Crisis en Tailandia

CRISIS EN TAILANDIA

Tailandia, conocida en occidente con Siam hasta 1939, se enfrenta estos días (verano de 2010) a un conflicto social del que poco se sabe más allá de las cifras de muertos o heridos en su capital, Bangkok. El rey, Bhumibol Adulyadej ocupa la jefatura del estado desde 1946, año en que Tailandia entró a formar parte de Naciones Unidas, tras la restauración en 1944 de una constitución redactada en 1932. Fue también en 1946 cuando Camboya y Laos (que formaban parte del antiguo reino de Siam) fueron restituidos a Francia, sellándose así los acuerdos de paz de Indochina.

Y desde entonces, el rey ha sabido mantenerse al margen de convulsiones políticas, con alternancia de períodos constitucionales y dictaduras militares, de crisis, como fue la llegada de decenas de miles de refugiados durante los terribles años de la dictadura de los jemeres rojos en Camboya, y de revueltas sociales (1973, que condujo a la última constitución de 1974), y 1992, adquiriendo una creciente autoridad moral.

Desde hace algún tiempo, Tailandia se convulsiona en una lucha entre la élite social de la nación y los pobres carentes del derecho de voto. Y mientras la insurrección, concentrada en la capital, Bangkok, amenaza con expandirse, el viejo monarca de 82 años, ingresado en un hospital desde septiembre de 2009 debido a una grave afección pulmonar, pero respetadísimo hasta ahora, presiente como su poder se tambalea. Según algunos expertos en política tailandesa, la situación actual representa el colapso de un consenso político que la monarquía ha ayudado a sostener.

Entre tanto, muchos tailandeses no entienden el actual silencio del monarca, sobre todo si se consideran los precedentes, cuando en 1973 y 1992, unas pocas palabras suyas lograron frenar revueltas sangrientas.

Desde hace aproximadamente dos meses, los denominados “camisas rojas”, que representan las aspiraciones de la población urbana pobre y la población rural (toda ella muy pobre) han ocupado la zona comercial y hotelera de Bangkok, demandando que el actual Primer Ministro, Abhisit Vejjajiva, disuelva el Parlamento y convoque elecciones.

Después de tomar el poder hace 64 años, el rey Bhumibol, expandió su poder constitucional, sin poder político, consiguiendo una enorme fuerza moral entre la sociedad civil tailandesa. Pero también se ha gestado alrededor de la familia real de una vasta red de intereses y negocios, bajo cuyo paraguas han medrado burócratas y militares. Y es esta élite contra la que protestan los “camisas rojas”.

Aquellos que buscan mantener su status quo, y se proclaman leales al rey, acusan a los “camisas rojas” de tratar de destruir la consolidada monarquía tailandesa; mientras que los “camisas rojas” afirman respetar al rey, pero quieren cambios en el sistema de prebendas y privilegios que el rey ayudó a crear.

El conflicto ha estallado entre las masas rurales pobres y la hierática élite monárquica. Dada su precaria salud y su avanzada edad (82 años), algunos temen por su fallecimiento. Y, como suele suceder, el heredero, Maha Vajiralongkorn, carece del prestigio de su padre.

Sin embargo, en Tailandia no existe la posibilidad de un debate abierto en relación a la monarquía, y todas las discusiones sobre su papel en el futuro del país se realizan de modo clandestino o usando foros prohibidos en Internet. Cualquiera que “difame, insulte o amenace al rey, la reina, el heredero o el regente, puede ser condenado a quince años de prisión”. Y la pena se ha aplicado con frecuencia a escritores, académicos, activistas, e incluso periodistas locales y extranjeros.

Existe un debate de fondo entre quienes consideran que el rey debería intervenir para resolver la situación actual, al igual que ha sucedido en otros momentos convulsos, y quienes consideran infantil e inmaduro esta forma de pensar, y desearían que la sociedad civil fuese capaz de resolver sus propios problemas sin la paternalista intervención de la monarquía.

A diferencia de otras protestas anteriores (1973 y 1992), en las manifestaciones de estos días no aparece ya la figura del monarca.

El antiguo Primer Ministro, Thaksin Shinawatra, hoy exiliado en Dubai, construyó su base electoral entre la mayoría pobre de la nación.

El golpe de estado de 2006, que expulsó a Thaksin Shinawatra del poder bajo acusaciones de corrupción, contó con la aprobación tácita del Consejo Privado de la Monarquía, que temieron perder alguno, o muchos, de sus privilegios. El antiguo Primer Ministro no puede regresar a Tailandia bajo amenaza de ingreso en prisión debido a una sentencia firme por corrupción.

Tailandia, sobre todo su capital, Bangkok, constituye uno de los llamados siete dragones económicos de Asia. Su futuro político es importante para otras economías emergentes, pero también para occidente.

Dr. José Manuel López Tricas

Farmacéutico especialista Farmacia Hospitalaria

Zaragoza