Grecia: la familia Papandreou

La reciente historia de Grecia se halla inextricablemente asociada a la de la familia Papandreou. El patriarca de la familia, George, fallecido en 1968 mientras estaba bajo arresto domiciliario tras el “golpe de estado de los coroneles” de 1967, apoya su mano en el hombro de su nieto, también llamado George, actual Primer Ministro (en la fotografía a la edad de 10 años); y a su lado, pipa en mano, el más mítico de los tres, Andreas.

Andreas estuvo exiliado en Estados Unidos, graduándose como economista en la universidad de Princenton. Su exilio, bien es verdad que dorado, en Estados Unidos durante la dictadura militar en su país, que derrocó la monarquía, obligando al exilio en Roma a Constantino II, lo mitificó ante los griegos. Tras regresar a Grecia, se convirtió en Primer Ministro durante tres períodos legislativos consecutivos, entre los años 1981 y 1989. Recordemos que Grecia entró a formar parte de la entonces Comunidad Económica Europea en 1981, un año antes que España. Durante ese período Grecia logró una importante redistribución de la riqueza, bien es verdad que a base de incrementar la deuda, que pasó del 20% del Producto Interior Bruto en 1981 hasta más del 80% en 1989. El endeudamiento expandió los estándares de vida de los griegos, sobre todo de la incipiente clase media, a la que dio un sentimiento de orgullo y confianza.

Su hijo, George, de 59 años (en la fotografía el niño de 10 años), Primer Ministro desde el año 2009 se enfrenta a la crisis de la deuda, viéndose forzado a imponer un duro régimen de austeridad que está revirtiendo muchos de los logros sociales conseguidos por su padre.

La historia de la familia Papandreou bien podría haber sido escrita por Sófocles, el gran dramaturgo de la antigüedad helena. Al igual que sucede con las mejores tragedias, está trufada de ambigüedades: ¿fue Andreas (Papandreou), fallecido en el año 1996, el gran socialista que endeudó a su país para dignificar el nivel de vida de sus conciudadanos recuperando su orgullo como nación?; ¿ o tal vez el demagogo cuya noción de un estado de posibilidades ilimitadas e imposibles ha conducido a Grecia a la bancarrota real, aunque oficialmente no declarada cuando se escribe este artículo (septiembre de 2011)?.

Resulta curioso que no exista en Atenas estatua o monumento conmemorativo alguno de Andreas Papandreou; y que la Fundación (Andreas G. Papandreou Foundation) sea financiada con fondos de la Unión Europea y capital privado.

A comienzos de la década de 1990, Andreas Papandreou previno premonitoriamente afirmando “o hacemos desaparecer la deuda, o ésta hará desaparecer el país”. ¡Hace casi 20 años de esta declaración!.

El partido Nueva Democracia no afrontó el cada vez más angustioso problema de la deuda, hasta que estalló cuando se descubrió que se había ocultado la dramática situación financiera. Esta circunstancia llevó al Pasok (socialista) al poder en el año 2009, con George Papandreou (la tercera generación de los Papandreou) como Primer Ministro; y la crisis de la deuda estalló con toda su crudeza.

Ahora se recuerda, con amarga nostalgia, la década de 1980, cuando Andreas Papandreou abrió su gobierno a las clases populares: el propietario de un modesto restaurante de New York se convirtió en Ministro de Turismo; un fabricante de pipas de agua fue elevado a un puesto de gran responsabilidad en el Servicio Postal; y muchos estudiantes se convirtieron de la noche a la mañana en asesores de sus profesores. Nadie se preocupaba del endeudamiento cuando la gente comenzó a mejorar sus derechos: sanidad y cuidados de salud, acceso gratuito a la educación.

Según algunos analistas, Andreas Papandreou corrompió la psicología de los griegos, haciéndoles creer que su historia y cultura bastaban para justificar su existencia como pueblo, y no tanto su capacidad de trabajar y asumir tareas.

George (el actual Primer Ministro), un niño en la década de 1960, es incluso más idealista que su padre, Andreas. George busca consenso donde su padre buscaba conflicto. Desde consideraciones psicoanalíticas, Andreas era un padre distante, ausente y, en ocasiones, abusivo. Los niños de padres distantes quieren parecérseles. Y ese deseo subconsciente les lleva a evitar conflictos. Para un Primer Ministro es un mal bagaje: si evitas conflictos es difícil que des órdenes. A este hecho se añade que para el actual presidente, el griego es su segunda lengua (se crió y educó en Estados Unidos), y ello le dificulta la comunicación con su gente.

Uno de los errores de su padre, Andreas, fue construir una Administración exagerada con excesivos servicios y atractivos salarios. El creciente endeudamiento griego durante los años de “prosperidad” (la década de 1980) acabó yendo al mantenimiento de la propia burocracia. Fue un terrible error.

Nadie sabe a ciencia cierta cuál será la evolución de Grecia, dentro o fuera de la Unión Europea. Y tampoco las consecuencias para España (y otros países) de políticas pasadas (y presentes) donde la “prosperidad” se ha fundamentado en un ilimitado endeudamiento.

Zaragoza, septiembre, 2011

Dr. José Manuel López Tricas

Farmacéutico especialista Farmacia Hospitalaria

Zaragoza