Suicidios y crisis económicas

SUICIDIO Y CRISIS ECONÓMICAS

El índice de suicidios se incrementó un 3% durante la recesión de 2001 y ha cabalgado siempre sobre la ola de la economía desde los tiempos de la Gran Depresión de la década de 1930, aumentando en los tiempos difíciles y disminuyendo en las épocas de bonanza, según un estudio hecho público el jueves, 15 de abril (2011).

El estudio contribuye a clarificar la siempre oscura relación entre suicidio y tendencias económicas globales.

Muchos investigadores arguyen que los periodos de privación (en sentido subjetivo) pueden incrementar la probabilidad de suicidio en personas de riesgo, tal es el caso de aquellas diagnosticadas de depresión u otras enfermedades mentales. Pero, al mismo tiempo, otros estudios han hallado resultados contradictorios: durante los periodos con elevados índices de desempleo, los índices de suicidio disminuyen como si la situación de marginación laboral incrementase la resistencia personal ante la adversidad.

Cuando se tienen en cuenta datos más exhaustivos para concretar las tendencias económicas, el estudio referido encontró una clara correlación entre índices de suicidio y ciclos económicos entre jóvenes y adultos de mediana edad. Dicha correlación se desvanece cuando se extiende a los grupos sociales más extremos: infancia y ancianismo.

El estudio se ha publicado en The American Journal of Public Health y ha sido llevado a cabo por investigadores federales adscritos al Center for Disease Control and Prevention. Se estudiaron los índices de suicidio por 100.000 ciudadanos norteamericanos anualmente entre 1928 (año previo a la Gran Depresión) y 2007.

El índice global de suicidios disminuyó desde 18,0 por cada 100.000 ciudadanos a 11,2 por cada 100.000 personas durante el periodo estudiado, observándose la mayor reducción antes de 1945. El número de suicidios fluctuó durante la década de 1950, incrementándose ligeramente durante la década de 1970; disminuyendo de nuevo entre mitad de la década de 1980 y 2000. La disminución global tiene que ver con un mayor acceso a la atención sanitaria, el aumento de los estándares de calidad de vida, los programas de atención a personas desfavorecidas por el destino y la existencia de más y mejores medicamentos.

El mayor incremento se observó al inicio de la Gran Depresión, a partir de finales de octubre de 1928: el índice de suicidios aumento desde 18,0/100.000 (1928) hasta 23/100.000 (1932); con rebotes durante la crisis petrolífera de mediados de la década de 1970, y durante la crisis económica a comienzos de 1980.

Los suicidios disminuyeron durante los periodos de expansión económica, con algunas excepciones: se incrementaron entre los adultos en la tercera o cuarta década de sus vidas durante la expansión económica de la década de 1960; y disminuyó entre los ancianos durante la recesión de mediados de los años 70 del siglo anterior.

Pero no debemos ceñirnos solo a consideraciones estrictamente económicas. Los factores sociales, estrechamente relacionados con aquellos, también ejercieron su influencia. Las revueltas sociales entre la juventud en la década de 1960 estuvieron asociadas a un aumento de los suicidios entre los jóvenes. Por otra parte el desarrollo de la Seguridad Social y los programas de atención a la vejez contribuyeron a dar más seguridad a las personas provectas, disminuyendo los suicidios en la ancianidad.

En palabras de Feijun Luo, responsable del estudio “los hallazgos sugieren que veremos un gran incremento del índice de suicidios durante la actual recesión”. Además de Feijun Luo, han participado en este interesante estudio: Curtis S. Florence, Myriam Quispe-Agnoli, Lijing Ouyang y Alexander E. Crosby, todos ellos pertenecientes al CDC (acrónimo de Center of Disease Control and Prevention).

El suicidio es imposible de predecir, siendo incluso raro en personas sometidas a circunstancias desesperadas. Y es por ello que los programas de tratamiento preventivo han tenido resultados no siempre favorables. Muchos derivan sus problemas hacia el abuso de sustancias, depresión, aislamiento social y distorsión de sus relaciones familiares. Este estudio debiera contribuir a que tanto los programas comunitarios como los médicos afilen su percepción, no solo de cuándo, sino de quienes se hallan en mayor riesgo de quitarse la vida. El estudio demuestra que es mayor entre los adultos durante los años de su vida laboral.

Una vez que las personas se jubilan, la relación entre suicidio y ciclo económico prácticamente deja de existir.

Zaragoza, 16 de abril de 2011

Dr. José Manuel López Tricas

Farmacéutico especialista Farmacia Hospitalaria

Zaragoza