas como en las prácticas sexuales sin protección.

Según Lev Zohrabyan, asesor para Europa y Asia Central de UNAIDS, los grupos de más riesgo son los usuarios de drogas por vía intravenosa y los trabajadores del sexo. No hay diferencia con los demás países. La diferencia sustancial radica en que casi no existe presupuesto para el próximo bienio (2011-2012) para estos grupos de riesgo.

Las autoridades rusas censuran a Estados Unidos por su fracaso para erradicar la producción de heroína en Afganistán, de donde procede aproximadamente el 90% de la que se usa en Rusia. No olvidemos que Rusia ejerció un control sobre Afganistán que trascendió la propia invasión militar. Durante años la fabricación del papel moneda afgana (afganis) se realizaba en San Petersburgo.

El tráfico de drogas es relativamente sencillo a través de las porosas fronteras de las repúblicas asiáticas de la antigua URSS. Y el mercado de adictos es muy amplio, sobre todo en las bolsas de marginalidad de las grandes y desarraigadas ciudades. Aunque en algunas urbes se han iniciado programas piloto para el intercambio de jeringuillas, no existe un programa de ámbito estatal.

A diferencia de otros países, la casta médica y política dirigente se manifiestan en contra de los tratamientos de sustitución (los programas de sustitución de heroína o morfina por metadona oral). El argumento es que se sustituiría una adicción por otra. Los programas, cuando se llevan a cabo correctamente, pueden ser muy eficaces. Sin embargo, los médicos rusos que han ignorado está política y han llevado a cabo políticas de tratamiento con metadona, se enfrentan a hostigamiento por parte de los nuevos tecnócratas del Kremlin.

La iglesia ortodoxa rusa, que durante la década pasada tuvo una poderosa influencia en asuntos políticos, ha manifestado también su abierta oposición a estas medidas preventivas.

Una nueva estrategia antinarcóticos ordenada por el actual presidente, Dimitri A. Medvedev, el verano pasado, ha fracasado abiertamente para afrontar el problema. En un documento de la página web de Medvedev se puede leer: “las actividades profilácticas, de ayuda médica y rehabilitación de los pacientes adictos a drogas, no es suficientemente efectiva”.

La policía a menudo arresta a los adictos, enviándolos de manera forzada a centros de desintoxicación. El pasado verano (2010), los organizadores de la 18ª Conferencia Internacional del SIDA, en Viena, redactaron una declaración destinada a Rusia y las demás repúblicas ex soviéticas, en la que argüía que tales prácticas persecutorias incrementan la marginalidad de los adictos, complicando los esfuerzos para la prevención de la infección por VIH.

La Estrategia de Seguridad Nacional de Rusia, aprobada por D. Medvedev, identifica la expansión de la infección por VIH y el SIDA como “una de las principales amenazas a la seguridad nacional en la esfera de la medicina y la salud”.

Rusia, según fuentes oficiales tiene más de 500.000 casos registrados de infección por VIH. Pero, según UNAIDS, una cifra más realista se acercaría a 1 millón, cifra que es similar a la de Estados Unidos; si bien Rusia tiene aproximadamente la mitad de población que Estados Unidos.

Parte del problema es consecuencia de la tardía asunción de responsabilidades por parte de las autoridades. La epidemia ha aumentado desde el colapso de la Unión Soviética hace dos décadas. Sin embargo, la toma de conciencia gubernamental solo surgió cuando en 2006, Rusia fue anfitrión del G8; y esta circunstancia le impelió a tomar medidas decididas para luchar contra la enfermedad. Vladimir V. Putin, quien era presidente en 2006, y ahora es Primer Ministro, destinó una enorme partida presupuestaria para la lucha contra la enfermedad.

Este año (2011) Rusia prevé asignar 600 millones de $ a gasto en fármacos antirretrovirales y programas de prevención del contagio, según Galina G. Chistyakova, Ministra de Sanidad del actual gobierno.

Las inversiones siempre se empantanan por la descomunal y anquilosada burocracia heredada de décadas de régimen estatal, plagado de privilegios y corruptelas.

Las interrupciones de los tratamientos antirretrovirales son frecuentes. De hecho los pacientes han creado comunidades online, como “pereboi.ru” para seguir los problemas de suministro de fármacos e incluso intercambiarse productos para suplir las faltas en determinados lugares.

La desestructuración social existente en Rusia y los demás países de lo que fue la Unión Soviética ha dado lugar a diferencias sociales escandalosas, entre una minoría grotescamente ostentosa y una inmensa mayoría que subsiste a duras penas. Y lo peor: inmensas bolsas de pobreza, marginalidad y exclusión social.

Dr. José Manuel López Tricas

Farmacéutico especialista Farmacia Hospitalaria

Zaragoza