Crisis del euro (8 de diciembre de 2011)

CRISIS DEL EURO

¿Recuerdan hace una década?. El primero de enero del año 2001, los europeos, con distinto grado de entusiasmo, comenzamos a usar una moneda común. El año terminaría con el impacto emocional de los ataques del 11 de septiembre en Estados Unidos que, indubitadamente, giraron el devenir histórico de una manera que, todavía hoy, 10 años más tarde, nadie puede prever.

Para los españoles el euro supuso mucho más que un cambio de moneda: elevó nuestra autoestima. Por fin usábamos la misma moneda que aquellos países de la Europa próspera a la que la generación que nos precedió se vio impelida a emigrar en gran número, casi siempre como parias, en busca de un futuro que España les negaba tanto política como económicamente.

Nadie (¿?) supo prever entonces la situación actual, en la cual la crisis del endeudamiento de los países europeos prácticamente ha engullido a Grecia, Irlanda y Portugal; amenazando a toda la Unión Europea, como pomposamente pasó a denominarse, también en aquel año, a la hasta entonces Comunidad Económica Europea. No se plantearon las dificultades de establecer un único régimen de fiscalidad para tantos y tan diversos países, que abarcase a más de 300 millones de personas.

Los mandatarios europeos se reunirán mañana, 9 de diciembre (2011) en Bruselas para negociar una salida al problema del endeudamiento de la Unión Europea. La semana pasada, Olli Rehn, Comisario Europeo para asuntos económicos y monetarios, se dio un plazo de 10 días para resolver la crisis.

A menos que los políticos logren un consenso, muchos economistas creen que existe un riesgo grave de que la crisis de la eurozona podría desencadenar un hundimiento económico global. Hay quien va más lejos: Alain Juppe, ex Primer Ministro de Francia afirmó a un medio de comunicación francés la pasada semana que la crisis “eleva el espectro de un retorno a un conflicto violento en nuestro continente”.

Las flaquezas de los países que compartimos el euro como moneda común se exacerbaron tras la sospecha de que algunos países edulcoraban sus cuentas públicas, incluyendo Grecia que ya en ¡2004! admitió haber falseado sus cuentas al objeto de ser aceptado en la eurozona. La crisis estalló en toda su crudeza tras reconocer Grecia un déficit presupuestario del 12,7% del Producto Interior Bruto (la riqueza del país). Esta desviación era muy superior al límite fijado para los países de la eurozona, que se había acordado no tenía que superar el 3%.

Las fracturas financieras del conjunto de países de la Unión Europea, a las que no se prestó atención durante los años de aparente prosperidad, comenzaron entonces a agrietarse.

Tras los nefastos datos económicos de Grecia, los inversores se asustaron y el país se vio incapaz de incrementar sus reservas, viéndose impelido a tomar (prestados) 10 billones de € de sus socios europeos y del Fondo Monetario Internacional.

Sin embargo, el préstamo a Grecia más que restañar el pánico, fue un heraldo que incrementó las sospechas y terminó por desencadenar la crisis de la deuda tal como ahora la vivimos.

El Fondo de Estabilidad Financiero Europeo (Fondo de Fianza Europeo) trató de frenar la hemorragia de suspicacias de los que poseen el dinero (los famosos Mercados), pero fracasaron.

El sistema bancario de Irlanda cayó en el agujero negro, viéndose forzado a tomar un préstamo de 67,5 billones de € en noviembre del año 2010. Portugal fue el siguiente país que no obtuvo dinero de los grandes inversores (o bien el préstamo que se le ofrecía era a un interés de verdadera usura), y también se vio obligado a recibir un préstamo del Fondo de Fianza Europeo de 78 billones de €.

Las naciones afectadas implementaron medidas de austeridad tratando de refrenar su sobredimensionada deuda, pero la confianza en la capacidad de la Unión Europea para estabilizar la situación continuó disminuyendo a criterio de los inversores‒prestamistas.

La crisis está ahora a punto de engullir Italia. Pero en esta situación la crisis adquiere otra dimensión: la economía de Italia representa el 17% del conjunto de la eurozona, mientras la de los tres países anteriores (Grecia, Irlanda y Portugal) apenas representan en conjunto el 6% del total.

A pocas horas de que comience la reunión de Bruselas (9 de diciembre de 2011), se hace hincapié en su trascendencia. Lo que flota en el aire es la sensación de inestabilidad del sueño europeo que, no debemos olvidar, nació con el fin último de conjurar los fantasmas que han llevado a las dos Guerras Mundiales durante el siglo pasado (en cierta medida todavía presente), surgiendo en ambos casos de lo más profundo del alma europea.

Zaragoza, 8 de diciembre de 2011

José Manuel López Tricas

Farmacéutico especialista Farmacia Hospitalaria

Zaragoza